Son testimonios desgarradores, a los que se suman ahora los informes médicos que dan cuenta de decenas de embarazos no deseados, producto de violaciones constantes.
El director ejecutivo del Fondo de Población de Naciones Unidas, Babatunde Osotimehin, reveló al nigeriano Daily Mail que al menos 214 mujeres y niñas, de entre el millar de rehenes que han sido rescatados de las manos de Boko Haram en el noreste de Nigeria en los últimos días, están embarazadas.
“Algunas están visiblemente embarazadas y otras han dado positivo en las pruebas”, añadió el funcionario.
La prensa ha accedido poco a poco al testimonio de las jóvenes. “Me convirtieron en un objeto sexual. Hacían turnos para acostarse conmigo. Ahora estoy embarazada y no sé quién es el padre”, contó Asabe Aliyu, de 23 años, secuestrada durante 6 meses por el grupo terrorista.
Crónica de una fuga
Aunque los disparos señalaban la proximidad de los salvadores, el horror no terminaba: los combatientes de Boko Haram lapidaban a las prisioneras, un vehículo militar arrollaba a varias niñas y mujeres, y tres morían por el estallido de una mina cuando caminaban hacia su libertad.
Entre lágrimas y sonrisas, y con los ojos llenos de dolor, las sobrevivientes que habían pasado meses en poder de los extremistas islámicos narraron sus vivencias trágicas a AP en su primer día fuera de la zona de conflicto.
“Aquellas de nosotras que sobrevivimos sólo debemos alabar a Dios por estar vivas”, señaló Lami Musa, de 27 años, que mecía a su niña de cinco días de vida.
Musa fue una de las 275 niñas, mujeres y sus hijos chicos que recibían atención médica y se anotaba en un registro un día después de que se los pusiera a salvo. Muchas de estas personas estaban confundidas y traumatizadas.
Las fuerzas militares de Nigeria dijeron que en la última semana liberaron a casi 700 personas que Boko Haram tenía prisioneras. Se desconoce si entre las liberadas figuraban las llamadas “niñas chibok”, cuyo secuestro colectivo en una escuela hace un año suscitó la indignación mundial y propició el inicio de una campaña en internet para liberarlas con el hashtag #BringBackOurGirls.
Musa estuvo en el primer grupo de mujeres y menores rescatadas, a las que se transportó por tierra durante tres días hasta lugar seguro en el campamento para refugiados de Malkohi, una polvosa escuela abandonada que se encuentra entre árboles frente a un cuartel militar en las afueras de Yola, capital del estado de Adamawa, en el noreste.
Gracias a la operación de rescate efectuada la semana pasada, Musa se salvó de que la desposaran a la fuerza con uno de los asesinos de su esposo, narró la víctima.
“Me llevaron porque me casarían con uno de sus comandantes”, dijo Musa en referencia a los extremistas que la secuestraron de su aldea después de que mataran a su esposo y la obligaran a abandonar a sus tres hijos pequeños, de quienes no sabe nada. Estos hechos ocurrieron hace cinco meses en la aldea Lassa.
Son testimonios desgarradores, a los que se suman ahora los informes médicos que dan cuenta de decenas de embarazos no deseados, producto de violaciones constantes.
El director ejecutivo del Fondo de Población de Naciones Unidas, Babatunde Osotimehin, reveló al nigeriano Daily Mail que al menos 214 mujeres y niñas, de entre el millar de rehenes que han sido rescatados de las manos de Boko Haram en el noreste de Nigeria en los últimos días, están embarazadas.
“Algunas están visiblemente embarazadas y otras han dado positivo en las pruebas”, añadió el funcionario.
La prensa ha accedido poco a poco al testimonio de las jóvenes. “Me convirtieron en un objeto sexual. Hacían turnos para acostarse conmigo. Ahora estoy embarazada y no sé quién es el padre”, contó Asabe Aliyu, de 23 años, secuestrada durante 6 meses por el grupo terrorista.
Crónica de una fuga
Aunque los disparos señalaban la proximidad de los salvadores, el horror no terminaba: los combatientes de Boko Haram lapidaban a las prisioneras, un vehículo militar arrollaba a varias niñas y mujeres, y tres morían por el estallido de una mina cuando caminaban hacia su libertad.
Entre lágrimas y sonrisas, y con los ojos llenos de dolor, las sobrevivientes que habían pasado meses en poder de los extremistas islámicos narraron sus vivencias trágicas a AP en su primer día fuera de la zona de conflicto.
“Aquellas de nosotras que sobrevivimos sólo debemos alabar a Dios por estar vivas”, señaló Lami Musa, de 27 años, que mecía a su niña de cinco días de vida.
Musa fue una de las 275 niñas, mujeres y sus hijos chicos que recibían atención médica y se anotaba en un registro un día después de que se los pusiera a salvo. Muchas de estas personas estaban confundidas y traumatizadas.
Las fuerzas militares de Nigeria dijeron que en la última semana liberaron a casi 700 personas que Boko Haram tenía prisioneras. Se desconoce si entre las liberadas figuraban las llamadas “niñas chibok”, cuyo secuestro colectivo en una escuela hace un año suscitó la indignación mundial y propició el inicio de una campaña en internet para liberarlas con el hashtag #BringBackOurGirls.
Musa estuvo en el primer grupo de mujeres y menores rescatadas, a las que se transportó por tierra durante tres días hasta lugar seguro en el campamento para refugiados de Malkohi, una polvosa escuela abandonada que se encuentra entre árboles frente a un cuartel militar en las afueras de Yola, capital del estado de Adamawa, en el noreste.
Gracias a la operación de rescate efectuada la semana pasada, Musa se salvó de que la desposaran a la fuerza con uno de los asesinos de su esposo, narró la víctima.
“Me llevaron porque me casarían con uno de sus comandantes”, dijo Musa en referencia a los extremistas que la secuestraron de su aldea después de que mataran a su esposo y la obligaran a abandonar a sus tres hijos pequeños, de quienes no sabe nada. Estos hechos ocurrieron hace cinco meses en la aldea Lassa.
“Cuando se fijaron en que yo estaba embarazada, dijeron que me había embarazado un infiel y ya lo habían matado. ‘Cuando des a luz, te casaremos dentro de una semana con nuestro comandante'”, dijo la mujer con lágrimas que le escurrían por las mejillas ante el recuerdo de su esposo y de sus hijos perdidos.
Musa dio a luz a una niña de pelo ensortijado la noche anterior al rescate de la semana pasada.
Cuando se escucharon los disparos, integrantes de “Boko Haram vinieron y nos dijeron que se marchaban y que debíamos huir con ellos. Pero nos negamos”, afirmó Musa desde una cama en una clínica en el campo. La mujer tenía envueltos los tobillos con una sábana porque estaban muy inflamados, así que cada paso que dio fue una agonía.
“Después comenzaron a apedrearnos. Puse a mi bebé contra mi vientre y me doblé para protegerla”, afirmó mientras su cintura se encogía por reflejo, como si todavía intentara cubrir a su recién nacida.
Ella y otra sobreviviente de la lapidación, Salamatu Bulama, de 20 años, dijeron que varias niñas y mujeres fueron asesinadas, pero no sabían la cifra.
Los horrores no terminaron con la llegada de las fuerzas militares.
Un grupo de mujeres se escondió entre la maleza, donde no podían verlas los soldados que se desplazaban en un transporte blindado de personal, que pasó encima de ellas.
“Creo que las que murieron ahí serían unas 10 más o menos”, señaló Bulama.
Otras mujeres murieron por las balas perdidas, afirmó Bulama, quien identificó a tres de las víctimas.
Como no había suficientes vehículos para transportar a todas las personas liberadas, algunas mujeres tuvieron que marcharse a pie, declaró Musa.
Quienes se marcharon caminando habían recibido la indicación de que fueran por arriba de las marcas de los neumáticos de la caravana porque los extremistas de Boko Haram habían minado gran parte del bosque.
Sin embargo, algunas de las mujeres deben haberse perdido porque estalló una mina y tres de ellas perdieron la vida, agregó.
Fuente: Infobae América