La supervivencia del más apto comenzó por la cadena textil.
En lo que va del año, el sector acumula 1.500 despidos y cuatro mil suspensiones, según datos del Sindicato de Empleados Textiles. Al cierre de la fábrica de TN&Platex en Chaco y Top San Juan se suman suspensiones en Tucumán, Catamarca, La Rioja y Chubut, entre otros puntos, pocos meses después de que desde el Gobierno señalaran que los sectores que no fuesen competitivos tendrían que “reconvertirse”.
En lo que va del año, en tanto, las importaciones de indumentaria crecieron 35% mientras que las ventas en el mercado interno cayeron 25%, según datos de las cámaras del sector. Como resultado, “hoy el 60% de lo que se consume en el total de la cadena es importado”, explicó Eduardo De Toma, gerente de la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA).
“Si hay que transformarse, lo hacemos, pero es un plan a diez años. Se necesita un Estado presente con créditos blandos”, ponderó Marco Meloni, vicepresidente de la Fundación ProTejer y dueño de Italcolore. “Hay que trabajar en impuestos indirectos como el impuesto al cheque, ingresos brutos o las tasas municipales. De todas formas, el sector textil (telas e hilos) está en la frontera tecnológica, robotizado”, sostuvo De Toma.
El miércoles, el ministro de Producción, Francisco Cabrera, prometió en el marco del Foro LIDE Agronegocios “un comercio administrado inteligente”. El Gobierno trabaja sobre las normas técnicas para fin de año. Esas ‘barreras para-arancelarias’ tienen el visto bueno de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y complementan las licencias no automáticas que dilatan en sesenta días el ingreso de una prenda o tela pero que no lo prohíben. También buscan identificar a los importadores, donde dominan las grandes superficies.
“El 74% de los trabajadores son informales o cuentapropistas. Y la informalidad impacta en la productividad. El sector encuentra dificultades para capitalizarse e incorporar tecnologías que mejoren la calidad de los productos”, indicaron desde Producción. Para esto, se trabaja en un modelo de “Centros de Confección” y costo cero para los empleadores, una medida que todavía no se anunció. “No terminaron de definirlo, todavía”, reconocen en el sector privado.
Costos. Desde Setia, el secretario gremial, José Minabarrigaray, explicó que la mano de obra puede ser competitiva y las empresas invirtieron en tecnología. “Pero hay un exceso en impuestos, cobro de comisiones bancarias. El 76% del costo de una prenda no corresponde al costo industrial”, aclaró. Para evitar más cierres, desde el sector de los trabajadores también pidieron al Gobierno subsidios al empleo, conocidos como Repro. “Son muy pocas las empresas que los tienen”, indicaron desde la Asociación Obrera Textil, que vienen de pedirle al jefe de Gabinete de Producción, Ignacio Pérez Riba, que interceda por la textil Guilford, en Comodoro Rivadavia, que está al borde de sumar 200 trabajadores a los despidos.
Por lo pronto, desde el Ministerio de Producción sostuvieron que se busca “acelerar el crecimiento a través de la transformación de sectores con problemas de competitividad en otros con oportunidades en el mercado interno y el internacional”.
Para el presidente de la Cámara de Indumentaria (CIAI), Claudio Drescher, se puede pasar de exportar US$ 100 millones a US$ 1.000 millones en diez años. “Tenemos un plan para salir al mundo con indumentaria de calidad. A nivel de precio no podemos competir. Pero para eso se necesita financiamiento, disminución de las cargas impositivas, un 12% de reintegro de exportación (una devolución de impuestos indirectos) y apoyo técnico”.
Entre 2010 y 2015, las exportaciones de textiles y confecciones rondaron los US$ 312 millones.
Fuente: Perfil