Internas y especulaciones en el kirchnerismo

Sergio Urribarri anotó a Mateo, su hijo menor, en un colegio de música porteño y apuró la mudanza de parte de su familia de Concordia a Buenos Aires. Es un dato doméstico si no estuviese contaminado por una tesis política que hacer figurar al entrerriano en todas las martingalas del futuro gabinete cristinista.
Carlos Zannini y Oscar Parrilli, con quienes Cristina de Kirchner retomó el diálogo sistemático hace algunos días, son los escuderos del desembarco de Urribarri en la Jefatura de Gabinete, butaca que entibia Juan Manuel Abal Medina.
Los secretarios invocan un bien mayor para la causa K: lo plantean como una maniobra que dará volumen y visibilidad al enterriano para alumbrar un presidenciable propio que opaque al escurridizo Daniel Scioli.
El argumento no satisface a Abal Medina, que dejó circular la noticia. De manual: dejó que actúe el añejo mandamiento kirchnerista que reza que el formato ideal para corroer una designación es que se publique en los diarios. Urribarri, kirchnerista de segunda generación -llegó al “proyecto” vía Jorge Busti en 2007- también lo sabe y por esto protestó a los gritos ante un ministro ultra-K.
El jefe de Gabinete, por esa y otras razones, se encargó de domar la molestia de Jorge Capitanich, contrariado porque Scioli recibió una amnistía sumaria de Cristina de Kirchner. Un recorte del aquí y el ahora del volátil mapa del peronismo K muestra a Abal Medina como animador del gobernador del Chaco en la prematura maratón de 2015.
Los episodios reflejan, bajo el prisma del sablazo del domingo y de la dosis de felicidad que inyectó el fallo cortesano a favor de la ley de medios, la dinámica en que ingresó el kirchnerismo en ausencia de Cristina de Kirchner.
Mamushka
La mamushka de internas no es novedosa. Lo es que esas internas perfilen, siquiera sutilmente, un principio de ordenamiento de la sucesión. Revela, aun caótica, una intención: levantar a Urribarri y a Capitanich, oxidarle a Scioli la medalla de heredero inevitable y darle solidez a la única herramienta capaz de estirar el despoder de Cristina de Kirchner, luego de que la re-reelección fue fusilada el 27-O.
Sencillo: alimentar una primaria presidencial múltiple en el pankirchnerismo, donde la Presidente esté a priori prescindente -para no espantar a Scioli y forzarlo a abandonar el continente K- y reserve su influencia para el tirón final. El bonaerense firmaría un acuerdo así sin perder tiempo en leer la letra chica.
La derrota bonaerense, a la distancia, puede servir a aquel propósito: una mejor elección del FpV en la provincia pudo deteriorar el plafón presidencialista de Sergio Massa y entronizar como emergente nacional a Scioli. Entre todos los males de la derrota, ése es un ribete venturoso para el hipercristinismo.
El kirchnerismo extremo afila otro puñal contra el bonaerense. En Casa Rosada, más allá de las certezas que vocea el alcalde de La Matanza, Fernando Espinoza, no descartan dejar caer la personería del PJ para quitarle ese ring al gobernador.
Hay un aspecto técnico que el matancero no incluye en su coreografía balestrinista: si cae la elección nacional cae la provincial porque el Consejo del PJ bonaerense ató su suerte al calendario nacional.
Además, si resurgen las grietas entre la Casa Rosada y Scioli puede despegar un nombre para bloquear a Espinoza. Julián Domínguez, jefe de la Cámara de Diputados, es susurrado como figura kirchnerista para mandar en el PJ bonaerense, cargo al que aspira el matancero.
Plataforma
Domínguez, sin embargo, piensa en una fantasía mayor. Su norte es la Gobernación bonaerense en 2015 y cuenta con guiños de la Casa Rosada. No es el único: Florencio Randazzo, que en la ingeniería interna del kirchnerismo sintoniza con Zannini, amasa la misma ilusión y tiene un velado ok de Scioli.
Pero Randazzo no es la primera opción del número 9 de La Ñata Footbal Club. En medio de la campaña, ante empresarios, Scioli se refirió a Martín Insaurralde con una frase que no requiere traducción.
– Les presento a Martín Insaurralde: mi candidato a gobernador.
Insaurralde anota, además, la simpatía de Julio De Vido. El ministro de Planificación fue mecenas de las primeras apariciones mediáticas del lomense. De Vido no archiva su tirria con Randazzo, lo que lo acerca a Insaurralde.
La batalla por la Gobernación es el lado B de la cinchada presidencial. La manera de inyectarle potencia y multitudes a una primaria nacional es hacer el mismo día una primaria para votar candidato a gobernador.
Entre caciques provinciales circuló un planteo para modificar las PASO. Por un lado, para permitir la fusión de fórmulas que compiten entre sí para que el binomio presidencial lo integren el candidato ganador y el que salió segundo sea su vice. Por otro, para atraer la mayor cantidad de fracciones, establecer el reparto de cargos mediante el sistema D’Hondt y no por mayoría-minoría como ahora. En 2009, Néstor Kirchner les pidió a los gobernadores opiniones sobre las PASO y Juan Manuel Urtubey le sugirió introducir el reparto por D’Hondt. El patagónico lo rechazó.
La reaparición de Cristina de Kirchner se proyecta para antes del 10 de noviembre. Su reposo estricto devolvió al centro de la escena a Amado Boudou, pero lo borró de la campaña. El vice se lleva bien con Abal Medina, pero choca con Zannini, aunque su protector real es Máximo Kirchner. Al vástago se atribuye promover a Diego Bossio como ministro de Economía en lugar de Hernán Lorenzino para despejar la ANSES.

Fuente: Ámbito Financiero

*

*

Top