Las luchas feministas, en el centro de la escena

En una de las fotos que ilustran la noticia que la tiene desde este viernes como gran protagonista por ser la flamante ganadora del Premio Nobel de la Paz, la activista y periodista iraní Narges Mohammadi, de 51 años, lleva una blusa blanca y el rostro apenas maquillado; los labios pintados de rojo dibujan una media sonrisa; los cabellos ondulados y oscuros, están sueltos. Sin velo. Sin hiyab. Detrás suyo se observa una pared con un empapelado a rayas claras y un cuadro colorido: podría ser la habitación de una casa o una oficina. En otra se la observa en la calle, con un pañuelo verde que le cubre la cabeza pero que deja ver algo de su cabellera negra y ella –otra vez con su media sonrisa– hace con la mano derecha la tradicional V de la victoria. En la cuenta de Instagram que lleva su nombre hay una foto publicada hace pocas horas donde está riendo, tiene una camisa amarillo intenso y un collar de cuentas de diferentes colores, y otra vez sus cabellos rulosos libres. Está apoyada sobre una mesa o escritorio y al costado se ve parte de una biblioteca con muchos libros. “Gracias a todos por sus hermosos y conmovedores mensajes. Como sabrán, es imposible hacer una llamada telefónica en la prisión de Evin para los presos políticos del pabellón de mujeres los viernes y jueves, por lo que tendremos que esperar hasta mañana para tener noticias de Narges y darle las buenas noticias”, leo en el posteo que acompaña la foto de la camisa amarilla. ¿Es que todavía ella no se enteró de que acaba de recibir el Premio Nobel de la Paz? Miro las distintas fotos suyas y me pregunto de cuándo serán. ¿Cómo se vería ahora ella si pudiera ser fotografiada en la cárcel de Teherán donde está detenida? ¿Las autoridades iraníes la liberarán para que pueda recibir el galardón? Parece imposible.

Es la segunda mujer iraní en ser distinguida con el mismo galardón: la primera fue la abogada musulmana Shirin Ebadi justo 20 años atrás por “sus esfuerzos por la democracia y los derechos humanos”.

En esta oportunidad el jurado destacó a Narges Mohammadi “por su combate contra la opresión de las mujeres en Irán” y “su lucha por promover los derechos humanos y la libertad para todos”. Mohammadi no solo es conocida por oponerse al velo obligatorio sino también a la pena de muerte en ese país. “Su valiente lucha ha tenido un tremendo costo personal. En total, el régimen la ha detenido 13 veces, la ha condenado en cinco ocasiones y la ha sentenciado a un total de 31 años de prisión y 154 latigazos”, declaró Berit Reiss-Andersen, presidenta del Comité Nobel noruego en Oslo. En noviembre de 2021 fue detenida cerca de la capital iraní, donde asistía a una ceremonia en memoria de un hombre muerto en 2019 durante una manifestación contra el aumento del precio del combustible. Dos meses después, fue condenada a ocho años de prisión y 70 latigazos. Desde entonces, está presa.

Este galardón es un claro mensaje de apoyo a la lucha por la igualdad de género frente a uno de los regímenes más duros contra las mujeres en el mundo –como es el de la República Islamica de Irán– y sobre todo de apoyo al levantamiento popular iniciado el año pasado tras el asesinato en manos de la policía “de la moral y el vicio” de Mahsa Jina Ahimi, la joven kurda de 22 años detenida por no por no llevar adecuadamente el hiyab, velo que debe cubrirle por completo la cabeza a las mujeres en el espacio público. El Comité de Oslo explicó que el premio de este año “también reconoce a los cientos de miles de personas que el año pasado se manifestaron contra las políticas de discriminación y opresión del régimen teocrático de Irán contra las mujeres”. Ha sido el mayor movimiento de protesta en décadas en Irán, reprimido ferozmente por las fuerzas policiales y de seguridad y que dejó muertos, encarcelados, y hasta ataques químicos contra niñas. La resistencia contra un código de vestimenta se convirtió en contraseña de libertad.

El premio llega cuando en lugar de eliminar la policía “de la moral y el vicio” como prometió el Ayatollah, líder supremo, tras el asesinato de Mahsa Jina Ahimi, se están endureciendo las leyes contra las mujeres, con penas de cárcel y multas más altas por no respetar el uso obligatorio del velo, así como la utilización de inteligencia artificial para identificar a las infractoras, según informó la CNN.

En estos meses, las mujeres que desafían las leyes del régimen, defensores y defensoras de derechos humanos que las representan y periodistas que informan sobre el movimiento han sido atacadxs y castigadxs. La revista Time contó que tres actrices (Azadeh Samadi, Leila Bolukat y Afsaneh Bayega) que optaron por quitarse el hijab fueron diagnosticadas como enfermas mentales y se les ordenó someterse a tratamientos psicológicos forzosos. Ese es el contexto en el que llega este Nobel de la Paz.

Cuando Mohammadi se enteró de las protestas políticas relacionadas con el asesinato de Mahsa Jina Ahimi, desde prisión expresó su apoyo a quienes se manifestaban y organizó acciones solidarias entre sus compañeras de cárcel. Las autoridades penitenciarias respondieron imponiendo condiciones aún más estrictas. A Mohammadi se le prohibió recibir llamadas y visitas. “Las mujeres no se rendirán. Nos impulsa la voluntad de sobrevivir, ya sea que estemos dentro o fuera de la prisión”, escribió en un reciente artículo sacado de contrabando de la prisión y que fue publicado por el New York Times en el primer aniversario del asesinato de Mahsa Jina Amini, el 14 de setiembre último.

Ese día, ella y otras tres prisioneras quemaron sus velos en el patio de la cárcel, según contó su familia en una cuenta de Instagram.

El Premio Nobel de la Paz pone en el centro de la escena las luchas feministas en momentos en que las derechas más a la derecha pretenden ganar terreno y encontraron fuerte resistencia como en España pero se impusieron en Italia (antes en Brasil y Estados Unidos, con Bolsonaro y Trump), por mencionar algunos ejemplos recientes. Milei no es un líder teocrático y la Argentina hoy está lejos de ser Irán. Pero el líder libertario y sus colaboradores muestran cada vez más su espíritu autoritario: reivindican la última dictadura militar y niegan la desigualdad de género y la violencia estructural e histórica consecuencia del machismo que sufren mujeres. ¿De qué lado del muro quedará Argentina tras las elecciones presidenciales? 

Fuente: Pagina 12

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