Con todas sus contradicciones y los malos entendidos de una época turbulenta, Alicia Moreau de Justo ocupa “un sitial importantísimo” en la historia del feminismo argentino, pero también fue una gran impulsora de la democracia que hoy “estaría acompañando todas las luchas por la democratización de la vida a partir de la justicia de género”, aseguraron referentes del sector a 37 años de su muerte
Una de las primeras mujeres en recibirse de médica en la senda que había abierto Cecilia Grierson, Alicia Moreau se desempeñó además como dirigente política, periodista, conferencista, escritora y activista incansable por los derechos de las mujeres a lo largo de una prolífica y larga vida que se apagó recién el 12 de mayo de 1986, a la edad de 100 años
Nacida en 1885 durante el exilio en Londres de sus padres franceses tras participar de la fallida experiencia de la Comuna de París (1871), llegó con ellos a la Argentina a los 5 años
En 1905 se recibió de profesora en el Normal 1 donde tuvo como docente a Hipólito Yrigoyen, quien en 1916 se convertiría en el primer presidente electo tras la sanción de la Ley Sáez Peña de voto universal, secreto y obligatorio.
En 1910 participa del Primer Congreso Femenino Internacional que coincide con los festejos del centenario de la Revolución de Mayo en Buenos Aires y cuatro años más tarde se recibe de médica con diploma de honor.
Su especialidad era la ginecología y, mientras ejerció la profesión siempre se hizo un espacio para atender gratuitamente a mujeres sin recursos afectadas por enfermedades de transmisión sexual, sobre todo a aquellas que estaban en situación de prostitución.
Por influencia de su padre anarquista y librero, incursionó en la senda del librepensamiento primero y del socialismo después, mientras que inclinaciones más personales la iban sumergiendo paralelamente en el mundo de las reivindicaciones feministas.
“Alicia ocupa un sitial importantísimo en la primera fase del feminismo en la Argentina. Ella se va haciendo feminista sobre todo en la década de 1910 y se consolida notablemente con el viaje que realiza en 1920 a los EE.UU., donde participa de encuentros que le cambian completamente la perspectiva al punto que cuando regresa comienza a hacer gestiones muy fuertes que las van a tornar una de tres figuras centrales durante esa década junto a Elvira Rawson y Julieta Lanteri”, dijo a Télam la historiadora y activista feminista Dora Barrancos.
Ya en 1918 se habían fundado diferentes organizaciones con el impulso al voto femenino como principal denominador: la Unión Feminista Nacional encabezada por Alicia Moreau de Justo, la Asociación pro Derechos de la Mujer de Elvira Rawson de Dellepiane y el Partido Feminista Nacional de Julieta Lanteri quien al año siguiente se convierte en la primera mujer candidata a diputada nacional del país.
Con el apoyo de Moreau y Rawson, Lanteri obtiene 1730 votos en unos comicios restringidos a los varones en los que ella misma no pudo votar. Las tres participaron también de diferentes simulacros de votación para visibilizar la palpable desigualdad política entre los géneros.
En 1920, Moreau se afilió al Partido Socialista y dos años después formó pareja con su líder, Juan Bautista Justo, un hombre viudo 20 años mayor que ella con quien tuvo tres hijos a los que crio prácticamente sola porque su esposo falleció cuando la menor de ellos tenía solo un año, en 1928.
Tras la muerte de Justo, Alicia tuvo que revalidar su lugar en el partido por su condición de mujer, tarea nada fácil según explicó hace dos años su íntima amiga Elena Tchalidi – fallecida en 2021- en diálogo con Télam.
“Cuando falleció Juan B. Justo ella quedó como autoridad del Partido Socialista, pero nunca ocupó un cargo electivo”, dijo.
“Machistas hay en todos los partidos, creo que los nuestros que eran muy buenas personas, querían el bien de todo el mundo, y trabajaban por los trabajadores, pero las mujeres siempre en segundo término. Ahora las cosas han cambiado muchísimo”, agregó
El otro gran amor de su vida -en este caso un amor prohibido que fue “un secreto a voces”- había sido otro dirigente socialista, Enrique del Valle Ibarlucea, de quien fue amante entre 1908 y el año de su muerte, en 1921, porque él nunca se separó de su esposa y madre de sus hijos, María Luisa Curutchet
Su activismo también fue decisivo para la ley de emancipación civil de la mujer de 1926 que eliminó la necesidad del consentimiento del marido para que las mujeres casadas pudieran trabajar, educarse y testimoniar.
La norma es considerada el segundo triunfo legislativo del movimiento feminista tras la sanción, un año antes, de la Ley 11 317 que establecía que las mujeres no podían trabajar más de ocho horas diarias, prohibía las tareas insalubres, el trabajo de niños menores de 12 años y el despido de mujeres embarazadas, entre otras medidas
En 1932, elaboró un proyecto de ley de sufragio femenino que fue presentado por el diputado socialista Mario Bravo y que obtuvo la aprobación de los diputados, pero fue rechazado en el Senado al encontrarse ampliamente dominado por los conservadores.
Apoyó a la Segunda República Española en la guerra civil y fue una asidua crítica del peronismo, al que juzgó como antidemocrático.
“En el ’46 Perón gana las elecciones y las fuerzas socialistas estaban absolutamente enfrentadas a la posibilidad de esa deriva del peronista y conjugaron la idea de ‘Perón-configuración fascista’ que fue un malentendido gravísimo de todo el período”, dijo Barrancos.
“Alicia después fue integrante de la Junta Consultiva de la llamada Revolución Libertadora y se opuso tenazmente a que se suspendiera la ley de divorcio (sancionada en 1954 y suspendida en 1956) al punto de asegurar que iba a renunciar”
Por eso, cuando finalmente se sancionó la ley de sufragio femenino en 1947 y a instancias de Eva Perón, no celebró esta conquista en la medida en que era esperable que lo hiciera por todo el tiempo y esfuerzo invertido años anteriores para conseguirlo.
“Posteriormente, cuando llega esa bisagra dramática en que se interrumpe el estado de derecho en la Argentina y se proscribe al peronismo, ella está en una dura encrucijada por ser antiperonista pero al mismo tiempo una demócrata, inmersa en esa diástole y sístole que experimentó mucha gente que no entendió al peronismo”, dijo.
En 1958, participó de la división del Partido Socialista y la fundación del Partido Socialista Argentino, ocupando la dirección del periódico La Vanguardia hasta 1960.
Escribió seis libros, entre ellos “El Socialismo según la definición de Juan B. Justo” (1946) y “La mujer y la democracia” (1947)
Hasta el día de su muerte permaneció ligada a la vida política, participando activamente en la denuncia de los crímenes de la última dictadura militar como una de las fundadoras de la APDH y una de las dirigentes que dio testimonio ante la comisión de la OEA en 1980.
“Yo estoy segura que si hoy Alicia estuviera viva, contrafácticamente, sería una gran adherente al feminismo popular, habría aprendido otras lecciones, estaría también espantada con la desigualdad y acompañando todas las luchas por la democratización de la vida a partir de la justicia de género, entre otras”, concluyó Barrancos
Fuente: Telam