El negocio de las pintadas

En 5 minutos un muro “cambia” de partido político. Por salida pueden hacer hasta 40 pintadas. Códigos y los lugares más valiosos.

Diez y veintinueve AM en Pompeya: en una pared sobre Avenida Cruz dice Filmus-Cabandié. Y treinta, esa misma pared, de cuarenta metros, ya está toda blanqueada. Y treinta y uno, ya dice Michetti-Santilli. Y treinta y dos, las letras ya están pintadas por dentro.
Y treinta y tres, ya tienen sombra.
Y treinta y cuatro “el Chino”, el jefe de esta cuadrícula de pintadas políticas le da el toque final. Firma su obra: “El Chino”. En total son cinco hombres: Facundo (conductor de la camioneta y blanqueador de paredes), “el Chino” (letrista), Federico (sombras) y Nicolás y Alan (rellenos).
“Vos fijate la prolijidad… y eso que las paredes no nos ayudan, eh. Lo miro y no lo veo como una pintada, lo veo como un dibujo. Para mi es arte. Como esos muchachos que hacen grafitis y dicen que es arte callejero”, dice “el Chino”, que lleva 21 años con las pintadas políticas.
El Chino es Miguel Angel Cabral, 38 años, vecino de Bajo Flores, histórico en las pintadas porteñas, y hoy también en La Matanza. Comenzó para los radicales, pero dice que pintó, o pintaría, para cualquier partido político. “Yo soy como los árbitros de fútbol. No puedo decir mi ideología política”, cuenta.
“Esto sigue porque es lo que al político le sirve”, asegura. “Hay gente que no le interesa la publicidad en la tele. En cambio con esto va aburrida arriba del colectivo y lee todo. La publicidad callejera nunca va a desaparecer. Es la más barata y la que más sirve. No todos saben que esto es pago. Deben pensar que es militancia. Pero en Capital hay 40 familias que comen de esto”.
Pero hoy no pintan sólo para políticos. También son contratados por sindicatos y clubes de fútbol en los que haya elecciones. En Quilmes, por ejemplo, una bailanta hace publicidad pintando los grupos que se presentarán el fin de semana.
También están los que pintan por militancia. Pero más que nada trabajan en Provincia.
Cada grupo tiene su estilo de letras. Son parecidas, pero no igua- les. Y también comenzaron a usar colores distintos. Era porque los que pintaban para el mismo político llegaban y lo único que hacían era blanquear la firma y poner la suya. “Lo que nos da laburo es la firma. El político, o el cliente, lo que mira es la firma”.
Las únicas veces que “el Chino” no cobra es cuando dibuja mensajes para sus hijos o cuando conquistó a su actual mujer: llenó de declaraciones de amor las calles linderas a su casa.
Antes, el trabajo se cobraba por metro. Después por pared. Y ahora por salida, que serían, aproximadamente, treinta o cuarenta pintadas.
En promedio, por un pared grande se puede sacar $ 300.
En la profesión hay códigos: no se pintan escuelas ni hospitales. No se puede pegar pegatinas o afiches políticos en las paredes que se pintan porque pueden arruinarlas. Se acepta que tapen una pintada que tuvo menos de diez minutos de vida útil. Lo que no está bien visto es cortar los pasacalles. “Nosotros por ejemplo estamos trabajando en Provincia. Es zona de otros, por eso lo hacemos con respeto, ya que hay gente que pinta durante todo el año en ese barrio. Pintamos, hacemos que nuestro laburo se note, pero no copamos todo el distrito.
Es nuestra manera de respetar y evitar discusiones o roces”.
En Capital Federal hay cuatro o cinco grupos que trabajan haciendo pintadas. Todos saben la zona en la que viven los líderes de cada cuadrilla. Entre ellos no hay ni buena ni mala relación; directamente no la hay. La pica es típica de la competencia. De ser el que mejor y el que más pinta, del que hace mejores letras o los colores más fuertes o quien blanquea más rápido. Los políticos suelen pedirle a los grupos que trabajen los domingos a la noche la zona del centro, así la semana empieza con sus nombres a la vista de todos. Algunos de los paredones más valiosos son el del helipuerto de Huergo y Perón, en diagonal a Gendarmería. Los de la Avenida Lugones son muy pedidos. Y sobre General Paz, los mejores son los que están desde Liniers para el lado de Puente La Noria.

Fuente: Clarin

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