Días atrás, el papá de Wanda Nara reveló el nombre del empresario que se grabó, hace algunos años, teniendo sexo con su hija, en un video que se viralizó. En mayo, el escándalo en el mundo de los chimentos estalló por el video hot que difundió un ex novio de Florencia Bruncker, una bailarina de un programa de TV de música tropical. Antes, la polémica la habían protagonizado la vedette Ayelén Paleo y Santiago Bal. Pero lejos de los famosos, en el mundo de las historias anónimas, la problemática sigue creciendo: la popularización de los smartphones junto con el crecimiento de las redes sociales hacen que la denominada “pornovenganza” sea cada vez más frecuente.
¿De qué se trata? De personas despechadas, en general ex parejas, que dan a conocer videos o fotos hot para humillar a aquél al que alguna vez quisieron.
“Hasta hace un tiempo eran casos raros, pero este año diría que tres de cada diez denuncias que recibí tuvieron que ver con pornovenganza”, le dijo a Clarín el abogado Daniel Monastersky, especialista en delitos informáticos. “Sin duda estos hechos van en aumento”, respaldó la fiscal Daniela Dupuy, al frente de la Fiscalía de Delitos Informáticos que funciona en la Ciudad de Buenos Aires.
El papelón al que se exponen las víctimas se suma a que no existe una ley específica que castigue este tipo de hostigamiento. Por eso, muchos afectados dudan sobre cómo defenderse y hasta pueden ceder ante una extorsión.
El médico psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin ve el drama con frecuencia en su consultorio: “Llegan pacientes que sienten angustia al separarse porque saben que hay un material que se grabó como un juego, pero que cayó en un terreno peligroso”. Así, la incertidumbre puede hervir hasta el ataque de pánico o la depresión. “Quienes padecen esta situación sienten culpa por haberse grabado, pero el peor error es no pedir ayuda”.
Esta forma de agresión quiebra los prejuicios. Aunque la palabra “despecho” se asocia en el imaginario popular con situaciones del universo femenino, una investigación que publicó meses atrás la Universidad de Michigan, en EE.UU., señala que en el 90% de los casos de “pornovenganza” el agresor es un hombre. Así, estos casos configuran una nueva forma de violencia de género. El trabajo agrega que 5 de cada 10 víctimas admiten haber recibido fuertes insultos en las redes, generalmente vinculados con la prostitución, como consecuencia de la divulgación del material privado. El atacante busca demostrar poder y que puede estirar una relación ya terminada. Para los especialistas, el perfil de quien agrede con pornovenganza se resume en dos casos graves: un narcisista que no soporta que al ex le vaya bien o, directamente, un psicótico violento.
Las ventajas que ofrecen los nuevos espacios virtuales también dan lugar a la violencia. Así, según contaron los expertos, algunos “despechados” abren cuentas falsas en Twitter o Facebook con el nombre de la víctima. Cuando logran que varios contactos lo acepten, publican el material humillante. Entre otras modalidades, se crean páginas públicas en las redes, como las que usan los famosos, se abren blogs con el nombre del difamado y se aprovechan Webs que admiten colgar material triple X.
“¡Así que estás en Tinder y encima con esas fotos! Te vio Marcelo”, escuchó Alejandra I., una mujer de 30 años, de boca de su novio. Su ex había creado la cuenta falsa en una red para buscar pareja, presentando allí imágenes de ella desnuda. El servicio de mensajería WhatsApp es el terreno preferido de las amenazas, que pueden partir hacia la víctima o a todo un grupo. Las nuevas tecnologías amplifican todo, el amor y el odio.
Fuente: Clarín