Francisco llamó a la paz en Siria y Corea

ROMA.- Más de 250.0000 personas invadieron ayer la Plaza San Pedro para asistir a la primera misa de Pascua del pontificado de Francisco, que en su mensaje urbi et orbi , a la ciudad y al mundo, hizo un fuerte llamado a la paz en el mundo, especialmente en Medio Oriente, la “amada” Siria y Corea.

“Pidamos a Jesús resucitado que transforma la muerte en vida, que cambie el odio en amor, la venganza en perdón, la guerra en paz. ¡Sí, Cristo es nuestra paz, e imploremos por medio de él la paz para el mundo entero”, exhortó desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, después de haber celebrado la misa en el sagrato de la Plaza.

El Santo Padre denunció también “las divisiones provocadas por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, la trata de personas, la violencia ligada al narcotráfico y la explotación inicua de los recursos naturales”.

Antes, en la misa de Resurrección del Señor, celebración marcada por bellísimos coros y un clima de gran recogimiento, el Papa no pronunció una homilía como es tradición. Su mensaje pascual y su bendición urbi et orbi los brindó más tarde.

Fiel reflejo de la euforia y nuevo aire de esperanza que despertó el ex arzobispo de Buenos Aires en una Iglesia marcada por escándalos y crisis, miles de fieles comenzaron a llegar a la plaza muy temprano por la mañana.

Al final de la ceremonia, en la que se lo vio serio, concentrado, vistiendo paramentos blancos simples, Francisco tuvo un nuevo baño de multitud al dar vueltas en papamóvil entre los fieles, exultantes. Saludó a argentinos -que hasta le regalaron una camiseta de San Lorenzo- haciendo su ya clásico gesto con el pulgar para arriba. Aunque parecía tener ganas de saludar a todo el mundo, el jeep que lo llevaba evidentemente quería llegar puntual a la cita con la bendición urbi et orbi , al mediodía.

El mensaje pascual arrancó con la sencillez de siempre, el principal factor de magnetismo del Papa venido del fin del mundo. “Queridos hermanos y hermanas de Roma y de todo el mundo, ¡Feliz Pascua!”, comenzó.

“Quisiera que el anuncio del Cristo resucitado llegara a todas las casas, a todas las familias, especialmente allí donde hay más sufrimiento, en los hospitales, en las cárceles”, dijo, en un italiano con acento porteño.

“¿Qué significa que Jesús ha resucitado?”, preguntó. “Significa que el amor de Dios es más fuerte que el mal y la muerte misma; significa que el amor de Dios puede transformar nuestras vidas y hacer florecer esas zonas de desierto que hay en nuestro corazón”, contestó.

Al implorar la paz por el mundo entero, Francisco comenzó con Medio Oriente, y mencionó a israelíes y palestinos “que tienen dificultades para encontrar el camino de la concordia, para que reanuden las negociaciones con determinación y disponibilidad, con el fin de poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo”.

También pidió paz para Irak y sobre todo “para la amada Siria, para su población afectada por el conflicto y los tantos refugiados que están esperando ayuda y consuelo”.

“¡Cuánta sangre derramada!”, exclamó. “¿Cuántos sufrimientos deberán infligirse antes de que se logre encontrar una solución política a la crisis?”, se preguntó. Mencionó luego al continente africano, “escenario aún de conflictos sangrientos” y en especial a Mali, Nigeria, la República Democrática del Congo y a la República Centroafricana.

Luego pidió por la paz en la península coreana, escenario de una escalada de tensiones (ver página 4), “para que se superen las divergencias y madure un renovado espíritu de reconciliación”.

papa

El Papa también denunció con fuerza a la trata de personas, que mencionó dos veces y que calificó de “la esclavitud más extendida del siglo XXI”. También a la “explotación inicua de los recursos naturales”.

“Que Jesús Resucitado traiga consuelo a quienes son víctimas de calamidades naturales y nos haga custodios responsables de la creación”, exhortó sobre el final de su mensaje Francisco.

Si bien todo el mundo esperaba que augurara felices pascuas en más de 50 idiomas, una tradición de las últimas décadas que la Sala de Prensa del Vaticano había anunciado que se iba a repetir, al final Francisco sólo lo hizo en italiano.

Algunos quedaron algo perplejos con ese cambio de programa que no impidió, sin embargo, que siguiera una verdadera fiesta de esperanza en la Plaza San Pedro y alrededores, tan rebosantes de fieles como no se veía desde los tiempos de Juan Pablo II.

Fuente: La Nacion

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