Unidos y Organizados quiere posicionarse y se despliega en el territorio

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Desplegó unidades en varios distritos, en especial del conurbano, para apoyar a los leales y condicionar a los ambiguos

Unidos y Organizados (UyO), el frente de agrupaciones más cercanas a la Presidenta, avanza en la concreción de su próximo objetivo: luego del lanzamiento de la fuerza, a mediados del año pasado, sus principales dirigentes pusieron la mira en una etapa fundamental para el éxito del movimiento, la del “anclaje territorial”.

El proceso, de cumplir todos sus objetivos, representaría un viraje respecto del modelo kirchnerista tradicional, de “tercerización” del armado territorial en manos de gobernadores e intendentes. Comenzó a dar sus frutos a fines del año pasado y en los primeros meses de este año, marcado por las elecciones legislativas, que tendrán su primer capítulo en agosto.

El despliegue territorial de UyO se concretó por medio de la conformación de mesas de coordinación en provincias y municipios, en especial en el conurbano bonaerense. Son unidades operativas que reproducen el modelo de la mesa nacional de UyO.

Ese espacio, que conduce el “Cuervo” Andrés Larroque, secretario general de La Cámpora, reúne periódicamente a los jefes de las agrupaciones más populares del kirchnerismo, el Movimiento Evita, que lidera Emilio Pérsico; Kolina, que responde a Alicia Kirchner; el Frente Transversal, de Edgardo Depetri; Nuevo Encuentro, de Martín Sabbatella, y Miles, de Luis D’Elía, además de La Cámpora. También a agrupaciones menos conocidas, como Peronismo Militante, Corriente Peronista Descamisados, Segundo Centenario y La Martín Fierro.

“Hay una decisión muy fuerte de que Unidos y Organizados funcione en serio en el territorio”, dijo a LA NACION un integrante de la mesa nacional del frente. “Es la única forma de posicionarnos con independencia de lo que haga el intendente de cada lugar, de desarrollar una fuerza propia, sin depender de los vaivenes en la relación de cada intendente con el Gobierno”, explicó la fuente. “La línea divisoria que separa a los propios de los ajenos no la traza la pertenencia de los intendentes al peronismo tradicional, sino el grado de compromiso con el proyecto que conduce Cristina”, aportó otro dirigente.

El objetivo del anclaje territorial de UyO es doble: hacia afuera, sirve para coordinar esfuerzos con los gobernadores o intendentes leales, para enfrentar a los enemigos y para condicionar a los ambiguos; hacia adentro, para organizar a las fuerzas kirchneristas que trabajan de modo disperso y a veces hasta compiten entre ellas.

En el interior, donde el proceso avanza más lentamente, ya se instalaron mesas de UyO en La Pampa, Córdoba, Entre Ríos, San Juan y Jujuy, donde el espacio quedó a cargo de Milagro Sala.

En el conurbano las mesas que más actividad tienen son las de la tercera sección electoral. Allí se concentran los distritos más populosos del Gran Buenos Aires, como La Matanza, Lomas de Zamora, Quilmes y Almirante Brown. La penetración es menor en la primera sección, que contiene a las localidades del norte del conurbano, según coincidieron tres fuentes de la mesa nacional de UyO.

Un dirigente explicó a LA NACION la dinámica que se da en los tres escenarios posibles. “En los lugares en los que el intendente juega bien, la idea es fortalecer el trabajo en conjunto”, dijo, y eligió como abanderado al intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, que participó de los primeros encuentros de la mesa local de UyO. Esos espacios también funcionan de manera coordinada con los intendentes de José C. Paz, Carlos Urquiaga; de Florencio Varela, Julio Pereyra, y de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. La relación con otros jefes comunales kirchneristas, como Hugo Curto, de Tres de Febrero, es más tirante.

El escenario es más claro cuando el intendente es un opositor declarado. “Si está en la vereda de enfrente, como Posse [Gustavo, de San Isidro], se trabaja como oposición tradicional, se le disputa el territorio”, clarificó la fuente.

El papel más interesante de las mesas de UyO parece estar en los distritos donde el grado de lealtad del jefe comunal genera dudas. A la cabeza de esa categoría se ubica el intendente de Tigre, Sergio Massa, y sus aliados. “Ahí, la idea es juntar fuerzas, mostrar lo que tenemos, para tratar de que el intendente se quede de nuestro lado, para condicionarlo”, graficó el dirigente.

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