Viajar en subte en Buenos Aires es una experiencia aún más claustrofóbica que en otras ciudades del mundo. Más del 80% de los coches en circulación tienen graffitis, que en la mayoría de los casos les cubren hasta las ventanas. Después de muchas quejas, Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) inició los trabajos de limpieza de los vagones, utilizando un removedor especial y un producto antigraffiti. Ya intervinieron 36 coches y el plan es quitar las pintadas de los demás antes de fin de año.
Para limpiar los graffitis, se utiliza un producto inventado y fabricado en la Argentina por la empresa Solmi, que también es la encargada de los trabajos. “Lo desarrollamos en tres meses, siguiendo algunas pautas que nos marcó Sbase: que respetara la pintura original de los vagones, que no contaminara el ambiente y que limpiara el graffiti sin que caigan restos al piso. Nuestro producto cumple con estas tres condiciones”, cuenta Víctor Solmi.
Pero se niega a revelar la fórmula de su producto. “Ese es nuestro secreto”, se excusa. En cambio, acepta hacer una demostración.
En el taller Polvorín, en Emilio Mitre y José Bonifacio, esperan a Solmi dos vagones Nagoya de la línea C y uno Fiat que alterna entre las líneas A y D. Uno está identificado con el número 749, pero su amarillo original quedó debajo de varias capas de pintura, plateada de un lado, y rosa y celeste del otro, que le cubre también parte de los vidrios. El equipo de Solmi aplica con rociadores hogareños el producto en parte del vagón y espera poco más de media hora. Al cabo de ese tiempo, el graffiti se ve como si fuera la piel de una naranja.
“Los solventes disuelven todo, nuestro producto no. Diferencia el graffiti de la pintura original, porque tiene una composición distinta. El graffiti se vuelve una especie de piel de gallina y después lo le- vantamos con una espátula o hasta con la mano y nos lo llevamos en un frasco”, explica Solmi. Y lo demuestra: los operarios retiran las pintadas con facilidad y el amarillo original del vagón vuelve a la luz.
El paso siguiente es aplicarle un producto antigraffiti con rodillos.
“En segundos se forma una capa protectora transparente. Si vuelven a pintar el vagón, se lo puede limpiar fácilmente con un trapo con alcohol”, asegura Solmi.
La otra pata del plan de limpieza es reforzar la seguridad en los lugares donde se guardan los formaciones. “Se están instalando cámaras y mejorando el control de accesos y la seguridad, porque no tiene sentido limpiar los vagones si los siguen pintando”, detalla Juan Pablo Piccardo, presidente de Sbase. Mientras, el equipo de Solmi le devuelve a un viejo vagón de la C su amarillo brillante original. Y los restos del graffiti quedan, literalmente, guardados en pequeños frascos.
Fuente: Clarín