De 2010 a la fecha, la villa Rodrigo Bueno creció casi 200%. Pasó de tener 1.795 habitantes, según cifras del último censo, a los 4.800 que viven ahora, según dijeron a Perfil referentes barriales, lo que equivale a 1.200 familias.
El asentamiento de Puerto Madero ya era el que más había crecido en la comparación de los datos de los últimos censos, dado que entre 2001 y 2010 creció 412%, muy por encima del crecimiento de la población de la Villa 31-31 bis, en Retiro –un incremento del 117%–, del de la Villa 21-24, de Barracas –del 85%–, y del de la Villa 1-11-14, del Bajo Flores –19,7%–.
Ubicada en la Costanera Sur, entre la Reserva Natural y la ex Ciudad Deportiva de Boca, viven allí en su mayoría inmigrantes peruanos, bolivianos, paraguayos, y argentinos que llegaron desde el interior. “Es un barrio tranquilo”, dice Marino Sosa, delegado del lugar, y agrega que “el 98% de las personas que viven acá tienen trabajo fijo”.
De hecho, es Puerto Madero, el barrio más caro de la ciudad, donde muchos encontraron trabajo, en restaurantes, hoteles y emprendimientos inmobiliarios. Es el caso de Jorge Misme, por ejemplo, que todos los días va a trabajar a la cocina del exclusivo restó Cabaña Las Lilas (ver aparte).
La entrada, sobre la calle España, atraviesa un predio de autos abandonados de la Policía Federal que desemboca en el centro de la villa, donde se ven edificaciones de dos y tres pisos. La falta de agua corriente es la principal falencia del barrio, que tiene cuatro manzanas unidas por angostos pasillos, y piso de material.
“Traemos el agua desde la Ciudad Deportiva, pero no alcanza. Es un caño chico, y el suministro no es suficiente”, explica Diego González, delegado vecinal. En el último tiempo consiguieron que un camión de AySA llenara los tanques de agua de los vecinos. “Pero ésa no es la solución, necesitamos agua corriente”, dice.
Urbanización. En los últimos años, las distintas gestiones municipales intentaron erradicar el asentamiento con subsidios y la posibilidad de relocalización, pero eso no impidió que siguiera creciendo.
En 2011, la jueza porteña Elena Liberatori había ordenado la urbanización, medida que el gobierno porteño apeló. Recién en octubre pasado la Justicia hizo lugar a la apelación, argumentando que la Legislatura debe ser la que lo determine.
En ese contexto, en diciembre la Defensoría del Pueblo porteña y la Defensoría General presentaron un proyecto de ley para urbanizar e integrar socialmente el barrio a la Costanera Sur, que espera ser debatido por la Legislatura.
El caso de Jorge, jefe de cocina de Las Lilas
Todos los días, Jorge Misme sale de su casa en la villa Rodrigo Bueno en bicicleta y se va a trabajar. No tarda más de diez minutos en llegar a Cabaña Las Lilas, el exclusivo restó de Puerto Madero, donde es jefe de cocina. “Hace veinte años que trabajo en el restaurante, y 19 que vivo en el barrio. Nunca tuve problemas en decir que vivo acá; al contrario, tanto para mí como para ellos es una ventaja”, cuenta.
Antes alquilaba una pieza en Villa Soldati, y a través de un amigo se enteró de los terrenos en Costanera Sur. “Fui uno de los primeros en construir una casa de material. Todas eran de cartón y maderas”, recuerda. Varias veces intentaron desalojarlo, e incluso la gestión de Aníbal Ibarra le ofreció $ 20 mil para mudarse. “Yo había gastado más en levantar mi casa. Por eso, junto a otros vecinos presentamos un recurso de amparo y evitamos el desalojo”, sostiene.
Fuente: Perfil