El líder del Partido Obrero y candidato a diputado nacional analiza el crecimiento del Frente de Izquierda.
El hombre cruza la puerta de vidrio de la librería Libros del pasaje, un local ubicado en el corazón de Palermo, con estantes llenos de libros en las paredes y en el que abunda la madera, en el piso, en las mesas para tomar café. El hombre, por apariencia y en este contexto, podría ser un psicoanalista sacado de una película de Woody Allen: viste saco de pana, su pelo es blanco y usa lentes. Sin embargo, se trata de Jorge Altamira, líder del Partido Obrero (PO) y candidato a diputado nacional por la Capital Federal del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT).
El hombre se sienta. Deja junto a la silla una bolsa en la que dice que lleva los diarios internacionales.
Sonríe. “Somos una fuerza política en ascenso”, dice para empezar.
–Las encuestas auguran un resultado mejor que el de la última elección? – Y o me d o y cuenta de esto en la calle, pegamos una subida fuerte.
Vengo de una serie de visitas por hospitales que realmente fueron glamorosas, con gente diciéndonos que nos iba a votar. Hemos logrado atraer a un votante al que no lo clasificaría como politizado. En todos los barrios pedimos al dueño de algún bar que nos habilitara el lugar para poder hacer charlas con los vecinos. Lo conseguimos y nos fue muy bien.
–¿A qué atribuye este crecimiento? –Hay un conjunto de factores. En parte son los años que llevamos planteando las mismas ideas. En un momento de descreimiento con ciertas fuerzas, en las que aparecen figuras que salieron de la nada, la gente nos reconoce. Sabe que tenemos una conducta, una coherencia.
Por otra parte, hasta 1983, entre tantos males que generaron los golpes militares, uno fue que no permitían completar una experiencia democrática. Imaginemos que a (Juan) Perón no lo derrocaban en el ’55, ¿qué hubiera pasado? No lo sabemos.
A lo mejor la población hubiera llegado a otras conclusiones.
Antes, cada vez que volvía la democracia había que sacarse de encima una frustración. Ahora es distinto.
Las experiencias del alfonsinismo, el menemismo y la Alianza, terminaron mal. Y el kirchnerismo, a mi criterio, está en crisis.
–¿Cuál cree que puede ser la base electoral del FIT? –Nosotros apostamos a la base kirchnerista, a la peronista. A demostrar que la causa nacional somos nosotros.
–Recién mencionó figuras que “salían de la nada”. ¿A quiénes se refiere? –No necesariamente figuras sino también armados políticos como el frente UNEN. Sin que se malinterprete el modo en que uso el término, para mí es una alianza corrupta.
–¿Por qué? –Los que piensan diferente deberían dirimir sus disputas en una elección nacional. No pueden ir a una interna abierta. No puede ser que nos inviten a definir entre (Fernando) Pino Solanas y (Alfonso) Prat-Gay. Y que encima digan que eso es consecuencia de un proceder democrático.
La mezcla de programas contradictorios es oportunismo.
Ellos en agosto tienen que dirimir entre alguien que plantea que la deuda externa es ilegítima y otro que dice que es una maravilla. El objetivo de competir con visiones tan disímiles es simplemente llegar al Congreso.
–Alguien podría decir que para construir una mayoría hace falta diversidad? -Podrían haberse cohesionado mostrando cinco puntos en los que están de acuerdo. Pero lo cierto es que sólo coinciden en denunciar al gobierno y en marcar que es necesario remplazarlo.
Pero inexorablemente terminarían fracasando porque tienen visiones antagónicas. El único modo de resolverlo es que alguien capitule, que mañana Pino diga: “He llegado a la conclusión de que la deuda externa es fabulosa y eso se lo debo a Prat-Gay (risas).” –¿Qué opina de las internas abiertas como mecanismo? –Estoy en contra. Cada partido debería decidir su modo de organizarse.
Prefiero el estatuto del PO a la ley de primarias. Mirá: el autor de esa ley, el Frente para la Victoria, no dirime sus candidatos en internas abiertas? –¿Las primarias no le vinieron bien a la izquierda? Los obligó a juntarse para llegar al piso de 1,5% que la ley reclama para poder competir? –Eso dijeron algunos. Yo tengo otra opinión, no sólo sobre la política sino sobre la vida. Las cosas que tienen que suceder ocurren por un hecho casual. No es una idea mía, es de (Frederich) Hegel (filósofo alemán).
Es decir: el azar hace ocurrir lo necesario. Lo que pusimos sobre la mesa es que sólo no peleándonos entre nosotros podemos hacer una campaña. Las primarias empujaron esa conclusión. Lo grave no era que no sacáramos votos sino que pasáramos una campaña electoral discutiendo las diferencias entre el PO y la Izquierda Unida y no con el resto de los partidos.
–Hablando de polémicas dentro de la izquierda, ¿qué le parece la candidatura de (Luis) Zamora? –Tres veces nos reunimos con él para que se sume al FIT. Tenemos divergencias, pero le planteamos que, a pesar de eso, viniera al Frente y se sumara a una lucha común, derrotar a los partidos tradicionales. Después de la experiencia que tuvo Zamora, de haber tenido ocho legisladores porteños y que se hayan fragmentado.
La política es un fenómeno colectivo, no individual, pero él juega solo. Dice que nuestros partidos son autoritarios. Tenemos 31 miembros en el comité nacional, él está solo.
Se presenta en Capital, nosotros en 18 distritos.
–Antes dijo que apunta a la base electoral del kirchnerismo, pero en la Ciudad hay muchos votantes de (Mauricio) Macri? –Yo quiero disputar quién es el nacional y popular, primero. Nosotros tenemos que heredar al peronismo.
Si no somos nosotros, no hay herencia.
Nuestra visión es que el movimiento obrero no tiene que ser la columna vertebral, como plantea el justicialismo, queremos que sea la cabeza. Respecto de los votantes, en el barrio de Saavedra, por ejemplo, hemos comprobado que los comerciantes se pasan del PRO al FIT sin escalas. En esa gente también vamos a ganar votos.
–¿Qué opina del PRO como expresión política? –El macrismo no tiene ningún límite.
Es una corporación de negocios. En cualquiera de sus políticas hay que preguntarse qué negocio está detrás.
–Sin embargo los porteños lo votaron masivamente dos veces? –Me parece que más que pensar en el éxito de Macri hay que hablar del fracaso de (Aníbal) Ibarra. Él, (Ibarra), por ejemplo, vetó un proyecto mío, cuando fui legislador porteño, que se había aprobado por amplia mayoría.
Era la reducción de horas para los trabajadores del subte. Por eso digo: la derecha sólo triunfa cuando hay un fracaso de la izquierda.
–Si llegara al Congreso, ¿acompañaría proyectos del oficialismo o se opondría a todo? –Te voy a contar algo: cuando fui legislador porteño, Eduardo Borocotó, que venía del partido de Domingo Cavallo, presentó un proyecto para darle gratuitamente la vacuna contra la hepatitis A a los menores de dos años. Yo estaba en la Comisión de Salud y respaldé la iniciativa, que salió por unanimidad en la Comisión y después de un largo debate se aprobó en el recinto.. «
El papa francisco y el capitalismo
“Hasta el Papa comenzó a cuestionar el capitalismo”, dice Jorge Altamira. El candidato a diputado nacional por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT ) soltó la frase luego de mirar su teléfono celular, en el que aparecieron algunas de las declaraciones que Francisco hizo en los últimos días, durante su visita a Brasil, en el marco de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
–Tiene coincidencias, entonces, con el Sumo Pontifice…
–No tengo coincidencias. Él está intentando rescatar a una institución caduca, aliada del imperialismo mundial. Yo me la pasé toda la vida diciendo que estoy en contra del capitalismo. Él lo dice ahora. Lo que yo señalo es que hasta el Papa se da cuenta de que acá hay una crisis profunda del sistema.
–Esa supuesta crisis, ¿ayuda al crecimiento del FIT? –Mirá, en un sentido estricto, yo no considero que tengamos adversarios en estas elecciones porque estamos en ascenso. Hoy la corriente de pensamiento en la sociedad nos juega a favor nuestro. Tenemos que manejarnos con la responsabilidad de una fuerza que va a seguir creciendo.
Fuente: tiempo Argentino