La idea y puesta en marcha de un emprendimiento propio es una experiencia que las mujeres atraviesan con particularidades específicas al género que no suelen ser tenidas en cuenta cuando se analiza el fenómeno emprendedor y se estudian casos de éxitos puntuales. Las mujeres no sólo emprenden, en su gran mayoría, por motivos muy diferentes a los que suelen hacerlo los hombres, sino que también suelen tener expectativas muy diferentes respecto de ese negocio que emprenden.
Ambas situaciones prefiguran, ya desde el inicio, las características que tendrá el emprendimiento. Por eso, es conveniente tener en cuenta algunas pautas básicas para evitar errores que, en las mujeres, son más frecuentes. En el libro “FEMINOMICS, de la economía personal al emprendimiento propio”, la periodista Virginia Porcella analiza cinco factores claves:
El punto de partida: los emprendimiento suelen categorizarse en motivados por oportunidad (la detección de un nicho o la posibilidad de mejora en un mercado existente o poco desarrollado) o por necesidad económica. Estas categorías son incompletas a la hora de analizar una de las principales motivaciones de las mujeres: la búsqueda de compatibilizar el desarrollo profesional y la generación de recursos con la vida del hogar y la maternidad. Muchas mujeres se lanzan al emprendimiento propio en busca de independencia y flexibilidad más que en plan de crear una empresa con crecimiento. Identificar claramente esta “necesidad” es clave para determinar qué se está dispuesta a hacer y qué no para el crecimiento del negocio. En muchos casos, este planteo llega tarde cuando el emprendimiento ya está en marcha y no está dando los resultados esperados.
El rubro: las mujeres suelen desarrollar negocios propios en los sectores tradicionales y tal vez menos rentables. Una mínima parte, por caso, se orienta a proyectos tecnológicos, rubro que ofrece el mayor potencial de rápido crecimiento. Por el contrario, de acuerdo con un estudio de Ernst&Young sobre mujeres emprendedoras, el principal rubro que las convoca es el gastronómico, en segundo lugar los servicios a empresas (consultoría, por ejemplo) y en tercer lugar la producción de bienes. En el caso de los hombres, el software es la principal actividad a la que se dedican los emprendedores, seguido de proyectos digitales (internet) y recién en el tercer puesto la industria o producción de bienes.
El financiamiento: Es el verdadero talón de Aquiles para las mujeres emprendedoras. Más de la mitad (54% según EY) invierte sus propios ahorros para desarrollar el negocio, mientras que el 16% se financia en base a las las tres FFF (friends, family and fools), es decir, con familiares, amigos y algún distraído dispuesto a ayudar. Apenas 15% recurre al banco y mecanismos más sofisticados como capital semilla, inversores ángeles o al menos la inclusión de socios prácticamente no figuran entre las opciones elegidas. En otra palabras, los mecanismos de financiamiento de las mujeres emprendedores son más limitados lo que condiciona el potencial de crecimiento de sus negocios.
Redes de contacto: Algo similar ocurre con las redes de apoyo a las que acceden o suelen apuntar las mujeres. Todos los emprendedores en sus inicios se apoyan en sus círculos más íntimos pero, a medida que el proyecto avanza, las mujeres raramente expanden esa red de contactos para incluir expertos, potenciales inversores e incluso instituciones especializadas. Pero desde la fase inicial, contar con asesoramiento objetivo y especializado es fundamental para orientar las decisiones.
La socia. Iniciar un negocio con una amiga es de lo más frecuente entre las emprendedoras novatas y no tiene nada de malo. Sin embargo, esta elección suele estar basada en la afinidad e intereses compartidos y no tanto en los aspectos complementarios. La pasión por una misma actividad es lo que une a muchas emprendedoras en un estadio inicial pero lo que se pierde de vista es quién liderará o se responsabilizará de aquellos aspectos del negocio (tal vez la contabilidad, la comercialización o el manejo del equipo) que no atraen a ninguna de las partes. Se trata de que cada una se ocupe de lo que mejor hace, no sólo de lo que más le gusta.
Fuente: Apertura