Memoria, Verdad y Justicia. En un nuevo #24M, un lema que surgió con la llegada de la democracia logró transformarse en el máximo legado de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo a lo largo de la historia. Con el paso de los años y las generaciones, la transmisión y reproducción de este mensaje inundó cada aspecto de la vida social y política. Pero para que el trabajo “más crudo y técnico” de reconstruir la historia se refleje y llegue al resto de la ciudadanía es clave que se exprese en las diferentes formas y esferas de la vida como el arte, la cultura, el deporte y la educación.
Todo aporta a sostener la memoria colectiva y a reivindicar a las y los desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar, desde distintas áreas de la sociedad. Desde la ciencia y la antropología, el EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense), investiga y colabora en la búsqueda que realizan los diferentes organismos de DD.HH. para identificar restos. También se llevan adelante trabajos en la concientización a nivel educativo, como del que se ocupa Ronda Cultural, un espacioque busca dar a conocer la historia “sin tantos tecnicismos”, para encontrarse presente en lo cotidiano. Sin dejar de lado el protagonismo de sociedades civiles o clubes de fútbol, que buscan honrar a las activistas y referentes y deconstruir el deporte para las nuevas generaciones. Todos intervienen desde su lugar.
El objetivo es claro: reforzar la memoria para que lo que pasó en la última dictadura cívico militar no vuelva a ocurrir, que la lucha por la historia de esos cuerpos y la restitución a las familias siga vigente y que, a pesar de un contexto repleto de negacionismo a partir de los discursos de odio que reproduce el aparato estatal del gobierno de Javier Milei, la memoria y la lucha no quede en las Madres y Abuelas sino que trascienda y siga viva en las generaciones futuras.
Historias a los cuerpos y cuerpos a las historias
El EAAF es una institución científica, no gubernamental sin fines de lucro, que desde 1984 -año de su creación- aplica diferentes metodologías y técnicas de ciencia forense para investigar, buscar, recuperar, determinar causas de muerte, identificar y restituir a personas desaparecidas en la última dictadura militar. “El aporte que hace el EAAF, justamente está relacionado con la frase de Memoria, Verdad y Justicia. Memoria por el hecho de no olvidar lo que pasó en la última dictadura militar, Verdad porque a través de nuestro trabajo y nuestras investigaciones podemos darle una respuesta al familiar rompiendo tantos años de incertidumbre de saber qué pasó con su ser queridos y Justicia porque colaboramos en los juicios de lesa humanidad”, explicó Carlos Rojos Surraco, investigador de la Unidad de Búsqueda.
Surraco remarcó, en varias ocasiones, lo “gratificante” que es para ellos colaborar con la búsqueda de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo y señaló que entienden su lucha, sus convicciones. El “no bajar los brazos” sigue siendo para el EAAF “un puntapié inicial y un motor que nos ayuda a poder seguir adelante dándole respuestas a los familiares”. Según contó a El Destape, desconocía el trabajo del equipo hasta su ingreso (en 2007) y tomó dimensión de la importancia que tenía brindar respuestas y establecer vínculos con el familiar que se encuentra atravesado por la incertidumbre.
“El legado que han dejado las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo es importantísimo, han trascendido fronteras en lo que es la política de derechos humanos. Además, el hecho de que hoy haya chicos que están transitando la secundaria o jóvenes que tienen entre 20 y 25 años -es decir, las nuevas generaciones-, se preocupen, se ocupen e investiguen sobre lo que pasó durante la última dictadura es gracias al esfuerzo y gracias a la lucha que ellas llevaron adelante”, sostuvo firmemente. Hasta el momento, se identificaron 820 personas y todavía hay más de 600 cuerpos a la espera.
Por su parte, la coordinadora de la Unidad de Casos, Virginia Urquizu, aseguró que “son referentes importantísimas, que como cada una de las organizaciones colaboró a lo largo de los años con las investigaciones” ya que “fueron ellas quienes se acercaron y dieron testimonio, quienes nos llaman por teléfono cuando se enteran de algún dato que puede ser relevante para seguir con las investigaciones y también quienes han hecho que, por un lado, se diera apertura a los procesos de búsqueda de justicia y a los procesos de investigación” utilizando técnicas de la ciencia para recuperar a aquellos nombres enterrados sin nombre. “El legado es enorme, inmenso y sigue hasta el día de hoy”, enfatizó.
También se refirió al rol fundamental del EAAF para la búsqueda e identificación de desaparecidos a lo largo de la historia. A través de su área, reciben a las familias y los casos. “Somos quienes tenemos el primer contacto, quienes salimos a buscar a esos familiares cuando hay una hipótesis de identidad fuerte respecto a la identidad de alguno de los restos que tenemos en custodia”, explicó. También son quienes entrevistan a las familias, toman muestras de referencia para hacer las comparaciones y realizan el acompañamiento necesario. “Cuando dan su muestra de sangre y tenemos la suerte de darles un resultado positivo, también somos quienes los acompañamos en el proceso que se abre a partir de una identificación, como los trámites judiciales o la restitución del cuerpo para que puedan darle sepultura”, detalló.
Si tenés un familiar víctima de desaparición forzada en Argentina -entre 1974 y 1983- o creés que sos hijo o hija de desaparecidxs, el EAAF te está buscando. Podés comunicarte a través del 0800-345-3236 o escribir al mail iniciativa@eaaf.org.ar.
También podés ingresar a la página web y completar el siguiente formulario, teniendo en cuenta que la información brindada es confidencial y el proceso, completamente gratuito.
Más allá del paso a paso que lleva adelante el Equipo Argentino de Antropología Forense, las y los trabajadores dicen sentir orgullo por lo que generan sus investigaciones en la memoria colectiva, porque logran alcanzar la certeza de que “aquella persona desaparecida, que hasta ese momento no se tenía idea de cuál había sido el destino final de su cuerpo, finalmente pase a ser una persona asesinada”. Sobre esto, Urzquizu sostuvo que se trata de un “enorme impacto” a nivel personal, intrafamiliar y también para continuar con la conformación de un corpus de datos, claves para los diferentes procesos judiciales y de juzgamientos que se llevan a cabo en el país por los crímenes de lesa humanidad.
La antropóloga se refirió también a lo que representan esos cuerpos aún no identificados y a la importancia que tiene para ellos “ir caminando juntos” con Abuelas, Madres y los diferentes organismos. “Hay un compromiso con esa búsqueda, con esas familias y también con esos restos que fueron recuperados a lo largo de la historia y que todavía no han sido identificados. Hasta ahora no hemos podido lograr unir esa historia con ese cuerpo y ese cuerpo con esa historia, a nivel personal es muy fuerte”, concluyó.
La memoria como parte de la vida cotidiana
“Lo que nosotras buscamos con nuestro trabajo por un lado es tornar accesible a ciertos contenidos a públicos que quizás no están tan familiarizados con la temática o en este caso concretamente con lo que sucedió en la última dictadura cívico militar y, por otro lado, trazar vínculos entre nuestras cotidianidades, o sea, entre lo que vivimos todos los días y ese momento histórico del país”. Eso es lo que buscan desde Ronda Cultural, una organización educativa independiente, según Florencia Iglesias, co-directora del espacio.
La asociación civil publicó recientemente “Diálogos por la Identidad”, un ciclo audiovisual que aborda las luchas por el derecho a la identidad y la memoria a partir de diversas manifestaciones desde la cultura, la ciencia y la comunicación. Hace algunos meses lo convirtieron en material didáctico para descargar de forma libre y gratuita. Según detalló la codirectora, sus producciones son una herramienta que permiten crear de alguna forma nuevas narrativas y relatos desde un lugar un poco más accesible en medio de tantos obstáculos que existen para que la gente pueda apropiarse de la historia y generar un sentido de familiaridad en quien está escuchando y no pensarlo como un proceso abstracto que no tiene nada que ver con lo que vivimos actualmente.
Iglesias admitió que ciertos grupos no se sienten interpelados por algunos relatos que son más técnicos o que se presentan como más especializados por eso cuando produjeron “Diálogos por la identidad” o “Guardianes de la memoria”, un podcast que lanzaron recientemente para infancias, lo que hicieron fue pensar a quién querían llegar con ese mensaje. “Entonces, por ejemplo, en el podcast abordamos figuras como la de Rodolfo Walsh desde un plano político, pero también desde lo personal, de pensar que era una persona como cualquiera de nosotros que tenía proyectos, inseguridades, familia, amigos, cosas que le gustaba hacer y otras que no porque creemos que de esa forma la historia puede resultar un poco más cercana para gran parte de las personas”, sostuvo.
De esta manera, estas producciones lo que hacen es invitar de alguna forma a reflexionar sobre qué impacto tuvo esa última dictadura en los diversos ámbitos de la vida social y política, pero también en el artístico cultural, científico, educativo y también social. Las producciones buscan “de alguna forma incentivar el ejercicio de pensarnos” desde nuestro presente con un Estado democrático y garante de derechos para poder desde ese lugar “proclamar socialmente nunca más”.
Según Iglesias, desde Ronda Cultural entienden a “la cultura no solo como el arte y el patrimonio, sino como un conjunto de sentidos que se construyen socialmente”. En ese marco, “la memoria es una parte fundamental de esos sentidos que construimos”; por eso tratan de aportar a que “esa memoria no se pierda ni se desdibuje”.
“Somos hijas de la democracia, pero entendemos que esa democracia y que los derechos que también conlleva no siempre estuvieron garantizados, que hubo períodos muy oscuros y sangrientos en nuestro país, que en ese marco hacer memoria es clave también para entender justamente de dónde venimos, qué cosas no queremos repetir y hacia dónde queremos ir”, sostuvo y enfatizó que este trabajo es “sin duda gracias a la lucha de organizaciones como Abuelas y Madres de Plaza de Mayo que hoy podemos entender esa gran parte de la historia que atravesamos como país”.
En ese sentido, remarcó que es importante resaltar que las nuevas generaciones tienen la responsabilidad de mantener viva esa lucha, de apropiarse de esa lucha y resignificarla para poder sostener un consenso democrático y también de protección de los derechos humanos. “Para nosotras las Abuelas y Madres representan una lucha y una militancia colectiva e incansable para la memoria de los derechos humanos, son un ejemplo de que la única lucha que se pierde es la que se abandona, en un contexto tan complejo como el que atravesamos actualmente ellas para nosotros marcan un norte de hacia dónde seguir y nos llenan de energía para sostener la lucha y para avanzar”, agregó.
Iglesias recordó también una reciente charla de Taty Almeida en la Universidad Nacional de Tres de Febrero en las que les decía: “Si nosotras pudimos, ¿como ustedes no van a poder?”. Esa interpelación la marcó y hoy la lleva como legado. “Su legado nos pertenece a todos y a todas y por eso nos corresponde cuidarlo, abrazarlo y continuarlo para que las futuras generaciones también lo conozcan y sobre todo que se involucren”, remarcó.
Norita Fútbol, el club en honor a Cortiñas que mezcla pasión por la pelota y la lucha por los derechos humanos
La idea de sostener viva la memoria tiene múltiples formas y el fútbol puede ser una de ellas. Así lo entendieron en el club de fútbol feminista y transfeminista Norita Fútbol Club que desde 2018 lleva el legado de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en cada entrenamiento y campeonato. Y también lo afirmó Tamara Haber, integrante y una de las fundadoras de la organización deportiva que detalló que “muchos años el fútbol fue un bastión que sirvió y que fue funcional en muchos casos a los genocidas, y nosotras reivindicamos como propio, como un estandarte de la cultura popular, de la expresión popular, de la reivindicación de lo colectivo y del desarrollo de valores y principios de solidaridad que son los que cultivamos diariamente en el club”.
La militante feminista explicó a El Destape que el club, que honra a Norita Cortiñas, mezcla la pasión por el fútbol con la lucha por los derechos humanos y los transfeminismos. Un club destinado a personas LGBTIQNB+ y mujeres que piensan y sienten el fútbol como una práctica deportiva que apuesta a potenciar la competencia y las individuales en lo colectivo, con Betty García, histórica del deporte, a la cabeza.
“Nosotras fundamos el club en el 2018, en un momento de muchos retrocesos en cuanto a derechos pero en el marco de la masificación y del avance del movimiento feminista que venía creciendo en nuestro país. Nosotras fundamos el club con el nombre Norita porque en ese momento en donde también había muchos compañeros y muchas compañeras siendo perseguidos y amedrentados y nos la encontrábamos en todos los espacios y en todos los lugares en donde nosotros íbamos a reclamar justicia. Por eso, es un honor y placer para nosotras llevar el escudo con su cara en el pecho cada vez que salimos a la cancha”, remarcó.
El club, que el año pasado consiguió la personería jurídica y este año cumple siete años de actividades, entrena todas las semanas y capacita a mujeres y disidencias en el fútbol y los derechos humanos. Un dato a destacar es que en el club, que llevaron adelante una tarea de reconstruir la memoria en el fútbol, se desarrolló una investigación sobre la historia de jugadoras que participaron, por ejemplo, del Mundial de 1971, en los sudamericanos, que organizaron y gestionaron torneos cuya memoria no estaba. En este marco, hoy dos de ellas Teresa Suárez y Betty García son parte del plantel técnico y a través de sus conocimientos y sus saberes históricos las futbolistas aprenden en la cancha. “Eso también para nosotras es parte del legado de las Madres y las Abuelas poder reconstruir la memoria para poder construir futuro”, afirmó.
En este sentido, profundizó sobre el legado de ambas organizaciones y enfatizó que el principal es que “ellas tuvieron el coraje y la valentía para dar una de las mayores batallas dentro de nuestro país, frente a un período nefasto y oscuro y con valentías salieron de las comodidades de su hogar, rompieron estereotipos de género y avanzaron en un contexto de mucha injusticia y muchas desigualdad con las banderas de la verdad, la memoria y la justicia”. Esas son las banderas que hoy desde el club reivindican y buscan llevar en los entrenamientos “con convicciones y con altura”.
En el club desarrollan prácticas a las que llaman “entrenamientos con memoria” eso es porque no solamente entrenan física y deportivamente sino que siempre buscan recuperar la memoria de los 30.000 y sus luchas. “Esa es la lucha que abrazamos nosotras que es la lucha por la igualdad y por la justicia social”, agregó. Y a su vez, enfatizó: “Reivindicamos el fútbol como propio, como un estandarte de la cultura popular, estandarte de la reivindicación de lo colectivo, del desarrollo de valores y principios de solidaridad que son los que cultivamos diariamente en el club”.
En este marco, Tamara destacó la gran tarea de concientizar sobre los derechos humanos a través del deporte para que permanezca encendida la memoria. “Algunas se acercan a nuestro club desde una perspectiva política y de derechos humanos, pero también se acercan otras compañeras que quizás no están tan cercanas a las discusiones vinculadas a los derechos humanos y con nosotras se sensibilizan, desarrollan conciencia sobre la importancia de mantener viva la memoria y eso para nosotras es un acto militante y es parte de sostener con nuestras manos la esperanza de que nunca más en nuestro país vuelva a suceder lo que sucedió años atrás, Estamos convencidas de que lo que sembraron las Abuelas y las Madres en nosotras es algo que no va a parar de brotar”, expresó.
Norita es parte tangible del club. Cuando se enteró que tiene un equipo de fútbol en su honor, invitó al equipo a comer un asado a su casa, lo que se convirtió en un ritual anual. “Hoy ya se volvieron una tradición dentro del club que las socias y las jugadoras formen parte de un asado de un encuentro anual con Nora para que cada una de las jugadoras lleven también como legado en su historia personal y que divulguen en su vida cotidiana la memoria de los 30.000 desaparecidos”, cerró.
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Fuente: El Destape