En Argentina se producen 7 muertes por día producto de la automedicación

cho de cada diez argentinos se automedican. Es decir, que recurren a un fármaco “por las dudas”, para prevenir un dolor o bien para seguir tratándolo una vez que la indicación médica terminó. Esta utilización irracional de medicamentos, como analgésicos y antiinflamatorios –que son los que encabezan la lista–, provoca resultados alarmantes: 2.500 personas mueren cada año por abuso de fármacos, según el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos. Además, 10 mil deben ser internadas con picos de hipertensión, úlceras o sangrados.

Estas son algunas de las consecuencias del abuso, que también puede desencadenar cuadros fatales como ocurrió con el empresario Ricardo Fort, de 45 años. El mediático, según consta en el parte médico difundido por el Sanatorio de la Trinidad, falleció a causa de una hemorragia digestiva masiva (sangrado en la zona del esófago, el estómago y el duodeno) luego de haberse internado para realizarse una operación de rodilla.

“Algunos de los fármacos más utilizados actualmente en Argentina son los que en forma crónica consumía Fort: aspirina, paracetamol, naproxeno e ibuprofeno. De hecho, el 50% de la población mayor de 18 años toma este tipo de analgésicos y muchos lo hacen diariamente, cayendo en un claro sobreuso”, le explicó a PERFIL Marcelo Peretta, doctor en Farmacia y Bioquímica.

Exhumación. El sábado, el cadáver de Fort fue exhumado del Cementerio Memorial, donde fue inhumado el martes, para someterlo a una autopsia que, según el abogado Cesar Carozza, podría concretarse el lunes. El objetivo es conocer si hubo algún tipo de negligencia médica o mala praxis durante su tratamiento. Esta semana, la Justicia había ordenado retirar del Sanatorio su historia clínica.

En los últimos días, el círculo íntimo de Fort dejó trascender que el empresario consumía morfina y oxicodona para sobrellevar los dolores de su espalda y rodillas. Se trata de dos analgésicos muy potentes que por sus características no sólo favorecen la adicción, sino que ante el exceso generan daño gástrico.

“La morfina y la oxicodona provocan dependencia física y psíquica. Por eso, nunca deben administrarse juntas, sino intercambiarse cuando el paciente ya no muestra respuesta, bajando la dosis lentamente. Por otro lado, debe haber permanente supervisión –e inclusive intervenir un farmacólogo que chequee las dosis– porque estos fármacos provocan el aumento de la presión arterial e incrementan la posibilidad de sufrir una hemorragia como ocurrió con Fort”, sostuvo Peretta.

Por su parte, Fernando Esper, director ejecutivo de la Confederación Farmacéutica Argentina le dijo a PERFIL: “Lo que ocurre es que la publicidad ofrece soluciones rápidas, cuando en realidad el camino es ir al médico y tomar fármacos sólo cuando están prescriptos. Sin embargo, también debemos revisar ese sistema porque es incoherente, además de peligroso, que un diclofenac de 25 miligramos sea de venta libre y esté expuesto en una góndola y uno de 50 miligramos deba estar recetado. Se debe advertir que ninguna droga, sea cual sea su método de expendio, es inocua”.

Fuente: Perfil

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