Graciela Ocaña y su trabajo de hormiga para suceder a Mauricio

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Quiere suceder a Macri en 2015 pero, con tal de evitar el avance kirchnerista, no desdeña para 2013 un frente que incluya al PRO.
Graciela Ocaña no anda con rodeos.
“Voy a ser candidata a jefa de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Estoy trabajando para eso. Es una decisión tomada”, sorprende con su prematuro lanzamiento.
La diputada sabe que tres años en política resulta lo más parecido a una era glaciar. Lo sabe y lo expresa. “Tengo en claro que para que haya 2015 tiene que haber antes 2013 y en eso también estoy trabajando”, reflexiona sobre el mojón electoral que antecede a su sueño.
Ocaña es una de las impulsoras de un gran frente opositor cuyos límites aún están difusos.
Su socio político, el legislador porteño Daniel Amoroso, oficia de ingeniero y constructor.
Hubo conversaciones con Roberto Lavagna, quien también pugna por un armado amplio y transversal, aunque el macrismo lo quiere comprometer a transitar la campaña bajo la sigla del PRO. Las consultas incluyeron a Martín Lousteau, otro ex ministro kirchnerista que cotiza en bolsa pero que aún no se arriesga a ponerse una camiseta de manera definitiva, y a Martín Redrado, en la memoria de los argentinos tanto por su noviazgo con Luli Salazar como por su desplazamiento del Banco Central, desde donde se resistió al uso de reservas para el pago de la deuda.
En las rondas aparecen naturalmente los radicales. Ocaña hizo buenas migas con su par Manuel Garrido, con quien impulsa las investigaciones sobre lavado de dinero en el marco de la causa que involucra al empresario patagónico Lázaro Báez.
El ex fiscal no es el único exponente de la Unión Cívica Radical con quien ha conversado.
También hubo sondeos con Ricardo Alfonsín y Ricardo Gil Lavedra. Este último ya mostró la voluntad frentista en un reciente encuentro con Victoria Donda y Humberto Tumini, ambos de Libres del Sur, y Alfonso Prat-Gat y María Eugenia Estenssoro, de la Coalición Cívica.
–Estas son elecciones legislativas. Hay que cerrar con toda la oposición y ganarle al kirchnerismo –se entusiasma Ocaña con afición aliancista.
–¿Esto incluye al PRO? –Sí.
–¿Cualquier dirigente del PRO? –Gabriela Michetti puede ser parte de una lista, ¿por qué no? Es una dirigente muy respetada.
Lo mismo Federico Pinedo.
–¿Y usted también se ve conformando esa lista de unidad? –Si hay que estar, estaré. Ya sea como candidata a senadora o a legisladora por la Ciudad.
Y si no tengo que estar, no estaré. No hay que andar con mezquindades si se quiere armar un gran frente electoral.
No lo dice. Pero el mensaje tiene dos destinatarios: Elisa Carrió, a quien acompañó en los albores del ARI, y Pino Solanas, con quien estuvo a un tris de acordar en las elecciones pasadas.
Ocaña rompió lazos con Carrió cuando ingresó al gobierno de Cristina Kirchner.
Se prodigaron respeto personal pero tomaron distancia política. La “hormiguita” se quejaba entonces del giro a la derecha de Lilita. “Es ella la que cambió, no yo”, la cuestionó, sin imaginar que ella misma, tiempo después, se encontraría acercándose a Francisco De Narváez para lograr mayor competitividad.
Tras su salida del Ministerio de Salud, desde donde denunció a dirigentes del propio espacio oficial –léase el bancario Juan José Zanola o el recaudador de la campaña cristinista Héctor Capaccioli–, la diputada imaginó un entendimiento con Solanas. No fue posible y algunos lo adjudicaron a la inflexibilidad de Claudio Lozano, otro aliado de Pino en Proyecto Sur.
Paradojas de la política: Solanas acaba de sellar un acuerdo electoral con Carrió, dejando en el pasado sus viejas rencillas.
¿Algunas de ellas? Cuando la líder de la Coalición Cívica buscó quitarle el aura de lo nacional y popular al cineasta con una furibunda chicana: “Pino no nació en Fuerte Apache, nació en San Isidro y en 2001 estaba filmando en París”, dijo en junio de 2009.
“También queremos sumar a Lilita y a Pino, o por lo menos los queremos compitiendo con nosotros en las primarias para después ir todos juntos”, reflexiona Ocaña, ostentando la transparencia como su carta de presentación y convencida de la necesidad de un armado políticamente versátil.
¿Cómo podrán convivir expresiones tan disímiles y exponentes tan ambiciosos al punto de ser tildados, algunos de ellos, como pavos reales (por esa vocación a sobresalir sobre el resto)? La respuesta que encuentran es la de firmar un gran acuerdo legislativo. Hay muestras en ese sentido que prosperaron, como la negativa a una reforma constitucional que pudiera dar paso a la re reelección.
Semanas atrás unificaron sus voces para oponerse a la reforma judicial, aunque no lograron ajustar la estrategia. De hecho, la retirada del recinto terminó facilitando al oficialismo la aprobación del artículo segundo del proyecto de “democratización de la justicia” referido al Consejo de la Magistratura.
Efectivamente, si la oposición se hubiera quedado en sus bancas, en vez de irse para retacear quórum, al kirchnerismo le habría sido imposible conseguir los dos tercios de los presentes necesarios para habilitar una nueva votación del controvertido artículo.
Hay que recordar que el pedido se originó cuando una legisladora dijo que el sistema electrónico de la Cámara no le había computado su voto.
El “todos contra el gobierno” que promueve Ocaña la expone a una contradicción. ¿Se puede en las legislativas de este año compartir boleta con dirigentes del PRO e intentar en 2015 arrebatarle a ese mismo partido la jefatura de gobierno porteño, hoy en manos Mauricio Macri? Aunque las negociaciones todavía están verdes, la diputada evalúa como necesaria esa alianza táctica como un primer paso para frenar al kirchnerismo. Estima, entonces, que una vez desarticulada la movida re reeleccionista, habrá que barajar y dar de nuevo.
–Convengamos que es raro…
–Hay que diferenciar cuando se vota en las legislativas de cuando se vota para la jefatura de gobierno porteño.
–Sabemos que es muy crítica de la política nacional, pero ¿qué piensa de la gestión de Macri? –Yo también soy muy crítica de la gestión de Macri en la Ciudad. Es muy mala. Cuestiono su política de tránsito, el Metrobus, el negociado que hace con Moyano por el tema de la basura. Hizo una licitación cerrada para que gane Covelia, pero a través de otra empresa para que, precisamente, no aparezca el nombre Covelia. Y, además, le pagó una indemnización millonaria a los camioneros que debía haber pagado la empresa concesionaria y no la Ciudad.
–¿Entonces? –Hay que ganarle al gobierno. Y para eso necesitamos cerrar con toda la oposición.

Fuente: Tiempo Argentino

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