Los Tribunales de San Martín están agitados. No son más de las 9 y la banda de sonido aturde la escena: son los repiques de los tambores de los empleados judiciales, que reunidos en asamblea reclaman en el hall del edifico de Balbín al 1700 por “la falta de avances en la paritaria salarial de los trabajadores”. Escaleras arriba, en el primer piso, los periodistas esperan para entrar a la sala donde en minutos comenzará el primer juicio por jurados de la historia judicial bonaerense. El encargado de atender a la prensa está desbordado: la concurrencia superó las expectativas previas. Jueces de costosos trajes y coquetas secretarias se apresuran para entrar sin acreditaciones, desoyendo las recomendaciones de los empleados del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 5, a cargo del debate. A un costado, los familiares del imputado miran desorientados la postal efervescente. No toleran mucho tiempo el ninguneo y se marchan a la vereda, donde las cámaras de televisión aguardan la llegada del gobernador Daniel Scioli.
“Esto es un caos. No mandaron gente a organizar. Vinieron, se sentaron para presenciar el juicio y listo. ¿Cómo le digo a un juez que no se acreditó que no puede entrar?”, se queja uno de los judiciales que busca contener a los ansiosos.
Dentro de la sala, 48 personas ocupan las primeras filas de asientos y contestan por escrito las preguntas preparadas por la fiscal Ana María Armetta y por la defensora Verónica Jollife. Tienen un cartel celeste sobre el pecho, anudado al cordón blanco que les rodea el cuello. Es el número que los distingue.
Cuando el trámite está listo, el juez Francisco Pont Vergés, elegido por sorteo para moderar el debate, autoriza el ingreso del público. El lugar se colma de funcionarios. Sobresale la figura del intendente de San Martín, Gabriel Katopodis, que saluda al subsecretario de investigación criminal César Albarracín, quien a su vez está acompañado por su ex secretaria y actual jefa del Servicio Penitenciario Bonaerense, Florencia Piermarini.
Antes de arrancar con la selección de jurados para el debate, la fiscal y la defensa toman la posta. Armetta agradece a los candidatos “por su presencia en el primer juicio por jurados, es un momento histórico”. También destaca el criterio de la imparcialidad y da rienda suelta al preámbulo conocido como “Voir dire”, que significa “decir la verdad”.
“Por favor, el candidato número 17 podría ponerse de pie”, pide la fiscal.
La mujer, una señora rubia, es interrogada sobre su lugar de trabajo. También le pregunta si buscó información previa sobre el hecho a juzgar, el homicidio de Germán Armella. Luego es el turno del candidato 35, vecino de Villa Bosch, canoso, que reconoce que buscó información del caso en Internet pero aclara que eso no lo hará prejuzgar al imputado.
Lo siguen los candidatos 16, 36, y 18. El último quien aclara que tiene desprendimiento de retina en un ojo y ceguera total en el otro, por lo que no podrá ver la pantalla donde la fiscal piensa proyectar imágenes. También son interrogados los candidatos 5, 9 y 2.
Por su parte, la defensora llama a los aspirantes 34, 35, 6, 19, 20, 29, 7, 39 y 26. La preocupación general de la abogada es que los aspirantes no tengan preconceptos formados en base a la información divulgada por los medios de comunicación.
Con las inquietudes satisfechas, entra en escena el juez. “¿Alguno de ustedes tiene inconvenientes en ser jurado?”, pregunta con tono amable. Nadie responde, entonces Pont Vergés llama a un cuarto intermedio para que las partes se pongan de acuerdo sobre los 18 seleccionados, que conformarán los 12 jurados titulares y los seis suplentes.
Una hora más tarde, luego de la visita relámpago del gobernador, que no entró a la sala de audiencias, los elegidos son nombrados. Entonces se acomodan en los asientos a la izquierda del juez. Algunos hasta se alegran de haber sido votados. La nómina tiene entre sus miembros a un pedicuro, una ama de casa, dos empleados públicos, cuatro del sector privado, tres docentes, un científico, un fotógrafo, una técnica en el área de la salud, dos jubilados y dos comerciantes.
“El método de elección está relacionado a las estrategias de las partes de cara al debate. Quizás a la defensora le convenía eliminar a un entendido en armas, porque el imputado está acusado de haber disparado contra su cuñado”, detalla una fuente judicial.
Luego de la selección, la audiencia entra en receso durante una hora. Al regreso, los jurados aparecen en escena con carpetas y biromes en las manos, que podrán usar de ayuda memoria, con la obligación de no compartir con ninguno de sus pares la información. Ni a la hora del almuerzo los jurados podrán hablar del caso. “Sólo podrán declarar culpable o no culpable al imputado. La condena la voy a dictar yo”, aclara el juez, que además se toma el tiempo de explicarle a los ciudadanos seleccionados sobre la importancia de juzgar sobre los pruebas, sin prejuicios. “Ustedes –dice- serán los jueces de los hechos.”
Finalmente llega el turno de abrir el juego a las partes, que presentan sus alegatos iniciales de cara al jurado, con una cuidada puesta en escena, como en las películas de Hollywood que recrean los debates que se dan en las Cortes de los Estados Unidos. «
“Es un acto cívico de gran relevancia”
El gobernador Daniel Scioli destacó ayer que la implementación de los juicios por jurados en la provincia de Buenos Aires “constituye la herramienta constitucional democrática más importante de acercamiento entre la justicia y la gente”.
Scioli se pronunció ante la prensa durante su fugaz paso por los Tribunales de San Martín, junto con el ministro de Justicia provincial, Ricardo Casal.
“Se trata de un cambio de paradigma en el procedimiento penal de la provincia, poniéndolo a favor de una ciudadanía involucrada responsablemente en el respeto de la ley”, indicó tras reunirse con el juez del Tribunal Oral en lo Criminal Nº5, Francisco Pont Vergés, encargado de presidir al jurado y dirigir el rumbo de la deliberación.
En la sala “Dr. Martín Gerardo Moreno”, donde se realiza el debate, el gobernador recordó que desde su gestión “impulsamos esta ley que inaugura una nueva etapa en la vida institucional de Buenos Aires”.
Scioli señaló además que se trata de “un acto cívico de gran relevancia y de participación ciudadana, lo que garantiza, a partir de la evaluación que hace ese jurado de ciudadanos, cuando le eleva al juez la contundencia, la transparencia del fallo”. Y agregó: “Es muy importante la participación social para poder con gran objetividad llegar a la sentencia.”
Por su parte, el ministro Casal, dijo que “lo que resuelva el jurado será soberano”, y consideró la tarea de sus miembros como “una carga cívica de excelencia de poder representar a los vecinos en la administración de justicia”.
Alegatos iniciales de las partes
“Pediré que el imputado sea condenado por exceso de la legítima defensa”, dijo con decisión la fiscal Ana María Armetta apenas iniciado el debate. El acusado, Guillermo Alberto Barros, nacido el 5 de abril de 1987, la miró de reojo. A su turno, la defensora Verónica Jollife le imprimió a la escena un toque dramático. “Conocí al imputado cuando entró a mi despacho y le dije: ‘Barros usted está acusado de homicidio’. Estaba muy angustiado, lloró. Me contó que se había defendido. Entonces le pedí paciencia. A él y a sus familiares. Hoy, les pido lo mismo a ustedes. Paciencia para escuchar lo que pasó esa noche. Después, ustedes también podrán decirle a Barros: ‘Usted se defendió’”, argumentó la defensora con el micrófono en la mano.
El crimen de Germán Armella, de 30 años, ocurrió el 31 de enero de 2014, cuando se trenzó en lucha con su cuñado, Guillermo, de 28 años. Según el relato de testigos, la víctima fue baleada mientras forcejeaba con el hermano de su ex pareja. El tiro ingresó en el hombro de Armella, que murió más tarde en el Hospital de Boulogne.
Ayer, declararon seis testigos. Hoy lo harán alrededor de diez vecinos y se espera que mañana se dicte la sentencia.
Fuente: Tiempo Argentino