ANTE EL BOOM DE LAS SEPARACIONES, los terapistas se han puesto las pilas. Se han dado cuenta de que muchos de los matrimonios que terminan en divorcio, podrían ser salvados. Sin embargo, como la mayoría de las parejas buscan ayuda cuando ya están con el agua al cuello, no son pocas las que sucumben antes de encontrar la solución a sus conflictos.
Pero una nueva corriente de terapistas ha decidido diseñar terapias de emergencia, rápidas y efectivas, que den soluciones más inmediatas y permitan a las parejas permanecer unidas. “La terapia de pareja debe ser breve porque es terapia de crisis. En este tipo de situaciones hay que actuar rápido, de lo contrario, el matrimonio se disolverá antes de que consiga la respuesta a sus problemas”, señala la sicóloga y terapista de pareja María Consuelo Cárdenas de Santamaría, profesora de la Universidad de los Andes y autora del libro “Las relaciones de pareja”.
Tradicionalmente la terapia matrimonial se ha basado en la tesis de que si la gente analiza sus experiencias infantiles y las relaciones con sus padres, llega a conocerse como persona y, es este entendimiento, el vehículo para el cambio. Pero si bien estas sesiones introspectivas permiten entender las fallas e identificar las experiencias que desencadenan los conflictos, también es cierto que generalmente demandan un tiempo que la pareja ya no tiene . De hecho, la gran mayoría de las parejas que asisten a consejería matrimonial, se separan mientras tratan de entender el origen de sus errores.
Es por eso que una nueva corriente de terapistas ha decidido olvidarse del pasado y dedicarse a confrontar el presente. “Aunque el pasado es necesario para entender muchas cosas, no se puede cambiar. Así que se busca que las personas identifiquen las cosas que producen conflictos y que deben cambiar a nivel inmediato”.
La idea de que se puede salvar una relación con sólo unas semanas y no meses de terapia, también ha llevado a que muchas parejas se muestran mucho más dispuestas a buscar ayuda profesional. Y aunque hay tantas formas de terapia como terapistas, el objetivo es el mismo: salvar matrimonios antes de que el deterioro de la relación llegue a un punto de no retorno. Pero la premisa de estos caza divorcios no sólo es evitar las prolongadas sesiones, sino también pasar de las interminables jornadas en las que se escuchan quejas de parte y parte, a ayudar a las parejas a descubrir lo que hay de positivo en su relación para, a partir de ahí, corregir lo que está equivocado. Y hacerlo rápido. Porque lo que disuelve los matrimonios es la desesperanza de que las cosas no puedan cambiar nunca.
La premisa básica de la terapia breve es que la acción de una persona promueve una reacción. “Si uno de los dos cambia, el otro también”, señala la sicóloga norteamericana Michele Weiner David, quien en su libro “Divorce Busting” plantea una revolucionaria técnica llamada Terapia Breve de Solución Orientada, en la cual se exige a la pareja, evocar y meditar sobre las cosas positivas que hay en la relación. Buscar aquellas cosas que inicialmente llevaron a la atracción o las que han compartido y a partir de ello construir nuevamente una buena relación. “Antes que mirar la causa de sus conflictos, es más importante enfocarse en qué es lo que funciona en la relación”, dice la autora. Ella sugiere hacer juntos un inventario y comparar las diferencias entre las épocas cuando las cosas iban bien y los tiempos en que la relación dejó de funcionar.
El único requisito para que esto funcione es querer permanecer casado. Aunque hay quienes sostienen incluso que con el hecho de que uno de los cónyuges quiera mejorar la relación, se puede lograr, para la sicóloga de Santamaría, es indispensable que ambos acudan a la terapia. “Si la gente no está muy convencida o sólo espera instrucciones, eso no ayuda a cambiar nada. Se necesita un compromiso de ambas partes. En principio yo exijo que asistan juntos, aunque sea a la primera sesión. Quizás en otros países pueda hacerse la terapia con uno de los miembros de la pareja, pero la experiencia me ha enseñado que los colombianos son muy excépticos e incrédulos ante los consejos del terapista por eso es necesario que exista un compromiso serio de mejorar la relación”.
Para muchos, sin embargo, la terapia breve suena demasiado buena para ser verdad. De hecho, la búsqueda de soluciones rápidas ha generado controversia entre los seguidores de la terapia tradicional. No pocos se preguntan si un asunto tan delicado como un matrimonio puede ser efectivamente arreglado en un puñado de sesiones. Sin embargo, es una alternativa que, en el poco tiempo que lleva, ya ha mostrado sus frutos.
Incluso existen otras fórmulas que no requieren sesiones periódicas de terapia. La más exitosa es el llamado Entrenamiento en la Solución de Conflictos. En este programa, las parejas no son considerados pacientes sino estudiantes que aprenden la habilidad para resolver sus diferencias y comunicarse mejor. El pionero de esta disciplina es un terapista norteamericano, Howard Markman, quien lo diseñó para ser dictado en un fin de semana. Los mejores clientes son aquellas parejas que han convertido la discusión en una forma de vida, “donde un simple desacuerdo conduce inevitablemente a una explosión”, señala el sicólogo. Se trata de enseñar a las parejas a resolver sus conflictos sin herirse mutuamente. “La intimidad con alguien produce seguridad, pero paradójicamente también provoca la reacción contraria: el amor nos hace demasiado ansiosos porque somos más vulnerables ante aquellos que nos conocen mejor”. Pero aunque los conflictos son necesarios para desarrollar la intimidad, es necesario aprender a manejarlos contructiva y no destructivamente. Y como la premisa es que la discusión en frío es siempre preferible a una acalorada pelea, el cartón de grado de este curso es aprender a manejar los conflictos en forma rápida y efectiva.
En opinión de los sicólogos de pareja, el mayor problema de los matrimonios de hoy es la comunicación. “Las parejas de hoy no pasan suficiente tiempo juntas”, dice el terapista Bernard Guerney, creador de una técnica similar, encaminada a mejorar la calidad de las relaciones interpersonales que ha sido aplicada con éxito entre parejas. “La gente debe aprender a escuchar y a manifestar sus propias necesidades y sentimientos y a escuchar críticas sin estar a la defensiva”. Los principios de esta técnica surgen de la misma na turaleza humana: quien se siente amenazado o criticado, reacciona a la defensiva; quien se siente comprendido está más dispuesto a escuchar y todas las soluciones pueden ser negociadas en una atmósfera de cooperación.
Aunque todo ello suene elemental, está demostrado que es imposible aplicarlo al calor de una discusión en la que los dos interlocutores se sienten amenazados y atacados. Por eso las parejas deben aprender no sólo a escuchar cuidadosamente sino a ponerse en el lugar del otro para comprender sus puntos de vista y sus sentimientos. Este tipo de terapia ha encontrado muchos adeptos entre los hombres, generalmente más reacios que las mujeres a buscar ayuda profesional para solucionar sus problemas de pareja. La razón es quizás, que aprender a comunicarse y a discutir es una necesidad imperiosa en todos los campos del mundo actual.
Pero si bien los asombrosos resultados de estas técnicas hacen que muchos cónyuges sientan, por primera vez, que son escuchados y tenidos en cuenta, no salva todos los matrimonios. “Sin embargo, aunque la pareja decida separarse señala Guerney los cónyuges tienen que mantener contacto y la forma como resuelvan también sus conflictos como ex esposos hará las cosas mejor o peor para los hijos”.
Lo cierto es que los años del boom del divorcio han llevado a terapistas y parejas al convencimiento de que no siempre esa es la mejor solución. Las estadísticas muestran que si la mitad de los primeros matrimonios fracasan, las cosas no son mejores en las segundas uniones: el 60 por ciento termina en divorcio. “Encontrar a alguien nuevo no siempre es la respuesta, porque la gente simplemente llevan los ellos los mismos patrones de conducta”, señala la sicóloga de Santamaría. “Muchas veces se hace entonces necesaria una terapia individual más afondo, para que la persona corrija actitudes y comportamientos que llevaron al fracaso su primera relación. O incluso para superar el sentimiento de dolor o fracaso que conlleva una separación”. Según una encuesta Gallup, realizada en Estados Unidos, el 82 por ciento de las personas divorciadas consideran que su decisión fue correcta. Pero el 40 por ciento de los que contrajeron una segunda unión piensan que reemplazar al cónyuge no mejoró la calidad de sus relaciones. Fue el sereno proceso de autoexamen, ocurrido después del divorcio, lo que hizo la diferencia.
Esto puede esperarse en el matrimonio también. Un estudio realizado por un grupo de terapistas, citado en el libro de Weiner Davis, señala que de 60 parejas que recibieron consejo profesional, cinco años más tarde, sólo nueve estaban separadas. Esto demuestra que si bien las crisis son inevitables en el matrimonio, es posible superarlas y a menudo, esto incluso enriquece la relación. Hoy más que nunca antes, las parejas que funcionan son vistas con admiración y la gente busca aprender el arte de vivir juntos y felices. Es por eso que se le está dando una segunda mirada a la separación y más parejas están buscando ayuda profesioal, incluso como medida preventiva.
CINCO MITOS DEL CONFLICTO
SEGUN LOS TERAPISTAS las siguientes son las quejas más frecuentes cuando se está al borde del divorcio…
“SI NO FUERA POR El, YO SERIA FELIZ”: Los cónyuges generalmente culpan al otro de ser la fuente de todas sus desgracias y piensan que si se separaran todo ira bien. Pero la mayoria de los problemas vienen más de la interacción de la pareja que de las acciones aisladas de uno de los dos. Una vez que estos patrones son reconocidos, los cónyuges pueden aprender a cambiarios.
“NO PUEDO PERDONAR LA INFlDELIDAD”: En esto rara vez el infiel es el único culpable. Y aunque la traición ciertamente produce rabia y desconfianza, puede algunas veces sacudir a una pareja para renovar su compromiso. Un romance no tiene que ser un presagio de derrumbe de la relación si la pareja lo usa como una oportunidad para mirar lo que pueden mejorar para que no suceda de nuevo,
“YA NO HABLAMOS”: Muchas veces los conflictos y el estar a la defensiva hace que la gente pierda la habilidad de comunicarse. La mayoria de estas nuevas terapias buscan enseñar a la pareja a pelear, a discutir sin herirse y a manifestar sus sentimientos para asegurarse de que son realmente escuchados por su cónyuge.
“EL NUNCA CAMBIARA”: Sólo porque ciertos conflictos y tensiones parecen insuperables no significa que continuarán igual. Incluso cambios menores de comportamiento pueden llevar a efectos mayores en una relación. Por eso estas terapias se enfocan en la búsqueda de las situaciones específicas que causan fricción. Una acción siempre produce una reacción.
“YA NO LO AMO”: Las parejas en conflicto lo asumen muy pronto si consideran equivalente amor y romance. Muchas personas tienen unas expectativas tan idealizadas acerca de lo que debe ser su pareja, que nunca consiguen alcanzarlo; pero si son más realistas y evocan los comportamientos que seguían cuando la relación funcionaba descubren que pueden enamorarse de nuevo.
EN ESTA ESQUINA
Los conflictos son parte de la vida en pareja. La clave está en qué tan rápido y qué tan bien pueden ser solucionados. Estas son las bases de una revolucionaria técnica para aprender a manejar los problemas en forma constructiva. No importa qué tan sério sea el tema en discusión; los expertos dan una gula para comunicarse acertadamente en busca de una solución pacífica:
1. Escuche: A medida que su pareje hable, trate de ponerse en su lugar. Evite la tentación de interrumpirlo con sus propias reacciones. En lugar, haga el intento de mentender los sentimientos que hay detrás de sus palabras. Recuerde que no tiene que estar de acuerdo con la otra persona, de hecho su interlocutor estará más dispuesto a considerar su punto de vista cuando sienta que el suyo ha sido escuchado a profundidad.
2. Exprese: Reconozca que su punto de vista es solamente eso. La manera como usted ve el mundo no necesariamente es la forma como es el mundo. Mantenga sus afirmaciones de manera subjetiva, hablando en primera persona. No diga: “Usted me enfurece”, sino “estoy furioso porque…”.
Tan frecuentemente como sea posible comunique a su parejo cualquier sentimiento positivo que pueda tener acerca de él, que sean relevantes en la discusión.
No use generalizaciones como “siempre” o “nunca”. Enfoque sus solicitudes de cambio sobre comportamientos especificos y no sobre el carácter del otro. No diga: “Yo quiero que deje de ser tan perezoso”, sino “me gustaría que me ayudaras en…”. Describa cómo ese cambio lo haria sentir a usted.
* Si lo que quiere realmente es regañar al otro, no espere que esto resuelva el problema. Una explosión inhibirá la discusión. Mejor discuta el problema más calmadamente en otro momento.
3. Discuta: Cuidado. Cuando la gente está tan deseosa de decir lo que tiene que decir deja en un segundo plano las opiniones del otro. Este dispuesto a pasar más tiempo escuchando que expresando, si es necesario. Cuando haya expresado sus ideas y emociones más importantes y se siente comprendido, preocúpese por saber la reacción de la otra persona. Y sólo continúe cuando haya conocido los sentimientos de su interlocutor sobre el punto, o cuando tenga una idea u otra información que podría ayudar a resolver el conflicto.
4. Busque Soluciones: Intercambie ideas sobre formas en las cuales las necesidades de su cónyuge y las suyas podrian ser atendidas. No trance demasiado pronto. El objetivo es encontrar una respuesta que satisfaga a las dos partes. Acuerde primero una solución general y a partir de ahi, trabaje los puntos específicos.
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Fuente: La Semana