Nací en 1980 y desde que llegó a mi casa la mítica Commodore 64, regularmente mi madre me obligaba a salir de mi habitación para disfrutar del sol y el aire libre. Las cosas se complicaron cuando apareció en mi vida “el Family”, la consola hogareña afanosamente inspirada en el Famicom que invadió los hogares argentinos durante la canilla libre de importaciones de la década del 90 y que también me atornilló dentro de mi cuarto y me alejó de las plazas y parques. Treinta años más tarde, las cosas cambiaron y ahora es mi misma madre la que pide mesura frente a un videogame adictivo, pero esta vez es Pokemon Go y ya no se trata de obligar a nadie a salir al aire libre, sino de convencer a sus nietos para que regresen de una vez a sus casas.
Y es que Pokemon Go es, por muchos motivos, una verdadera revolución. El primer videojuego de realidad aumentada de Nintendo se convirtió de la noche a la mañana en un suceso mundial y hoy cuenta con más usuarios activos que Twitter y, en ocasiones, le gana en tráfico y actividad al gigante Facebook y la niña mimada Snapchat. Pero no se trata sólo de fríos números: este título implica una serie de cambios que podrían redefinir la exuberante industria gamer, que logró vencer a la piratería, consolidar un modelo de negocios y hoy factura más que Hollywood.
Tal como sucedió una década atrás con la Wii, que acercó las consolas a los neófitos, Nintendo volvió a probar la exitosa fórmula de hacer videojuegos para aquellos que no juegan videojuegos. Pokemon Go utiliza la cámara, el acelerómetro y la geolocalización de los teléfonos celulares para ubicar a los recordados personajes de la serie de televisión en sitios del mundo real, como parques, plazas, oficinas y hasta cementerios. Tal como sucede en la ficción, se trata de cazar estas criaturas y ponerlas dentro de bolas.
Ya no hay que estar encerrado frente a un televisor. Ahora hay que recorrer a pie varios kilómetros, meterse en lugares nuevos y descubrir escondites. Como explicó el sitio FastCoDesign: “Pokemon Go está haciendo que las personas se enamoren de sus ciudades”. Se trata de mirar con otros ojos los sitios que ya conocemos.
El lanzamiento del juego en la Argentina es inminente pero a juzgar por lo que sucede en los países del mundo en los que fue lanzado, no deberemos sorprendernos si nos encontramos con personas caminando como zombies por calles vacías, lugares abandonados o inclusive en nuestro propio jardín con el teléfono en mano, mirando a través de la pantalla dónde está escondido el pokemon que requiere ganar una partida. Ya existen noticias de choques y accidentes producidos por manejar o caminar distraídos con el celular, además de personas que violan perímetros privados y se acercan a centrales eléctricas, embajadas y oficinas gubernamentales para atrapar un personaje codiciado.
Para los que miran desde afuera, se trata de un universo extraño y que se parece más a la búsqueda parapsicológica de fantasmas que a un verdadero pasatiempo. Sin embargo, incluso los que jugaron una sola vez, aseguran una vez que se comienza una partida no hay vuelta atrás. Quizá, quién sabe, haya que actualizar al genial Antoine de Saint-Exupéry y afirmar que en el caso del Pokemon Go, “lo esencial es invisible a los ojos”.
Fuente: Perfil