Los jóvenes necesitan acercarse a las tareas de labor comunitaria, a la asistencia a los más necesitados. Y a veces, por más que el entusiasmo esté presente, es necesario recibir un pequeño envión para poder transformar las ganas en una acción. Lider.ar es un programa de formación para jóvenes que se encuentran en los últimos dos años de su escuela secundaria, cuyo enfoque es el de potenciar el trabajo colaborativo y de desarrollo de conciencia social. La idea es incitar a los mismos adolescentes a ser protagonistas de un cambio.
“Durante la formación, los chicos participan de talleres que se llevan a cabo todos los sábados y en los que adquieren diferentes herramientas para ser agentes de cambio. También forman parte de seminarios intercolegiales, en los que se reúnen con todos los que hacen Lider.ar para seguir apostando a la transfromación”, explicó la directora de la Fundación Liderar, Agustina Faustin.
“Una vez que finalizan su primer año de formación, pasan a formar parte del área de Egresados, en la que desarrollan un proyecto de impacto dentro de su comunidad”, agregó.
La idea principal del proyecto es que los estudiantes sean los verdaderos protagonistas del cambio. De tal manera, el programa está llevado a cabo por un grupo de profesionales universitarios y profesores de nivel secundario comprometidos con la educación y el desafío de igualar oportunidades a partir de la calidad educativa.
“Somos un grupo de profesores que, encontrando las dificultades que vemos en el aula y las limitaciones para trabajar con los alumnos a través del vínculo, armamos un programa de formación en liderazgo comunitario para los adolescentes que están en los últimos años de secundaria”, detalló Faustin.
“Trabajamos en escuelas que creen en el potencial de sus estudiantes, con iniciativa y disponibilidad para comprometerse a una Red de jóvenes y profesores durante un año completo”, definió.
Faustin, su fundadora, reconoció: “Nos encontramos todos los sábados del año para realizar talleres de habilidades socioemocionales. Por la mañana, trabajamos en La Tablada y por la tarde en San Fernando. En cada encuentro participan jóvenes de distintas escuelas para reflexionar sobre sus propias habilidades y las problemáticas sociales”.
“En los últimos años, las generaciones de chicos fueron receptores pasivos, que esperaban que alguien se hiciera cargo y les solucione los problemas”, reveló. “Nuestra propuesta se enfoca en plantearles qué tienen ellos para ofrecer e incitarlos a armar un proyecto para cambiar el lugar en que viven. Es bueno que se hagan cargo de su potencial, con medidas que impacten y generen valor”, concluyó Faustin.
“Durante mi trabajo en el aula, una de las actitudes que más me preocupaba de mis estudiantes era la pasividad frente a las situaciones, y cómo la metodología de enseñanza, en esas escuelas, sigue siendo como hace más de 20 años, los estudiantes aprobaban la lección sólo cuando la buena memoria ayuda a repetir lo que el docente espera escuchar. Sentí que faltaban espacios innovadores para escuchar a los jóvenes y activar su rol como protagonistas de su proceso de aprendizaje”, dijo la directora del proyecto. Y completó: “Quería mostrarles lo importante que son para la escuela, para su barrio, para la sociedad. Cuando lo digo pareciera que muchos no lo consideraban así”.
Actualmente, Faustin y su equipo trabajan en 12 escuelas: “Les proponemos a los jóvenes un espacio de formación y de acción. La idea es llevar a cabo un proyecto de mejora en su escuela que generen un impacto social positivo en su comunidad”.
– ¿Por qué el foco de Liderar está puesto en personas de 15 a 18 años y cuál es la finalidad de comenzar a trabajar a temprana edad?
Faustin: Formamos estudiantes de 15 a 18 años que se encuentren actualmente cursando los últimos tres años del nivel secundario en escuelas de contextos desfavorables en Capital y Gran Buenos Aires. Potenciamos su capacidad de liderazgo para que se comprometan con su comunidad a través de proyectos solidarios ideados y concretados por ellos mismos. Los jóvenes necesitan espacios para conocerse, descubrir su potencial y animarse a desplegarlo.
– ¿Qué impacto tuvo hasta el momento el trabajo que vienen realizando?
Ya participaron alrededor de 200 jóvenes y muchos continúan construyendo la organización, participando como talleristas y organizando actividades para los nuevos jóvenes que se suman. Hemos desarrollado un área de Egresados en donde se generan oportunidades laborales y académicas con instituciones educativas y empresas que desean apostar a más jóvenes.
– A veces se dice que la juventud “está perdida”, que los chicos andan cazando pokemones por ahí… pero, ¿qué ven ustedes en estos jóvenes que la sociedad adulta no llega a descubrir?
Hoy en día las primeras actitudes frente a las problemáticas suelen ser la queja, la pasividad y en general se “espera” a que “otro” resuelva y solucione. Creemos que nuestros jóvenes pueden aprender a ser críticos pero a partir de una propuesta constructiva y una actitud proactiva, asumiendo responsabilidades y compromiso. Confiar en uno mismo, trabajar en comunidad e involucrarse en las problemáticas sociales son los ejes que movilizan a formar jóvenes. Brindamos herramientas de gestión de proyectos, para que el día de mañana sean ellos los agentes de cambio de sus propias comunidades. Creemos en una escuela involucrada en su comunidad a través de sus jóvenes estudiantes.
Creemos que de esta forma también aportamos a sumar soluciones frente a las problemáticas que se identifican en estos contextos: la pasividad de la juventud en sus roles de alumnos, de los altos índices de jóvenes que no trabajan ni estudian y de los casos de violencia escolar, decidimos desarrollar un programa con talleres, seminarios, charlas y pasantías laborales para jóvenes de distintas escuelas. El enfoque de trabajo colaborativo y desarrollo de conciencia social potencian sus iniciativas para que ellos mismos sean protagonistas del cambio.
– ¿Cuán necesario es que jóvenes y adultos participen de más y nuevas causas colectivas?
Creemos que necesitamos construir una sociedad más justa, en donde todos nos hagamos cargo de nuestro lugar y de nuestro potencial para agregar valor, una sociedad en donde todos seamos partícipes. Una sociedad colaborativa. Con adultos que confíen y generen espacios, que formen y potencien a las próximas generaciones.
Fuente: Infobae