El examen final que Argentina está protagonizando con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para cerrar el primer año de vigencia del Facilidades Extendidas pasó desde ayer a una nueva etapa: la virtual. A partir de estos días, los funcionarios argentinos y los técnicos del organismo que maneja Kristalina Georgieva, cruzarán datos y se deberán poner de acuerdo sobre la foto final del 2022; ya sabiendo las partes que las metas pactadas y obligatorias se cumplieron. Pero que muchos de los compromisos que figuraban en la categoría de objetivos (horizontes que el país debía lograr pero que no implicaban la caída del acuerdo) no se consiguieron; y deberá resolverse si se le renueva la confianza al país para que este año se sigan persiguiendo, si se olvidan o si el FMI muestra decisión de presionar al gobierno de Alberto Fernández para obligarlo a un compromiso mayor. En el listado figurarán cuestiones financieras vinculadas a la deuda en pesos, el revalúo inmobiliario, políticas de expansión monetaria y dos capítulos centrales sobre los que, se sabe, el gobierno y el FMI no están de acuerdo ni en formas ni en objetivos. Esto es, la multiplicidad de tipos de cambio y la inflación.
Todos estos temas serán ahora conversados y eventualmente negociados por la plana mayor de los representantes de la conducción económica del país y del FMI. Esto es, Sergio Massa y sus funcionarios más importantes como el viceministro Gabriel Rubinstein, el secretario de Finanzas Eduardo Setti, el encargado de las negociaciones con los organismos internacionales Marco Lavagna, el secretario de Hacienda Raúl Rigo y el jefe de asesores Leonardo Madcur. Se sumará el presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA) Miguel Pesce y, eventualmente, algún otro funcionario que sea requerido desde Washington.
Desde la sede del Fondo, vía zoom, participarán los técnicos que llevan adelante el caso argentino y que estuvieron en Buenos Aires hasta el martes por la mañana; pero se suman el director interino para el Hemisferio Occidental Nigel Chalk, y, fundamentalmente, la número dos del organismo, la norteamericana Gita Gopinath. Ambos ya le dejaron en claro a sus interlocutores locales que en esta oportunidad sólo se evalúan los datos del 2022 y que la aprobación del ejercicio pasado se concentrará en el cumplimiento de las metas de déficit fiscal de 2,5% del PBI, emisión no mayor al 0,8% del producto y las reservas por arriba de los u$s4.800 millones.Todas con bandera de llegada. Y que los objetivos polémicos no entrarán en la consideración de la aprobación ni merecerán el tratamiento de waivers
Sin embargo, estarán dentro de la mesa de discusiones las primeras proyecciones que Gopinath quiere que estén en la mesa de debate para comenzar a diseñar el 2023. Se supone que estas actividades virtuales continuarán durante esta semana y la próxima. Y que una vez que se cierre el capítulo, se redactará la carta de intención que se enviará al Board del organismo para su aprobación. Se descarta que el resultado será positivo para el equipo económico y que el 2022 será avalado. Pero también que habrá que leer en el informe final que se firme en el directorio del FMI, observaciones críticas a las variables locales que no están bajo control y que requieren atención personalizada de parte de los técnicos del Fondo.
Mientras tanto, y tal como adelantó este diario, el gobierno maneja la hipótesis que el crecimiento para el 2023 de la economía local superará el 2% comprometido, y que llegaría al 3%; con lo que el ministerio que maneja Sergio Massa tendría mayor flexibilidad en dos variables fundamentales vinculadas a las metas con el FMI: un mayor nivel de movimiento numérico medido en pesos dentro del déficit fiscal comprometido de 1,9% para todo el año y la emisión monetaria tope de 0,8% del PBI.
Fuente: Ambito