Una historia de amor que no termina. Una historia de lealtad, convicción y pertenencia que no termina. Protagonista central de una jornada histórica para el movimiento que contribuyó a gestar, Cristina Fernández mantuvo ayer la mejor tradición del kirchnerismo. Fue transgresora y encabezó un hecho político inesperado, bien lejos del retiro administrado, protocolar y, en algunos casos, lastimoso con el que completaron su mandato muchos presidentes argentinos luego de 1983. En el último día de su gestión tras ocho años en el gobierno –un período que puede desgastar a cualquiera-, Cristina le habló a una multitud conmovida que volvió a manifestarse en el centro histórico de la ciudad de Buenos Aires. La Plaza de Mayo estaba tan llena que un turista distraído habría pensado que se estaba festejando la asunción de un mandatario electo. Incluso hubo fuegos artificiales. Pero, pequeño detalle, se trataba de todo lo contrario: el último día de gobierno -abreviado en 12 horas por una inédita medida cautelar- de una presidente saliente. El nuevo jefe de Estado recién jurará hoy, con un escenario político que lo obligará a la prudencia. Las centenares de miles de personas que colmaron ayer la Plaza ratificaron de la forma más nítida, con su propio cuerpo ocupando el espacio público, que la sociedad está polarizada. Y que una franja significativa de los argentinos tiene una fuerte conexión emocional –y esas identificaciones son más estables, menos volátiles- con el FPV y las políticas que se llevaron adelante en los últimos 12 años.
El último acto de Cristina como presidenta en ejercicio implicó también un innegable desafío para el sucesor. La mandataria saliente, que anoche, a las cero de este jueves, dejó de serlo y pasó al llano, repasó políticas emblemáticas de su gestión. La muchedumbre, con sus rugidosy sus ovaciones, dio un veredicto favorable. A lo largo del discurso, realizado desde un palco más pequeño de lo habitual y adornado sólo con una bandera argentina, CFK utilizó como metáfora la figura de “mirar a los ojos”.
La presidenta saliente aseguró que ella podía mirar a los ojos de “los trabajadores”; “los científicos”; “los jubilados”; “los comerciantes, los empresarios y los productores”; “los jóvenes universitarios”; “los docentes”; “los viejos y jóvenes trabajadores del petróleo”; y “los millones de norteños” (en alusión a los argentinos que viven en el NEA y el NOA), porque había gobernado teniéndolos en cuenta en las prioridades y con medidas destinadas a mejorar las condiciones de vida de cada uno de esos sectores sociales. “Para terminar, compatriotas y conciudadanos, después de 12 años y medio, podemos mirar a los ojos de todos los argentinos”, concluyó sobre sí misma y utilizando en ese párrafo, por elegancia, la primera persona del plural.
Pero el repaso de las políticas llevadas adelante en los últimos ocho años implicaba también un reto al próximo gobierno: la colocación de una vara que tendrá que equiparar el propio Macri. “Sólo le pido a Dios una sola cosa. Que quienes nos suceden por imperio de la voluntad popular, porque tenemos que aprender a respetar la voluntad popular –y cada uno tendrá que aprender a hacerse cargo de haber ejercido esa voluntad popular-, dentro de cuatro años puedan pararse frente a una Plaza como esta y decirles a todos los argentinos que también puede mirarlos a los ojos”, desafió Cristina en un mensaje dirigido puntualmente al presidente electo.
De hecho, Cristina aludió varias veces a Macri, aunque cuando lo hizo evitó llamarlo con nombre y apellido: “quien tiene la responsabilidad de conducir los destinos de la Patria”, fue uno de los eufemismos que utilizó para referirse a él. Las menciones al candidato triunfante de Cambiemos fueron mucho más crudas cuando le tocó expresarse a la multitud: “Macrisos cagón, sos cagón, sos cagón/ Macrisoscagoooon”, coreó la Plaza cuando Cristina habló de la medida cautelar que acortó su mandato, una resolución procesal iniciada por el fiscal Jorge Di Lello y avalada luego por la jueza María Romilda Servini de Cubría (ver página 8). Otro cantito dedicado a Mauricio fue el grito insistente de “¡procesado, procesado, procesado!”
Hacia el final de su última intervención como mandataria en funciones, Cristina volvió a profundizar sobre la acción de “empoderarse” y “empoderados”, dos latiguillos que se convirtieron en parte del ADN de su gobierno hacia el final del mandato.
“Cada uno de ustedes, de los 42 millones de argentinos, tiene un dirigente adentro, y cada vez que cada uno de ustedes sienta que aquellas conquistas y derechos conseguidos están en riesgo, tome su bandera y sepa que es el dirigente de su destino”, arengó Cristina en lo que sonó como una actualización de aquel precepto de Juan Perón sobre el bastón del mariscal que todo militante peronista debía llevar en su mochila.
Cristina profundizó una vez más sobre ese llamado a no delegar en los otros el compromiso de cada uno en la defensa de los logros de los últimos 12 años.
Mientras la presidenta se despedía de sus seguidores en las últimas horas de su cargo (varias veces bromeó que a la medianoche se convertiría en una calabaza, en línea con aquella fábula de la Bella Durmiente), la gente escuchaba con atención, festejaba sus ironías y le gritaba frases afectuosas desde las vallas, en los primeros metros de la Plaza. Desde las primeras horas del día se habían colgado en esa cerca lirios blancos hechos de papel: era una forma de homenaje y agradecimiento. Habían también notas escritas a mano, con fibrón y cartulinas.
Cristina había empezado su último discurso como presidenta con un balance de los 12 años kirchneristas: habló de las “persecuciones” y el “hostigamiento” sufridos por los miembros del gobierno –ella y su esposo en primera línea- desde 2003 en adelante.
Cristina también recordó la oposición generalizada de la mayor parte del sistema de medios (la multitud gritó entonces contra el Grupo Clarín y siguió luego con un “hijos de puta” generalizado) con la que debió convivir el kirchnerismo.
Para Macri, por el contrario, pronosticó un acompañamiento mediático casi militante. “Los tienen todos a favor”, apuntó. Luego habló de la libertad de expresión que caracterizó al FPV mientras fue gobierno, lo que permitió incluso que sus figuras principales sufrieran campañas mediáticas muy agresivas y, en sobrados casos, basadas en falsedades (Cristina habló de “calumnias” y “difamaciones”).
La mandataria saliente completó su párrafo sobre cuestiones editoriales y ejercicio del periodismo con una exhortación a que la administración de Cambiemos respete la libertad de expresión del mismo modo que lo hizo el FPV. Incluso advirtió que espera que a partir de hoy no vuelva a existir “censura” en la Argentina. “Espero que los argentinos tengan la misma libertad de expresión que han tenido en estos 12 años”, subrayó.
En la Plaza reaccionaron a esa frase con un cantito improvisado que reclamaba por la continuidad del programa 6,7,8. “Seis/ siete/ ochooooo/ Seis/ siete/ ochooooo”, se coreó. «
«Si después de tantos palos en la rueda, de tantos golpes e intentos destituyentes, difamaciones y calumnias, podemos estar aquí dando cuentas al pueblo, cuántas cosas podrán hacer los que tienen todos estos factores a su favor»
«He visto muchas medidas cautelares, contra la Ley de Medios, contra decretos del Poder Ejecutivo, pero en mi vida pensé que iba a ver un presidente cautelar durante doce horas en nuestro país.»
«Después de doce años y medio podemos mirar a los ojos a todos los argentinos, sólo le pido a Dios una sola cosa, que quienes nos sucedan, dentro de cuatro años puedan decirles a todos los argentinos que también pueden mirarlos a los ojos»
«Cada uno de ustedes tiene un dirigente adentro y cuando cada uno de ustedes sienta que aquellos en los que depositó su voto lo traicionaron, tome su bandera y sepa que él es el dirigente de su destino y el constructor de su vida.»
Fuente: Info News