El Fútbol Para todos ya es historia

“El Fútbol Para Todos terminó por decisión de los clubes. Ojalá que se pongan de acuerdo. El contrato fue rescindido. Consideramos terminada esa etapa. No va a haber plata para el fútbol”, fue la frase que eligió el jefe de Gabinete Marcos Peña para ponerle fin al programa estatal que más controversia generó en los últimos siete años. Fútbol para Todos, el estratégico espacio que el kirchnerismo ideó y explotó políticamente, dejó de existir el último día de 2016, por decisión de un Gobierno que en el único año que lo gestionó no pudo evitar el enorme gasto que le generó a las finanzas nacionales. Fueron poco menos de $ 9500 millones destinados a televisar de manera gratuita los torneos argentinos, de los cuales $ 1830 millones corrieron por cuenta del Ejecutivo macrista, que cerró el año con una erogación diaria para el área de $ 5 millones exactos.

Creado en agosto de 2009, luego de que el kirchnerismo sufriera un duro revés electoral en los comicios de medio término, el Fútbol para Todos provocó un gasto que fue en ascenso constante y que nunca se recuperó. Bien distinta fue la realidad de aquella promesa inicial de un producto rentable, que girara dividendos incluso a sectores del deporte más necesitados, como los atletas olímpicos. De entrada, nomás, para que rescindiera unilateralmente el contrato que lo unía con la empresa TSC, que televisaba el fútbol codificado, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner le aseguró al entonces titular de AFA Julio Grondona, un ingreso inicial de $ 600 millones por temporada, el equivalente a u$s 160 millones de la época, con un dólar que cotizaba en torno a los $ 3,80.

Pero el grifo se siguió abriendo con el transcurso de los años y el impacto fue aún mayor cuando Néstor Kirchner decidió no aceptar más auspiciantes y dejar el espacio sólo para que el Gobierno lo utilizara para promover sus principales logros de gestión. Así, tras una cuota inicial de $ 26,5 millones pagados en 2009, el FPT kirchnerista giró fondos por $ 589,7 millones en 2010; $ 815 millones en 2011; $ 1209 millones en 2012; $ 1395,4 millones en 2013; $ 1664,1 millones en 2014; y $ 1963,7 millones en 2015.

Tras ganar las presidenciales, el macrismo se hizo cargo del programa. Dejó de utilizarlo como plataforma de campaña y vendió el producto a los canales abiertos, pero los ingresos fueron casi insignificantes. Así, 2016 terminó con el Estado girando $ 1830,7 millones a la AFA y con los clubes reclamando aún $ 350 millones de una cuota de diciembre y un resarcimiento por el fin del vínculo que concluía en 2019, en torno a los $ 1050 millones.

El Gobierno, con la cuota adeudada incluida más un plus, ofrece desembolsar $ 530 millones. Por ahora no hay acuerdo, y la solución parece incierta, sobre todo porque no hubo ofertas concretas ni convincentes de privados para quedarse con el producto. Las propuestas de Turner, ESPN y otros gigantes internacionales que desde la AFA aseguraron tener y que eran superadoras a los fondos oficiales se fueron diluyendo con el paso de los meses.

Así, los seis años y medio del FPT como programa estatal concluyen, exactamente, con $ 9494 millones menos en las arcas estatales –sin contar los costos de producción–, que podrían haberse destinado a otros sectores, o bien utilizarse para mejorar el funcionamiento del fútbol nacional, que sigue tan o más asfixiado de deudas que en aquél agosto de 2009 cuando Cristina y Grondona sellaron un trato que prometió soluciones mágicas y terminó siendo un enorme dolor de cabeza.

Fuente: El Cronista

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