El acoso laboral genera una desestabilización psíquica de la víctima de acoso moral, con el consiguiente riesgo de derivar en problemas físicos severos o irreversibles. Estas situaciones de estrés laboral tienden a acumularse y prolongarse en el tiempo.
Desde la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, el abogado Daniel Cieza, junto a un equipo de trabajo, se planteó como objetivo determinar cuáles son las categorías laborales más vulnerables al mobbing, a partir de la identificación de las características de las víctimas más frecuentes del maltrato en su espacio laboral. Se observó que los empleados públicos, los delegados y activistas sindicales, las mujeres, los jóvenes y los asalariados con perfiles de mayor independencia o autonomía son las víctimas más frecuentes del mobbing.
Una de las primeras hipótesis de los investigadores fue que, como consecuencia de la instauración de la última dictadura cívico-militar, los sindicatos quedaron en una situación de debilidad, en medio de una política de flexibilización y precarización laboral. Este panorama se recrudeció en la década del noventa, en la que las condiciones del mercado laboral se caracterizaron por una elevada desocupación de masas, lo cual facilitó el incremento del mobbing.
Al respecto, Cieza indicó a Argentina Investiga que su grupo de investigación partió “de un marco teórico a partir del cual se concibe a la violencia como una relación social. Depende, básicamente, de dos poderes y dos fuerzas sociales asimétricas. Dentro del mundo del trabajo tenemos, por un lado, a la patronal y, por el otro, a los trabajadores. La idea es que sólo si existe un actor capaz de frenar la violencia o los excesos de las empresas, que serían los sindicatos, se puede neutralizar o reducir este problema”.
Ante una ausencia de los sindicatos como actor social que defienda los derechos de los trabajadores, se dan las condiciones favorables para que se presenten casos de violencia moral o mobbing. “También contemplamos la hipótesis de que en la administración pública había un alto grado de violencia laboral. En un principio, trabajamos con gremios estatales de la zona y luego sumamos a otros privados, como el que nuclea a los empleados de comercio”, sostuvo el investigador.
¿Cómo se manifiesta el mobbing?
El equipo de investigación comprobó que, en la mayor parte de los casos, el acoso laboral se evidencia en un maltrato cotidiano hacia determinados trabajadores. Pero el mobbing también puede manifestarse cuando no se le dan órdenes claras a un empleado o se producen cambios de tareas que no cuentan con la debida justificación. Es posible, asimismo que, dejando de lado su nivel formativo, no se asignen trabajos acordes a la capacitación de la víctima de acoso laboral, sin respetar, incluso, un ascenso u orden jurídico.
De esta manera, se ve afectada la dignidad del trabajador, dado que perjudica su integridad física, psicológica y moral. Los malos tratos en el ámbito laboral pueden evidenciarse en las formas sutiles de persecución, injurias, amenazas, aislamiento, descalificación, violación de la intimidad, difamación, falsa denuncia, afectación a tareas irrelevantes, quita de personal, discriminación, utilización de influencias o indiferencia a sus reclamos.
Cieza sostuvo que “la administración pública se presta para situaciones de mobbing, porque un trabajador público tiene la posibilidad de hacer toda una carrera”. Los investigadores pudieron comprobar que en un ministerio a nivel nacional, en una misma oficina y para una misma tarea, existen cinco formas de contratación distintas, con diferentes sueldos y con algunos trabajadores en relación de dependencia y otros no. “Un pequeño porcentaje pertenece a planta permanente, una fracción un poco mayor tiene planta transitoria, otros empleados tienen contrato de locación de servicio, luego están los contratos con financiación de organismos internacionales, como el Banco Mundial, y también están los denominados entes cooperadores o fundaciones, que deriva al Estado trabajadores que contrata. Esto origina una gran heterogeneidad”, explicó Cieza.
Además, una de las razones por las cuales los casos de acoso moral están invisibilizados es la falta de denuncias por parte de la víctima. Cuando una persona afectada se decide a denunciar, su salud mental y física ya puede presentar daños irreversibles.
Cieza puntualizó que en “líneas generales se comprobó que el nivel de mobbing es muy alto, aunque resulta complejo determinar qué porcentaje de trabajadores, en concreto, sufre algún grado de persecución u hostigamiento, debido a que no se puede buscar ese dato por encuestas. La única forma es analizando casos en profundidad”.
Relaciones laborales
En el libro “Violencia y trabajo en la Argentina, una perspectiva de Derechos Humanos”, producto de un trabajo de investigación dirigido por Cieza, se aclara que “aunque no hay datos estadísticos serios, se puede afirmar que el acoso moral o mobbing está creciendo en nuestro país. Hay algunos indicadores indirectos, tales como determinadas patologías que deben atender las obras sociales, el tipo de enfermedades que se reportan en la superintendencia de Riesgos del trabajo, y las demandas en sede laboral que incluyen el pedido de reparación por mobbing”.
Además, el texto plantea que el acoso moral es la continuación y la expresión contemporánea de la violencia laboral. El autor sostiene que no es casual que en la década actual, la Organización Internacional del Trabajo haya incluido esta problemática social en sus conferencias. Incluso, asegura que resulta significativo que se hayan incorporado, desde 2010, determinados trastornos mentales y de comportamiento en el marco del listado internacional de enfermedades profesionales.
Los investigadores remarcan que las estadísticas epidemiológicas de estos últimos años ponen de manifiesto la magnitud del mobbing y resaltan que, entre las principales causas de discapacidad, enfermedad y muerte, aparecen aquellas que están relacionadas con un estilo de vida perjudicial para la salud. Se mencionan al respecto patologías cardíacas, carcinógenos ambientales y carcinógenos relacionados con el lugar de trabajo, con un 20,4% de muertes, y otros desórdenes que van desde elevado colesterol a la diabetes o la drogadicción.
Tal y como se plantea en la investigación, “el mundo y la organización del trabajo se han transformado; con él aparecen diversas manifestaciones propias de esta nuevas formas de relación que adquiere el trabajo, como son el acoso moral, mobbing y la violencia laboral. Estos procesos se presentan complejos por su multicausalidad, entre las cuales podemos mencionar: la existencia del fenómeno del desempleo a escala mundial, la flexibilización de las relaciones laborales por diferentes mecanismos en la búsqueda por reducir costos laborales y de mayor competitividad, la migración o ‘fuga’. También, la precarización del empleo hacia otras formas de contratación con menor estabilidad laboral, desprotección de determinadas capas y sectores de la población y el crecimiento del sector informal, tendrán la potencialidad de generar situaciones de violencia laboral y de acoso moral en el trabajo”.
Dirección General de Comunicación y Medios
Universidad Nacional de La Plata