En la última semana se dieron a conocer un gran número de indicadores económicos, los cuales dan cuenta, por un lado, de los avances en la consolidación de las cuentas públicas, un componente esencial del proceso de estabilización en marcha, mientras que los datos de actividad agregada y del mercado laboral de fines del año pasado continuaron mostrando un retroceso que podría estar deteniéndose en el comienzo del corriente año. Por otra parte, la evolución de la inflación mayorista, que se aceleró en el segundo mes del año, pone de manifiesto las dificultades para encausar un proceso de desinflación, en un escenario de ajuste de precios relativos, shocks de oferta y volatilidad cambiaria.
En lo que hace a la evolución de las cuentas públicas, los datos fiscales correspondientes al segundo mes del año volvieron a arrojar un resultado primario superavitario (el segundo consecutivo), alcanzándose también una importante mejora en el déficit financiero, que se contrajo un 82,3% a pesar del incremento en los pagos por intereses. La mayor consolidación que muestran los números fiscales se vio favorecida por ingresos que volvieron a mostrar un alza superior a la del gasto primario (+48,3% versus +29,3%), con una diferencia cercana a los 20 puntos porcentuales.
De este modo, en el primer bimestre del año se alcanzó un superávit primario de $23.384 millones (en comparación con un déficit de $16.299 millones en igual período de 2018), siendo esta la primera vez en siete años en que el sector público nacional comienza el año con dos meses consecutivos de superávit primario. Con este resultado, que equivale a 0,1% del PIB, el gobierno se encuentra bien encaminado para cumplir con la meta pautada para el primer cuarto del año, fijada en un superávit de $6.000 millones.
En cuanto a la evolución de la actividad agregada, los datos de las Cuentas Nacionales correspondientes al cuarto trimestre del año pasado mostraron que la economía continuó contrayéndose en el cierre de 2018. El Producto Bruto presentó una disminución de 6,2% interanual, promediando en el año una caída de 2,5% con respecto a 2017. A su vez, se registró una baja de 1,2% en el cuarto trimestre en relación al tercero (medida sin estacionalidad), aunque algunos indicadores estarían señalando que la actividad podría alcanzar un piso en dicho período.
Los últimos datos de producción industrial y de la actividad de la construcción, correspondientes al mes de enero, presentaron una variación mensual positiva (medida sin estacionalidad), habiéndose observado también en febrero un crecimiento en los despachos de cemento (el primero en términos interanuales desde abril de 2018), acompañado por movimientos similares de otros indicadores sectoriales. Dicha evolución se encuentran en línea con lo previsto en el último relevamiento de expectativas de mercado (REM) del BCRA, en el que las proyecciones de los analistas privados señalaban que el Producto dejaría de contraerse en el primer trimestre de este año, previéndose una recuperación en el segundo, a partir de un mayor empuje de la actividad agropecuaria.
En lo que hace a los datos del mercado laboral, también correspondientes al último trimestre de 2018, estos capturaron los efectos de la contracción de la actividad agregada sobre la tasa de desempleo. La desocupación ascendió al 9,1%, situándose 1,9 puntos porcentuales por encima del 7,2% del último cuarto de 2017, producto de una caída del empleo, pero también de un mayor número de personas que salieron a buscar trabajo (con incidencias aproximadas de 1/3 y 2/3, respectivamente, en el aumento del desempleo).
Finalmente, en la semana también se conocieron los datos de los precios mayoristas correspondientes al mes de febrero. En dicho período se incrementaron un 3,4%, variación superior a la registrada en los tres meses previos (+0,7% en promedio). Si bien los productos manufacturados (+2,4%) experimentaron una aceleración en el margen, la variación del nivel general del índice de precios al por mayor se vio impulsada por el incremento en las tarifas eléctricas (+20%) y por la volatilidad que muestran los precios de los productos primarios. En contraste con una caída promedio de 2,2% en los tres meses previos, estos últimos presentaron una suba de 5,3% en febrero, en la cual incidió tanto el incremento del precio internacional del petróleo como el encarecimiento de los productos agropecuarios, liderados por el precio de la carne vacuna (aunque este incremento del valor de la hacienda, que tuvo un impacto directo sobre los precios minoristas de los alimentos, habría dejado de ejercer presión en el mes de marzo, de acuerdo a datos del Mercado de Liniers).
En síntesis, sobre un trasfondo de corrección de los desequilibrios fiscal y externo tendiente a sentar las bases para dejar atrás los ciclos recurrentes de crecimiento y recesión que aquejan a la economía nacional desde el año 2011, diversos indicadores siguen reflejando los efectos sobre la actividad, el empleo y los precios derivados de la fuerte depreciación que experimentó el tipo de cambio en 2018, comenzando a verificarse los primeros signos de estabilización en el comienzo de 2019, los cuales deberá monitorearse si logran consolidarse en los próximos meses.