Al fin llegó el día: Familiares de los caídos en Malvinas que fueron identificados pudieron “despedirse” frente a sus tumbas

Soleado, frío, sin viento por la mañana. Fue un lunes que se ofreció más que generoso en las Malvinas para un acontecimiento histórico, y que además salió como se esperaba, de principio a fin. Cerca de las 8 de la mañana de este lunes los primeros familiares de los 90 caídos en la guerra, identificados el año pasado, entraban a un remodelado cementerio de Darwin para homenajear a sus seres queridos.

La llegada empezó con llantos desgarradores: “Ay, Dios, ay hijo mío, ¿dónde estás?”, gritaba entre lágrimas y casi arrastrándose Julia, la mamá de Angel Benítez, uno de los soldados identificados por el Comité Internacional de la Cruz Roja y el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

Las hermanas María Alejandra y Patricia González se abrazaban a la tumba de su hermano, el joven conscripto Néstor Miguel González, a cuya cruz le dejaron envuelto el poncho que dejó el joven en la casa paterna. Mirta Monzón, docente en el Impenetrable chaqueño, empezaba a armar con piedritas un “Te Amo” para Eleodoro Monzón, su hermano mayor, conscripto muerto en la última batalla de Sapper Hill y al que esperó en vano para festejar sus 15 años. La familia de Enrique Hüdepohl lloró a su caído. Su tumba se mostró a último momento curiosa: está compartida con restos aún no identificados.

Cada familia hacía su propio ritual. Unos se quedaban largo tiempo acostados en el piso con “el suyo”. Y a los familiares que lo requerían les daban sillas para quedarse a contemplar las cruces. Pero no hubo una sola de las 230 tumbas que no fuera recorrida por el grupo.

Clarín fue testigo de este acontecimiento, que se cerró con un acuerdo argentino británico a fines de 2016 para darle mandato al Comité Internacional de la Cruz Roja y poder identificar los cuerpos, bajo el rótulo de “Plan Proyecto Humanitario”. También el viaje de los 214 familiares que estuvieron este lunes en Darwin fue considerado absolutamente bajo esos términos y regido por estrictas reglas.

Hubo que ir y volver en el día. No se podía desplegar ni una sola bandera o simbología nacional, hacer referencias a política o al conflicto de soberanía entre Argentina y el Reino Unido. Sólo al final de la ceremonia religiosa y política los familiares se sacaron una “foto grupal” frente a la gran cruz del cenotafio y se escuchó dos veces y con fuerza “¡Viva la Patria”! Nadie pareció molestarse.

El grupo fue encabezado por el secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj, que viajó con pasaporte común y bajo el amparo del acuerdo humanitario establecido entre ambos países. Igual se lo sellaron, como a todos, de entrada y salida con la leyenda “Immigration Falkland Islands”.

Los familiares tuvieron los más altos honores militares de los británicos, por empezar, de la guardia escocesa que interpretó las melodías que escuchan en los funerales militares en los territorios del Commonwealth y ex colonias del Gran Bretaña. El comandante de las fuerzas británicas del Atlántico Sur, brigadier Baz Benett, fue la más alta autoridad militar presente. Además, el isleño Tim Miller se ocupó por encargo de la empresa Aeropuertos Argentina 2000 -que financió todo este viaje y la restauración completa del cementerio en 2004- de tener todo el lugar a punto, limpio, con flores de colores y rosarios nuevos.

El acto tuvo fuerte carácter religioso, tanto que hubo tiempo para rezar un Padre Nuestro y que los más creyentes comulgasen. Habló monseñor Enrique Seguí, arzobispo auxiliar de Buenos Aires y cercano al Papa Francisco. En su discurso, destacó la importancia de la “unidad y la paz” y parafraseó a Jorge Bergoglio cuando abogó “por la cultura del encuentro”. También habló el un religioso británico.

Entre los familiares, tuvo la palabra Fernanda Araujo. Rescató haber tenido “unas pocas horas muy necesarias”, que, concluyó, esperaba que fueran “el comienzo para que los familiares sigan volviendo a Malvinas”. Y recordó el “momento difícil” vivido el día anterior, con peleas políticas y algunos empujones -un sector critica a la dirigencia actual de familiares por haber estado tanto tiempo sin querer aceptar los ADN-, lo que muestra la grieta en todas partes de la sociedad argentina. Fernanda pidió “paz y unidad”, las que por ahora son un deseo.

Quien más abrazos recibió de todas las familias fue a lo largo de estos días el ex capitán del Ejército británico Geoffrey Cardozo, quien lideró los enterramientos en Darwin al final de la guerra, y cuya precisión, meticulosidad y respeto fue de gran ayuda para la Cruz Roja y el EAFF. Invitado a Darwin, Cardozo dijo sentir un “gran alivio” por lo que estaba ocurriendo.

Dentro de los 248 pasajeros que aterrizaron en las Malvinas en dos MD 83, más un avión privado, venían el presidente de Aeropuertos, Martín Eurnekian, sobrino del empresario Eduardo Eurnekian. También el agregado militar de la embajada británica en Buenos Aires, Christopher Robin, y Diego Coronel, de la Cruz Roja Argentina. El enlace de Aeropuertos, Roberto Curilovic, piloto de Super Etendar durante la guerra de 1982. También veteranos de guerra: el piloto y el copiloto de uno de los MD 83 (Hugo Pascual y Rafael Cornejo Sola).

Además, viajó quien estuvo a cargo de la obra de instalación del monumento en 2004, Hermenegildo Ocampo Chamorro, que se encargó del traslado a las islas de 400 toneladas de hormigón armado con revestimiento de pórfido y lápidas de granito. Los organizadores del viaje invitaron al empresario periodístico Daniel Haddad y al titular del Congreso Judío Mundial Adrian Werthein, quienes se mezclaron con los familiares.

Fuente: Clarín

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