Por tercera vez, intentarán tratar proyecto macrista para regular cuidacoches

Enviará a la Legislatura un proyecto que fue rechazado dos veces. Sucede tras una pelea entre cuidacoches que terminó con uno muerto. Por mes, la Justicia recibe 250 reclamos de los vecinos.
Más denuncias y una tendencia que apunta a que sea cada vez más difícil de manejar, y en la que las mafias están pujando por espacios de poder. El domingo un cuidacoche fue asesinado frente al zoológico en una supuesta discusión con otro y hace menos de un mes hubo otra pelea similar en Almagro. La tendencia se nota en los números: en lo que va del año ya hubo más de 250 denuncias Un problema que crece por mes vinculadas a trapitos. En ese marco, el jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, ayer salió duro a insistir en que es necesario que la Ciudad tenga una ley para prohibirlos. El año pasado hubo una intención similar, pero finalmente no avanzó.
“Hay presión, hay maf ias”, blanqueó ayer Larreta. Y aseguró que el macrismo volverá a insistir con el proyecto que se cayó el año pasado. En esa ocasión, el oficialismo había elaborado un proyecto también a partir de crímenes vinculados a trapitos. “Tenemos miles de denuncias de aprietes, de autos rayados, quejas porque en los recitales pretenden cobrar más de lo que cuesta la entrada. Si un lugar es gratis, es gratis”, detalló el funcionario. De todas maneras, en el Gobierno saben que para que este nuevo intento avance deberán esperar la nueva Legislatura y ver, con el recambio, qué posibilidades hay para que así sí se apruebe.
Es más: el primer antecedente de una norma así fue en 2010. Pero esa, que incluía la prohibición de circular de a dos en moto para controlar a los motochorros, también fracasó. El año pasado, y a pesar de que Mauricio Macri venía de conseguir su reelección, tampoco pudo imponer su intención: esa vez, la oposición no acompañó y hasta logró mayoría para crear un registro que, en sentido opuesto a la idea oficialista, blanqueaba a los trapitos y obligaba al Gobierno porteño a organizarlos por horarios y zonas. El punto crítico se definía así: la retribución sí o sí debía ser siempre “voluntaria”. En ese entonces, desde Proyecto Sur, el interbloque K, la Coalición Cívica, el peronismo y el radicalismo consideraron que la norma incluía a desocupados que buscaban en esa ocupación “una actividad como vía de ingresos”. Esa ley finalmente fue vetada por Macri. Y todo quedó en la nada.
Hoy, como entonces, el Código de Contravenciones de la Ciudad no prohíbe la actividad de los cuidacoches salvo que exijan una retribución.
En esos casos pueden recibir una sanción de uno a dos días de trabajo de utilidad pública o una multa que va desde los $ 200 a los $ 400. Eso está detallado en el artículo 79. Y si existe evidencia de que detrás de ellos hay previa organización la sanción se eleva al doble para el organizador.
Pero no todo es tan lineal. Para que haya contravención las reglas obligan al dueño del auto a demostrar que el trapito le reclamó el dinero, y no que simplemente se lo pidió. Pero no basta con su palabra: para que la denuncia se encamine, necesita presentar testigos. Y como esto es difícil de probar, la mayoría de las causas queda en la nada.
Por eso el año pasado el PRO quiso ir directamente a prohibir la actividad: su argumento fue que el proyecto apuntaba a facilitar la tarea judicial. “Resulta necesario comenzar a fijar políticas públicas para que el que no cumpla con las normas sepa que deberá dar cuentas a la Justicia”, decían, en su intención, los legisladores Cristian Ritondo y Martin Ocampo. Ayer, Ritondo aseguró que van a insistir con la modificación del Código.
Así, el vicepresidente 1° de la Legislatura se sumó a Larreta en el reclamo de leyes restrictivas. Los números van en el mismos sentido: según datos del Ministerio Público fiscal de la Ciudad, los vecinos radicaron desde enero hasta octubre 2.574 denuncias. Y la tendencia, cuando se viene la agenda grande de eventos en estadios y callejeros, marca que superará la cifra del año pasado, cuando hubo, en total, de enero a diciembre, 3.058.
La zonas más calientes
Palermo. El accionar de los trapitos se da durante toda la semana en la zona gastronómica y es muy fuerte los fines de semana en los alrededores del Jardín Zoológico, La Rural, los bosques de Palermo.
San Telmo. Reúne dos condiciones claves para los trapitos: calles donde está permitido estacionar y muchísimo movimiento por los restaurantes todos los días y los fines de semana por la feria.
Las Cañitas Uno de los lugares donde se masificó la presencia de cuidacoches en las calles internas. Según los vecinos, son chicos jóvenes y su accionar es muy violento.
Recitales. Según las denuncias que llegan a la Ciudad, los trapitos llegan a pedir hasta $ 100 en conciertos internacionales. Se da en los estadios de River, Vélez, GEBA y en predios como el de Costanera Sur.
Discusión y muerte junto al zoo
Daniel Flores, un cuidacoches de 28 años y padre de tres chicos, murió el domingo apuñalado por otro trapito con el que discutió por el dinero que debía pagar el dueño de un auto estacionado.
Según informaron fuentes policiales, Flores se encontraba cuidando coches sobre la avenida Sarmiento a una cuadra de Plaza Italia. Cuando una camioneta estaba por estacionar se acercó otro cuidacoches, y empezaron a discutir porque ambos pretendían cobrarle al dueño del auto.
La discusión se convirtió en una pelea a golpes de puño, hasta que el segundo trapito sacó un cuchillo y se lo clavó a Flores en el pecho, para luego escapar.
Flores se dirigió hasta las rejas del Zoológico gritando que lo habían herido, y murió segundos después.
La Policía informó que tenía antecedentes penales, y sospecha que tanto él como el autor del asesinato pertenecían a la barra brava de Boca.
Los vecinos de los alrededores del Zoológico porteño aseguran que la zona siempre está copada por los cuidacoches. “Por lo general te piden de 20 a 30 pesos. Una vez le dije a uno que no le iba a pagar, y amenazó con romperme el auto. Discutimos un rato pero me terminé yendo para no tener problemas”, contó Ariel, un vecino de 24 años que prefirió no dar su apellido.

Fuente: Clarín

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