Sebastián Urquijo, Lic. Psicología y Dr. Psicología Educacional, investigador principal del CONICET e investigador del Proyecto “Evaluación del Impacto Emocional del Aislamiento por Covid-19 en especial en adolescentes”

Puede que una persona menor de edad no tenga la capacidad de entender las cuestiones médicas de una epidemia, pero un estudio reciente demostró que niños, niñas y adolescentes son los más afectados por el encierro que supone la cuarentena por el coronavirus Covid-19. A la incertidumbre y la prohibición de salir a la calle se le suma la percepción del estado de ánimo que tienen los adultos del hogar y la falta de la rutina conocida, incluidas las clases.

El resultado en los adolescentes es que “más de un 20% informó niveles moderados o graves de depresión al inicio” de la cuarentena, el 20 de marzo pasado, y que dos semanas después ese porcentaje subió a 25%, señaló Sebastián Urquijo, Lic. Psicología y Dr. Psicología Educacional, investigador principal del CONICET e investigador del Proyecto “Evaluación del Impacto Emocional del Aislamiento por Covid-19”.

Urquijo, que es vicedirector Instituto de Psicología Básica, Aplicada y Tecnología (UNMDP-CONICET), explicó que los adolescentes “tienen más miedos, enojo e incertidumbre, además del alto nivel de estrés que sienten en sus casas y que ven en las noticias”, y que además “sintonizan nuestros estados emocionales y perciben la exposición al coronavirus como una amenaza”, lo que aumenta sus niveles de ansiedad.

Esa ansiedad aparece en “comportamientos desafiantes como enojarse, gritar o discutir, más que en llanto, tristeza o preocupación”, indicó Urquijo.

Este miércoles, 20 de mayo, se cumplieron dos meses desde que el presidente Alberto Fernández decretó el inicio del aislamiento social preventivo y obligatorio, o cuarentena general, para contener y controlar el avance del coronavirus Covid-19 en el país.

Aunque las clases no se suspendieron, sino que en su mayoría siguieron por la vía virtual, niños, niñas y adolescentes de todo el país quedaron confinados a sus hogares de un día para el otro. Ese encierro, planteó Urquijo, “empeoró los resultados” de estudio a apenas 15 días de su inicio.

Para contrarrestar la situación, que al menos en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) será de encierro por bastante tiempo, Urquijo le propuso a las personas adultas con menores de edad a cargo “ser auténticos y honestos sobre la incertidumbre y los desafíos de la pandemia” de coronavirus para generar el espacio de intercambio de ideas.

Además planteó evitar “muchas noticias y mucho tiempo ante pantallas” y buscar dentro de lo posible hacer ejercicio o aprovechar los permisos para actividades recreativas al aire libre. “Si no se puede salir, ayuda mirar por la ventana, especialmente la luz del día”, aconsejó.

“Las interacciones sociales por videoconferencias, teléfono, mensajes en línea son importantísimas y mejor, si son a la misma hora todos los días. Las siestas no hacen bien, nunca más de media hora. Evitar pantallas de noche, porque la luz azul inhibe la hormona que nos ayuda a dormir”, enumeró.

Uno de los pilares de la rutina para adolescentes es la vida social, pero “si se quejan y patalean por la falta de fiestas de cumpleaños, de previas, salidas y encuentros con amigues, es importante validar la tristeza y la frustración, reconocer las pérdidas, escucharlos con empatía y reconocer sus pensamientos, sentimientos y emociones, además de ayudarlos o promover que los exploren y comuniquen”, convino Urquijo.

Fuente: Minuto Uno

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