La decisión del gobierno de Dilma Rousseff de perdonar cerca de 870 millones de dólares (2.000 millones de reales) de deuda a doce países africanos, incluidas las dictaduras de la República del Congo, Sudán, Gabón y Guinea Ecuatorial, generó polémica al interior de Brasil.
Esos cuatro países, que tienen regímenes totalitarios y concentran la mitad de la deuda pública de Brasil, tienen gobernantes que están acusados de desviar dinero público, de enriquecimiento ilícito, corrupción, blanqueo de dinero y genocidio.
De acuerdo con el periódico O Globo, los dictadores de la República del Congo, Sudán, Gabón y Guinea Ecuatorial, durante cuyos gobiernos se ha acentuado la riqueza del petróleo y del gas y la pobreza de la población, enfrentan procesos en Europa y los Estados Unidos.
El motivo esgrimido por Brasil es que el país tiene importantes intereses económicos en los países de África. Con la amnistía de la deuda, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDS) podrá financiar proyectos de empresas brasileñas en el continente africano.
No obstante, la decisión no estuvo libre de críticas. “Es una agresión al sentimiento de la sociedad que ha salido a protestar a la calle contra la corrupción. Son figuras corruptas”, consideró el senador José Agripino, del partido oposicionista DEM.
Fuente: Infobae América