Sería temerario generalizar la conclusión a otros órdenes de la vida, pero en esto los números son claros: al menos en la Argentina, los gays y lesbianas son más amplios a la hora de adoptar niños y están dispuestos a hacerse cargo de chicos más grandes y a afrontar dificultades que otros aspirantes (los heterosexuales, claro) rechazan de plano. Los estudiosos del tema apuntan a las diferentes expectativas sociales que pesan sobre las personas de distintas orientaciones sexuales y advierten que aún existe discriminación hacia las parejas del mismo sexo que quieren adoptar.
Según los datos que maneja el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, los homosexuales son once veces más propensos a aceptar la guarda de chicos de entre seis y diez años que el promedio general, determinado fundamentalmente por los aspirantes heterosexuales. La diferencia es aun mayor si se trata de chicos de esa misma edad con patologías, que pueden ser leves o graves:un 8,45% de los aspirantes homosexuales afirman que les pueden dar cabida, en tanto que en el promedio general la proporción es casi inexistente (alrededor de uno de cada 525 inscriptos).
La abrumadora mayoría de los aspirantes a adoptar especifican, al inscribirse en el registro, que quieren hacerse cargo de un bebe de hasta un año de edad; pero esto es problemático porque casi todos los niños que esperan ser adoptados son mayores. “En la Argentina, el proceso de adopción es largo, entra otras cosas porque se tarda mucho en decidir la separación del chico de su familia biológica. Por eso los chicos usualmente quedan en estado de adoptabilidad cuando ya son más grandes. Es decir, entran al sistema por la parte superior, mientras que casi todos los aspirantes quieren adoptar a chicos ubicados en la franja inferior”, explica Gustavo Herrero, director del Registro, que coordina los datos de los aspirantes de casi todo el país (sólo cinco provincias aún no se adhirieron).
Sin embargo, todos los porcentajes se modifican si se considera a los aspirantes que se presentan como homosexuales, ya sea varones o mujeres. De ellos, más de la mitad se declaran dispuestos a adoptar a niños de entre seis y diez años (el nivel general es de cerca de un cuarto), y más de un tercio se harían cargo de un bebe menor de un año con alguna patología (el doble que el promedio general). “Las parejas del mismo sexo tienen una disponibilidad adoptiva más amplia”, dice Herrero.
¿POR QUÉ SE DA ESTA DIFERENCIA?
La abogada Cecilia Lopes, que coordina el Programa de Diversidad Familiar en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), cree que se debe a que las parejas homosexuales y las heterosexuales “parten de imaginarios distintos” al plantearse el tema. “En nuestra sociedad, la maternidad está muy arraigada como sinónimo de completitud. Muchas veces el hijo que no pueden tener por algún problema reproductivo es sustituido por la posibilidad del hijo adoptado”, explica la especialista. “En cambio, las parejas homosexuales pueden ver de manera más sencilla cuál es su verdadera función, ya que la adopción consiste primariamente, no en obtener un hijo para la pareja, sino en darle una familia a un chico que no la tiene.”
Pedro Paradiso, titular del área jurídica de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), coincide: “Tiene que ver con los modelos y mandatos sociales. En nuestra sociedad toda mujer heterosexual quiere ser madre y el hijo tiene que ser suyo, de la misma sangre. Si no puede, busca reemplazarlo con un chico ‘equivalente’. Para una pareja homosexual el modelo es distinto. No es que los gays somos mejores papás o las lesbianas son mejores mamás, sino que no tenemos esa presión social”, explica.
Además, “las parejas homosexuales suelen estar más informadas sobre el proceso de adopción, y saben más del tema al momento de llegar al registro para inscribirse”, explica Herrero. Pero también advierte: “Que sean más inclusivos no significa que debamos utilizarlos como familias ‘residuales’. No tienen que transformarse en la forma de resolver los casos que no acepta el resto. El desafío es que todos estén informados y puedan rever su perfil adoptivo. Por eso organizamos charlas informativas.”
Antes de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario hace sólo cuatro años, en julio de 2010, las personas homosexuales ya podían presentarse como aspirantes a adoptar niños en forma individual; ahora ya pueden hacerlo como matrimonios, en igualdad de condiciones con las parejas heterosexuales. Sin embargo, hay quienes piensan que, aún hoy, sus posibilidades en la práctica son menores: “Se sabe que muchos jueces, de tener la opción, van a optar por darle el chico a un matrimonio heterosexual religioso”, argumenta la abogada Karina Bigliardi, especialista en derecho de familia.
Paradiso, de la CHA, es uno de los gays inscriptos en el registro de aspirantes a adoptar. No puede ser muy optimista: “Sé que en la mayoría de los juzgados mi carpeta va a ser excluida”, asegura. “Aún hay mucha homofobia en el sistema judicial. Y también en la sociedad en general. Este año le dieron en adopción dos hermanitos a una pareja gay y empezaron a recibir denuncias de vecinos que decían que esos chicos estaban en peligro.”
“EMPECÉ A SENTIRME SU PAPÁ”
“La primera vez que se quedó en casa por el fin de semana, empecé a sentirme su papá.” Ariel Coronel, de 37 años, no puede evitar que una sonrisa emocionada le altere la voz cuando habla de Agustín, su hijo, a quien conoció cuando tenía (Agustín) ocho años, y que hoy, con quince, ya es legalmente su hijo.
Llevó tiempo y hubo dificultades, pero al final se pudo. El sueño de Ariel venía desde siempre, pero empezó a tomar forma hace diez años, cuando él y su pareja se anotaron en el Registro Central de Aspirantes con Fines de Adopción, en la Justicia bonaerense, para ver si algún niño los necesitaba como padres.
“Yo fui el primer loquito que se presentó a un juzgado haciendo figurar a su marido como ‘cónyuge y/o conviviente’. En ese momento ni se hablaba de matrimonio igualitario”, recuerda Ariel. Después sí vinieron el debate y la aprobación de la ley y ambos pudieron casarse; ese mismo año (2010) obtuvieron la adopción plena. Pero en aquel momento Ariel se presentaba como miembro de una pareja gay y lo miraban raro. “Hubo gente en algún juzgado que me decía que iba a estar toda la vida esperando, que nunca me lo iban a dar”, rememora.
Otros aspirantes buscaban un bebé, o incluso detallaban en el formulario, en el sector referido a su “voluntad adoptiva”, el color de pelo y de ojos que debía tener su futuro hijo; ellos no pusieron esos límites. “Está todo muy idealizado”, dice Ariel. “Conocí a gente que decía: sí, quiero adoptar a un chico de hasta cuatro años. ¿Y por qué cuatro? ¿Por qué no más, si se puede? Lo que pasa es que tenés que tener tiempo y tenés que querer. Ser padre no es fácil. No es para nada fácil. No hay un libro para eso.”
Tras dos años de espera apareció Agustín, de ocho, recién cumplidos. Demasiado grande para los deseos de la mayoría, pero no para los de sus futuros padres. “No recuerdo el día; será la emoción. Sí recuerdo que era invierno”, dice Ariel. “Agustín no hablaba, no se relacionaba mucho con los otros chicos. Pero ese día no paró de hablar.”
Después vinieron el período de adaptación, las visitas cada vez más extendidas, y la explicación de por qué sus papás dormían juntos, y algún episodio de intolerancia en la escuela, por parte de una compañera. Hubo que enfrentar todo eso.
Hoy, mirando hacia atrás, el padre de Agustín resume su experiencia. “Es un proceso largo, pero se puede”, dice. “Hay mucha discriminación todavía, camuflada dentro de los tribunales. Vivimos en una sociedad hipócrita y creo que nos falta mucho. Pero el amor todo lo puede, si también hay perseverancia.”
EN NÚMEROS
Total de inscriptos: 7034
De ellos:
– Matrimonios igualitarios: 60
– Parejas igualitarias: 11
Disponibilidad adoptiva respecto de la edad del niño
General
-Aceptan hasta un año: 92,23%
-Aceptan hasta seis años: 27,45%
-Aceptan hasta diez años: 1,01%
Aspirantes homosexuales
-Aceptan hasta un año: 88,73%
-Aceptan hasta seis años: 53,52%
-Aceptan hasta diez años: 11,27%
Fuente: La Nación