La creencia mas extendida sostiene que las mujeres empiezan a decir “no” al poco tiempo de casarse o vivir juntos. Sin embargo, es cada vez más usual que ellos suelan decir más “no” que “sí”. ¿Qué mata al deseo? Los expertos afirman que la familiaridad, la seguridad y la falta de innovación son los enemigos número uno del deseo. Las parejas a largo plazo, tal como lo explica la psicóloga Esther Perel, representan un dilema porque tenemos que reconciliar cosas que aparentemente son incompatibles: la seguridad con la aventura, y la domesticidad con el erotismo que no florece en lo conocido, sino en el misterio y lo inesperado.
¿Es posible que haya aventura y erotismo en lo familiar? Yo estoy convencida de que sí. Para lograrlo, sigan estos consejos:
Generen buenos hábitos de pareja: al comenzar la convivencia estamos ante una página en blanco y depende de nosotros escribir cómo sigue la historia. Con buenos hábitos de pareja me refiero a que hay que hablar de sexo; nunca dejen de mimarse y besarse, y sobre todo, tengan sexo. Hay un término llamado “sexo de mantenimiento”. ¿Así dicho no suena como muy erótico, verdad? Se trata de tener sexo de manera regular, sin la exigencia de que sea “¡guau!”. El sexo de mantenimiento es un hábito que debemos incorporar desde el principio porque lo cierto es que cuanto más sexo tienes, más sexo quieres. Si esperamos a que se den las condiciones para tener ese sexo maravilloso, tendrás menos deseos; si tienes menos deseos también disminuyen las oportunidades de experimentar un sexo fuera de serie. No es una expectativa realista creer que cada vez que te acuestes con tu pareja, sea “increíble”. Muchas parejas sobreviven porque el sexo de mantenimiento es parte de sus vidas y ese sexo fabuloso, lo reservan para ocasiones especiales, donde están las circunstancias apropiadas para entregarse a las delicias de un sexo “gourmet”. Sean conscientes de que algunos de sus encuentros sexuales tal vez no sean buenos (el promedio de experiencias poco gratificantes en una pareja va del 5 al 15 por ciento). Pero está comprobado que aquellas parejas que aceptan estas experiencias sin complejos, tienen un sexo mucho más satisfactorio y motivante. ¿Que no tienes tiempo para el sexo de mantenimiento? ¡Pues ingéniate para tenerlo! Hay cosas fundamentales en la vida que, salvo por emergencias, no podemos relegar. El sexo es parte imprescindible de la ecuación de pareja. Punto.
Planifiquen los encuentros: organicen los momentos en que van a estar solos para tener sexo. Erróneamente rechazamos el concepto de “planificar”, porque pensamos: “¿Por qué ahora tengo que organizar el sexo, cuando antes se daba de manera espontánea?”. La palabra “planificado” no nos gusta, porque la confundimos con “artificial” o “forzado”. Y ahora les pregunto yo: ¿cuando estaban de novios y creían que el sexo se daba de manera natural, acaso no anticipaban cada uno de sus encuentros, no estaban pensando eróticamente en el otro durante todo el día, no se arreglaban para verse, no escogían el lugar a dónde ir, no fantaseaban con las cosas que se harían mutuamente? Si eso no es “planificar un encuentro”, entonces ¿qué es?. Planificar los encuentros no significa que el sexo deja de ser espontáneo. La idea es generar esos momentos en los que sabes que vas a estar a solas con tu pareja. No cometamos la equivocación de pensar que por el hecho de convivir vamos a estar conectados y que el sexo ya está garantizado. De hecho, la convivencia supone familiaridad y domesticidad, factores que atentan contra el deseo sexual. Para asegurarse un buen sexo mantengan vivos y frescos los rituales amorosos del noviazgo.
Rompan la zona de confort: ¿se acuerdan de que les dije que uno de los enemigos del deseo es la falta de innovación? Una forma de vencer esta amenaza es romper la zona de confort. Dejemos de comparar el “sexo de antes” con el de “ahora”, y aprovechemos las ventajas de estar con una persona cuyos disparadores del deseo conocemos bastante, sumando la emoción de probar algo nuevo cada noche.
Fuente: Revista Susana