El nuevo líder del PRO deberá pelear por su puesto

Sin dudas, Horacio Rodríguez Larreta ya tiene un récord que lo coloca en la historia de la Ciudad: es el primer jefe de Gobierno en ser electo en primera vuelta por superar el 50 por ciento de los votos. El único antecedente fue Aníbal Ibarra, cuando no debió ir al ballotage pero porque se bajó Domingo Cavallo luego de hacer papelones la noche de la elección. Larreta ganó por méritos propios y aprovechando la oleada antikirchnerista que surgió desde las PASO hasta aquí. El lugar que ocupa desde ahora, como el único macrista que retiene un distrito nacional, lo posiciona para ser el nuevo líder del PRO, como dijimos después de las PASO. Pero tiene un problema: la remontada que pegó Macri, al acortar mucho la distancia con Alberto Fernández, lo deja también en el lugar de poder exigir continuar conduciendo el espacio. Se vienen tiempos de tensión en el PRO.

Primero que nada, a no dudarlo: Larreta hizo una elección histórica. Para llegar a ese resultado, se comió completo al espacio que le había disputado el ballotate en 2015: sumó a Martín Lousteau, a Graciela Ocaña, a Elisa Carrió y hasta al socialista Roy Cortina, con los radicales como parte del trato. Todos lo enfrentaban en 2015 y terminaron encolumnados detrás suyo este año. Eso ya le permitió frenar el golpe de las PASO y ser uno de los pocos en poder mostrar un éxito. Con la reacción antiperonista que se produjo ante el éxito de Alberto Fernández en las primarias, Larreta cosechó aún más votos y superó holgadamente el requisito del 50 por ciento, algo que ningún jefe de Gobierno había logrado desde que se instituyeron las reglas de las elecciones porteñas. Un batacazo, a todas luces.

Si se observa comuna por comuna, se puede ver que Larreta, pese a todos sus esfuerzos en la zona sur, no pudo revertir las derrotas que sufrió en los distritos más pobres. La comuna 8 (Lugano) le volvió a ser hostil: el Frente de Todos sacó el 50 por ciento, diez puntos porcentuales más que Larreta. La comuna 4 (La Boca, Barracas, Nueva Pompeya y Parque Patricios), en cambio, tuvo una diferencia mínima a favor de Matías Lammens: 45 a 45 con centésimas a favor del novel competidor de Larreta.
En otras comunas, clásicos bastiones del PRO, Larreta se impuso por porcentajes siderales: es el caso de la comuna 2 (Recoleta), que le dio el 73 por ciento contra un magro 20 de Lammens, o la 13 (69 contra 22) y la 14 (69 a 24). Larreta perdió el favor en buena parte de las clases populares, pero conserva fuertemente el de las clases altas y medias porteñas. Son, se sabe, los que no usan hospitales públicos y, en muchos casos, tampoco la educación pública.

Eso no le impidió al jefe de Gobierno prometer mejores hospitales y espacios verdes como si no llevaran gobernando ya 12 años. Larreta reversionó en el bunker del PRO el hit que usaba el macrismo cuando ganaba en la Ciudad: Noche mágica de Tan Biónica, pero le agregó un extracto propio sacado de los años ochenta, un fragmento de La pachanga de Vilma Palma y los vampiros. Justo la parte que dice: “Dale, Pelado, no pares nunca más”. No queda claro qué es lo que no debería parar de hacernos Larreta.

En definitiva, el jefe de Gobierno logró revalidar con creces su gestión y se posicionó para ocupar el liderazgo del PRO ante la caída de Macri y María Eugenia Vidal de sus respectivos gobiernos. Esto, que ya contábamos en la PASO, tuvo ayer un pequeño contratiempo: Macri redujo sustancialmente su diferencia con Alberto Fernández y consiguió un número importante de votos que lo deja con la posibilidad de exigir ser el jefe de la oposición. Cómo lidiará Larreta con este escollo, que se interpone ante su sueño de ser presidente, no está claro. El PRO siempre se ordenó frente a un único líder, que era Macri, como dueño del espacio. Quienes buscaron disputarle esto quedaron afuera del espacio y casi que de la política, como les pasó a Ricardo López Murphy y Francisco De Narváez, por mencionar solo dos casos de aliados de Macri que terminaron mal. Larreta siempre se subordinó o actuó con convencimiento ese rol subalterno. La caía de Macri abre un escenario donde ese espacio empieza a transitar una nueva senda y no está claro cómo lo hará, ni qué reacción tendrá Larreta ante las evidentes intenciones de Macri de seguir ocupando ese lugar y no dejar la política.

Sí se ve que Larreta buscará hacer tándem con María Eugenia Vidal, con quien tomaron toda la distancia con respecto al presidente. De hecho, se fotografiaron abrazados en el cierre de Vidal del jueves pasado, frente a un cartel que decía: “Ahora nosotros”. Solo les faltó agregarle el “Chau Macri” para que el mensaje fuera completo.

Fuente: Nueva Ciudad

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