La gran mayoría hace algún tipo de régimen. El 70 % encara al menos un plan por año y lo deja enseguida. Muy pocos consultan a nutricionistas. Ellos buscan mejorar su salud y ellas subir su autoestima.
No sufren sobrepeso ni obesidad. Son “dietistas estéticos”, varones y mujeres que sienten que están unos kilos arriba de su peso. Para bajarlos, saltan de una a dieta a otra. Las eligen porque algún famoso salió a contar que está espléndido gracias a la dieta tal, la bajaron de Internet o de un recorte de revista. Falsas promesas: su peso se mantiene, aparece la frustración y el círculo vuelve a empezar con otro plan de alimentación que, en la mayoría de los casos, no es supervisado por un profesional. Los especialistas consultados ofrecen algunos motivos para explicar esta tendencia. Dicen que la delgadez como atributo principal de belleza y éxito y la gran oferta de la “industria light” alienta esa necesidad de dieta permanente e innecesaria.
Ese es el panorama que plantea la encuesta exclusiva para Clarín que hizo la consultora D’Alessio–Irol. El informe señala que 9 de cada 10 mujeres y 6 de cada 10 varones hacen dieta pero que sólo dos logran bajar de peso y mantenerlo. Agrega que en siete de cada diez casos las dietas se abandonan antes de los tres meses y que encaran entre una y tres al año. Y, quizás, lo más preocupante: en el 72% de los casos no hay una supervisión profesional del régimen elegido.
El sondeo se hizo online a personas mayores de 18 años y los resultados coinciden con el informe realizado entre mil estudiantes por la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) presentado hace dos años. Al parecer, nada cambió.
“El atributo central de la belleza y el éxito sigue siendo la delgadez. Lo que comés te define, empieza a ser un recurso de identidad. Entonces la restricción y selección de alimentos pasa a ser un recurso para ‘pertenecer”, pone en contexto Mónica Katz, médica especialista en nutrición y miembro de la SAN. En Argentina rige la ley 26.396 que reconoce a la obesidad como un trastorno alimentario. A través de la resolución 742 las prepagas y obras sociales están obligadas a cubrir las cirugías bariátricas, dos fármacos y apoyo terapéutico.
“¿Pero qué pasa con las personas que no sufren ese trastorno alimentario y sólo quieren verse mejor?”, plantea Katz, y responde: “Están fuera del sistema de salud y muy expuestos a caer en dietas que no sirven”.
Según el monitoreo, casi todos los varones consultados creen que mejoraría su salud si bajase de peso, mientras que el 64% de las mujeres considera que subiría su autoestima. Otro dato: el 12% cree que estaría mejor “en los sentimental” si fuera más flaca. Son ellas las que más sufren. Del entusiasmo inicial pasan a la ansiedad y al hambre. En promedio se mantienen a dieta de dos a tres meses.
¿La percepción de la delgadez sería diferente, por ejemplo, si las firmas de indumentarias ofrecieran talles para gente que coma? ¿Y si las tapas de revistas dejaran de mostrar cuerpos artificiales a fuerza de Photoshop?
“Los trastornos de percepción de imagen son mucho más frecuentes de lo que se cree. En la consulta escucho a muchas mujeres que se frustran cada vez que van a comprar ropa aunque esté en vigencia la ley de talles. Pero no hace falta entrar a un local de ropa: todo lo que es publicidad ha hecho mucho daño. Las marcas deberían aprender a vender con modelos reales. Sería una buena iniciativa, sobre todo para los adolescentes, para que acepten su cuerpo”, responde la nutricionista Pilar Llanos. Respecto de la oferta de productos para adelgazar –que van desde “polvos”, pasando por barras de cereal hasta zapatillas– Llanos opina que hay mucho desconocimiento. “La gente compra ‘lo light’ pero no sabe qué está comprando. Para eso hay que empezar a educar en los colegios”, opina. Según la encuesta, es baja la utilización de medicamentos aunque sí hay quienes complementan las dietas con productos naturales para adelgazar.
Pero volvamos a estos dietantes estéticos y cómo opera el régimen en su imaginario. Explica Silvio Schraier, médico especialista en nutrición y diabetes, y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA): “Mucha gente cree que para bajar de peso hay que ‘cerrar la boca’. Piensa que si consulta con un médico, éste va a decirle que se prive de distintos alimentos. Pero esa prohibición no existe. En la consulta se analiza cómo es la vida de ese paciente, sus enfermedades, su actividad laboral, si hace o no actividad física, con quién convive. Con base científica, lo único que sirve es reducir el tamaño de las porciones, no saltear comidas, ser físicamente activo, dormir bien. Es decir, tener una vida saludable. Y darse determinados gustos porque la comida es también un placer”.
Fuente: Clarín