Quizás lleves tiempo dándole vueltas a tu viaje soñado pero nunca logras que coincidan tus fechas con las de tus amigos. O quizás a ellos no les hace tanta ilusión como a ti. O a lo mejor estás abierto a otras propuestas pero parece imposible que os pongáis de acuerdo con el destino.
Si sigues así probablemente pasen años hasta que lo consigas. Si es que lo logras. O tomas cartas en el asunto o llegará un momento en que será demasiado tarde.
¿Te has planteado alguna vez viajar solo?
Puede que si no te lo hayas planteado tu primera respuesta a esta pregunta sea “No, no quiero viajar solo porque me acabaré aburriendo o sintiéndome demasiado solo”. Si lo piensas, sigue leyendo.
En este artículo quiero darte algunas claves que podrás usar para vencer tus reticencias a viajar solo y consejos para que te sea más fácil conocer gente nueva mientras lo haces. Y no sólo te servirán para tus viajes, sino que también los podrás aplicar mañana mismo en tu día a día.
Al final, espero que descubras que viajar solo es como subirse a una montaña rusa: la primera vez acojona, pero una vez lo has hecho, no dejarías de repetirlo.
¿A qué le tienes miedo realmente?
Probablemente no te hayas lanzado todavía a viajar solo por varios miedos:
1. Miedo al qué dirán
Uno de las principales barreras suele ser la imagen que daremos a la gente que nos conoce: tenemos la idea que viajar solo es sinónimo de derrota y de fracaso personal.
Si crees que la sociedad margina a los que han decidido viajar, vivir, o emprender solos, utiliza tu empatía y ponte en la piel de la gente que te rodea.
¿Qué pensarías tú si llevaras años soñando con viajar a la India pero incapaz de encontrar acompañante, y un día te enteras de que un conocido tuyo ha ido solo, ha conocido un montón de amigos allí y ya está ahorrando para volver el año que viene? ¿Sentirías pena por él o por el contrario cierta envidia?
Como me imagino tu respuesta tan sólo puedo recordarte que una cosa es lo que la gente dice, y la otra lo que piensa. Así funciona la presión social. Si viajas solo, mucha gente admirará tu coraje y envidiará tu libertad. Aunque digan lo contrario.
2. Miedo a que te pase algo malo
Aquellos momentos en los que vas a estar solo de verdad son en realidad los más seguros: en la tranquilidad de tu habitación, en el asiento del tren o en la espera en un aeropuerto. En el resto de ocasiones, yendo con ciertas precauciones no tendrás ninguna dificultad distinta a la que tendrías en la ciudad o pueblo donde vives.
Piénsalo bien: cuando sales de tu hogar para ir a algún sitio, ¿sueles tener algún problema? Imagínate ahora que en lugar de ser tú, eres de otro país y te diriges al mismo sitio por exactamente el mismo camino. ¿Te encontrarías con algún contratiempo nuevo por el hecho de ser extranjero?
Claro que no. Los otros países no son necesariamente más peligrosos. Viajar solo por España es igual de peligroso que viajar solo por otro país. Si te informas de antemano y evitas los sitios complicados no deberías tener ningún problema. De hecho, si comparo mi ciudad con la seguridad que he experimentado viajando a ciertos lugares de Asia debería darme miedo hasta ir a comprar el pan.
El miedo a que te pase algo malo es un miedo imaginario que habitualmente no se fundamenta en tus experiencias anteriores, sino en tus creencias. En realidad, lo que te preocupa no es la posibilidad de que te pase algo malo. Simplemente, crees que eres incapaz de estar solo.
3. Miedo a no saber apañártelas
Las personas tenemos la costumbre de autocastigarnos mucho y premiarnos poco. Cuando nos toca salir de nuestra zona de confort sólo vemos problemas y catástrofes en lugar de oportunidades y desafíos. Per la verdad es que, una vez fuera de esa zona, la gente se espabila mucho más de lo que crees. Y eso te incluye a ti. El ser humano busca inconscientemente recursos de todos lados, y si no que se lo pregunten a las personas que sobreviven dos semanas atrapadas entre los escombros de un terremoto.
Te propongo un ejercicio: piensa un momento en las cosas buenas o interesantes que has experimentado en tu vida como un nuevo trabajo, una cita con la persona que te gustaba, el nacimiento de un hijo o la creación de tu propia empresa. ¿Estabas nervioso?
Las cosas buenas siempre van acompañadas de miedo porque existe la posibilidad de fracasar, y el cuerpo usa ese miedo para darnos la energía necesaria para prevenir los fracasos. El temor al fracaso es lo que da a la gente la motivación necesaria para evitarlo.
Esa misma energía te dará las fuerzas para hacerte entender con los lugareños aunque no hables su idioma o para encontrar un albergue a las 3 de la madrugada. Y si no lo consigues, recuerda que hoy en día no es como hace cuarenta años: en casi cualquier sitio encontrarás a alguien que hable un poco de inglés, un policía que pueda ayudarte o un lugar con Internet para comunicarte.
Tú no puedes decidir si te pones nervioso o no, pero sí como usas la energía que te proporcionan los nervios. Utilízala para seguir en movimiento.
4. Miedo a sentirte solo
vacaciones para singles
Quiero que te quede clara una cosa: no es lo mismo sentirse solo que estar solo.
Si te plantaras en medio de una ciudad y todo el mundo a tu alrededor estuviera en pareja o en grupo, tendrías motivos reales para sentirte solo. Pero evidentemente nunca es así, por lo que dejarás la sensación de soledad atrás en el momento en que salgas por la mañana del lugar donde te hospedes.
Viajar en pareja o en grupo puede ser mucho más solitario que viajar por tu cuenta. Prácticamente te ata a tener que relacionarte continuamente con tus compañeros para que no parezca que los dejas de lado. En esa situación es perfectamente posible regresar de tu viaje sin haber conocido a nadie.
Pero lo que mucha gente no se imagina es que, a pesar de que empiezan solos, pocas veces van a estar así. Cuando te encuentres solo, pongamos que en medio de Bangkok, te descubrirás a ti mismo absorbiéndolo todo de tu entorno, con la necesidad de hablar con la gente, de socializar y de comunicarte. Por muy introvertido que seas.
Seguro que hay cosas que odias hacer solo, como por ejemplo cenar o ir al cine, y otras que no te generan ansiedad o que incluso te gustan, como pasear o visitar museos. La clave está en que intentes hacer más cosas de la segunda categoría que de la primera, así notarás menos la soledad.
Como el miedo a sentirte solo es el único de los cuatro que considero que tiene fundamentos reales y no imaginarios, vamos a ver algunas maneras de hacer amigos en tu viaje.
Cómo conocer gente viajando solo
En primer lugar voy a romper un mito: conocer gente estando solo, sobretodo si es en el extranjero, es mucho más fácil que estando acompañado. Y no precisamente gracias a ti, sino a las personas alrededor tuyo.
A la gente le cuesta menos acercarse a ti cuando estás solo porque eres mucho más accesible. Cuanto mayor es un grupo, más vergüenza o miedo nos da acercarnos a él. Así que por favor, si alguien viene a hablarte no le pongas mala cara.
Cuando alguien descubre que estás solo se preocupa más por ti. Eso es por tu aparente situación de desprotección. Te tratarán mejor, se interesarán más por ti y te invitarán a conocer a sus amigos. Así es más fácil conocer gente.
Las conversaciones son mucho más profundas. Estando solo, un sencillo “¿A dónde te diriges?” sentado en la estación del tren puede convertirse en un compañero de viaje y en una amistad de por vida. Eso es porque las conversaciones con gente que creemos que no volveremos a ver nunca más son mucho más profundas que con amigos. La creencia de que la información que intercambies nunca llegará hasta tu hogar te liberan para abrir más tu corazón.
En realidad, es tan fácil conocer gente viajando solo que a menudo me he descubierto a mí mismo intentando huir de los demás
Nota de Ángel: Esto es completamente cierto. Es tan fácil conocer gente en un albergue que los días que tenía que escribir un post me veía obligado a “huir” a alguna cafetería cercana para no liarme.
Por qué la gente querrá conocerte
Seguramente tu madre, como la mía, te decía que nunca hablaras con extraños. Tengo que decirte que ciertos dichos populares como éste, aunque tengan una buena intención, han hecho bastante daño al desarrollo social de muchas personas.
Quizás inconscientemente creas que si te acercas a hablar con un desconocido le molestarás, cuando la realidad es justamente la contraria. Aunque puede ser que alguien no quiera hablar contigo porque ha tenido un mal día, me jugaría contigo una cena a que difícilmente le molestarás por dos motivos:
Casi siempre deseamos conocer gente en nuestras mismas circunstancias. Los humanos somos así: nos gusta lo que se parece a nosotros. Cuando viajas con la mochila por el mundo te encuentras viajeros con una forma de entender la vida parecida a la tuya, y que seguramente han decidido viajar solos por los mismos motivos que tú.
Para la gente del lugar eres algo fuera de lo común. Probablemente no te apetezca tanto conocer a tu vecino como a una persona que proviene de otro país y que es capaz de contagiarte su interés y hacerte ver tu entorno habitual de otra forma.
Sin embargo, a la gente le suele dar reparo acercarse a un desconocido. La mayoría de consejos que encontrarás dicen que empieces con un comentarios sobre el tiempo o preguntando una dirección. Yo estoy radicalmente en desacuerdo: la gente se dará cuenta que estabas ocultando tus intenciones reales y te costará más llevar la conversación donde realmente quieres. Además, ser honesto al inicio de cualquier encuentro puede condicionar mucho los valores en que se basará esa relación.
Si eres un poco tímido te propongo una forma para acometer con éxito casi cualquier situación social y otra para deshacerte de la vergüenza.
La forma casi infalible para iniciar conversaciones
El gran problema de la comunicación humana es nuestra imaginación. Lo que ocurre desde que recibes una información hasta que actúas es lo siguiente:
solteros viajeros
Con la información que recoges tu mente creará de forma inconsciente una historia, la cual te provocará unos sentimientos. Y según estas emociones, actuarás de una forma u otra.
Cuando el primer paso falla y no damos la información necesaria, el proceso en nuestro interlocutor no se interrumpe. Inmediatamente se inventará una historia basada en los escasos datos de que disponga y en sus experiencias pasadas, y debo decirte que quizás no te guste lo que se imagine.
Te pondré un ejemplo. Supón que es de noche, estás andando por un callejón oscuro cuando de repente oyes un sonoro “¡Eh!” y el estruendo de unos pasos apresurados detrás tuyo. Te giras y ves un hombre corpulento y rapado corriendo hacia ti. ¿Qué piensas?
Como tienes muy poca información (un hombre corre hacia ti) tu mente utiliza tus conocimientos y experiencias para crear una historia en centésimas de segundo: ¡seguramente ese hombre corre porque quiere asaltarte! Esa historia te provoca una emoción: miedo. Y en función de ese miedo actuarás de una forma u otra: corriendo, preparándote para pelear o paralizándote.
Imagínate que decides hacerle frente y el hombre te alcanza. Mientras se te erizan los pelos de la nuca y te preparas para lo peor, de repente alarga la mano y, mostrándote tu cartera, te dice: “Creo que antes se te ha caído esto”.
Pues eso exactamente me pasó a mí. Te he puesto un ejemplo muy extremo pero la idea es que con la poca información disponible mi imaginación se montó una película. Y eso es lo que pasa cuando te acercas a alguien con un simple “Hola, ¿me puedo sentar contigo?” Dejas tantos cabos sueltos que esa persona puede terminar imaginándose cualquier cosa de ti. Cosas como que le quieres pedir dinero, que eres un lunático o que no tienes amigos.
Por eso la clave está en dar toda la información necesaria desde el principio. Así no dejarás margen a su imaginación para que se invente los motivos por los que estás intentando conocerle y te rechace. Esto se consigue dando un qué, un por qué y un para qué.
De hecho, esta forma de empezar una interacción es tan efectiva que la suelo utilizar en los talleres de habilidades sociales para que los alumnos consigan sentarse con grupos de desconocidos que están tomando algo en la mesa de un pub. Viene a ir más o menos así:
“Disculpad, resulta que hoy estamos muy sociables pero también un poco cansados de hablar el uno con el otro, así que se nos ha ocurrido que nos podríamos sentar con vosotros 5 minutos a veer si nos caemos bien, ¿os parece buena idea?”
¿La propuesta tiene un qué? Sí, sentarnos con vosotros.
¿La propuesta tiene un por qué? Sí, porque estamos sociables.
¿La propuesta tiene un para qué? Sí, para ver si nos caemos bien.
Con esta estructura, la tasa de éxito ronda el 95%. Poquísima gente dice que no. ¡Me alucina incluso a mí!
Cuando viajes solo puedes aplicar lo mismo. Tan sólo se trata de ser honesto y no dejar huecos de información en tu mensaje. Por ejemplo:
“Hola, es la primera vez que viajo por mi cuenta y he visto que nadie te está acompañando, así que me preguntaba si tú también viajas solo y si te importa que me siente un rato contigo para hacernos compañía”
Dicho así es muy, muy difícil de rechazar. Compruébalo
Cómo deshacerte de los nervios
De todas formas es normal que si no eres una persona muy extrovertida te pongas algo nervioso o te bloquees antes de acercarte a un desconocido. Para ayudarte a vencer ese nerviosismo te voy a dar dos herramientas.
La primera la inventó un sociólogo amigo mío y me parece fantástica. Si justificas lo que estás haciendo antes de que te lo pregunte la otra persona, evitarás parecer un tipo raro y te quitarás de un plumazo los nervios de encima:
“Ya sé que no es habitual intentar conocer a alguien en la sala de desayunos, pero a veces uno se alegra de no haber hecho las cosas como las hace la mayoría. Soy Pau.”
Con el “Ya sé que no es habitual” reconoces que te estás saltando la norma social y legitima lo que estás haciendo. Te aseguro que funciona a las mil maravillas.
Otro error que comete mucha gente es intentar ocultar sus nervios. Nuestro ego nos impide mostrar señales de flaqueza y además las películas nos venden que debemos ser extrovertidos, ingeniosos y hasta guapos. Sin embargo, ese esfuerzo en ocultar que estás inquieto es precisamente lo que te pone todavía más nervioso. Y la otra persona probablemente se dé cuenta.
Te propongo un golpe de efecto: di que estás nervioso. De esta forma consigues matar no 2, sino 3 pájaros de un tiro:
Demuestras honestidad de nuevo. Y eso transmite muchísima confianza a tu interlocutor.
Ya no tienes que preocuparte en aparentar tranquilidad. Puedes relajarte y ponerte tan nervioso como quieras.
Justificarás inmediatamente cualquier error de comunicación que cometas. Siempre parecerá causado por tus nervios.
“Hola, estoy un poco nervioso porque en realidad soy muy introvertido, pero estoy viajando solo y si tienes tiempo querría sentarme contigo para que me explicaras qué cosas debo visitar en esta ciudad.”
Lo que no puedas ocultar, hazlo evidente. Y en cualquier caso no temas: lo peor que te puede pasar es que no vuelvas a ver a esa persona nunca más. Y lo mejor, que ganes un nuevo amigo.
Dónde conocer gente cuando viajas por tu cuenta
Las veces que he viajado solo (suelo viajar mucho por trabajo y al terminar me gusta quedarme un tiempo más en el lugar) en pocas ocasiones he estado más de un par de días sin compañía. Eso es debido a que es posible conocer gente en prácticamente cualquier sitio.
Conoce gente que viaja sola
Conocer gente que también viaja sola es una forma de pasar un día más divertido, de que te lleven a sitios que no conocías o de que te presenten a sus amigos del lugar. Aquí tienes unas cuantas formas de hacerlo:
Apúntate a webs para personas que viajan solas como el foro especializado de TripAdvisor, los de Lonely Planet o la red social para encontrar compañeros de viaje Travbuddy.
Duerme en albergues. El lugar número 1 para hacer amigos. En los albergues normalmente se congrega gente que viaja sola y que busca amistades para conversar o para hacer juntos un tramo del viaje. También puedes acercarte a grupos para tomarte una cerveza con ellos con el motivo de que estás solo. Tampoco tengas miedo de compartir habitación, hoy en día muchos albergues reúnen unas condiciones excelentes y la gente que viaja se parece mucho a ti. Ah, lo ideal es llegar al albergue por la tarde, antes de la hora de cenar, cuando la gente aprovecha para tomarse algo en la zona común.
Sácale partido a la sala de desayunos de los hoteles. Cuando viajo por mi cuenta y me alojo en hoteles, si veo a alguien desayunando solo y sin pinta de estar allí por trabajo, sé que probablemente es alguien que también viaja por cuenta propia.
Viaja en transporte público. Desplazarte en tren, autobús o avión es una forma estupenda de conocer gente casi sin querer. Al sentarte al lado de alguien, demuestra que estás abierto a conversar con una sonrisa y diciendo hola.
Asiste a actividades preparadas. Otra manera de conocer gente que viaja sola es apuntándote a un curso exprés del idioma local, haciendo una ruta en grupo o cualquier otra cosa que te guste. Planifícate este tipo de actividades con antelación cuando vayas a quedarte un tiempo en las grandes ciudades. Simplemente busca en Google la actividad y la ciudad y encontrarás un montón de opciones.
Contrata viajes organizados para gente que viaja sola. Este recurso es más caro pero puede ayudarte al inicio si no te atreves a dar el paso. Existen empresas como Abercrombie & Kent que ofrecen viajes organizados juntando varias personas que viajan solas.
Haz el típico tour por la ciudad: Si haces el clásico circuito turístico es posible que vayas coincidiendo con las mismas personas: ¡hoy en día mucha gente se ciñe a la ruta de Lonely Planet!
Come en restaurantes con mesas comunales. Existen restaurantes donde se comparte la mesa con otras personas, con lo que suelen estar frecuentados por otros viajeros que quieren conocer gente que viaja como ellos. Busca communal table en Google junto con la ciudad y encontrarás varias opciones.
Abre siempre los ojos. Fíjate en la gente que está leyendo un libro en algún lugar público y llevan mochila. Candidatos a estar viajando solos.
Conoce gente del lugar
viajar sola
Lógicamente encontrarás gente del lugar por todos lados. Por eso mi recomendación es que cuando algo despierte tu curiosidad no dudes ni un segundo en preguntarle a la persona que tengas más cerca. Cuanto menos te lo pienses, antes lo harás.
Hay infinitos sitios donde conocer gente local, si quieres asegurarte el tiro prueba lo siguiente:
Alójate en casa de alguien. Mediante la comunidad Couchsurfing puedes encontrar desde personas que se ofrecerán a darte una vuelta por la ciudad hasta gente que te dejará dormir en su piso. Si te da respeto alojarte en casa de alguien que no conoces, queda con otros Couchsurfers locales antes para tomar un café y coger confianza. Asegúrate de que tu huésped tiene buenas referencias y no tendrás problemas.
Asiste a quedadas para extranjeros. Infórmate antes y acude a alguna quedada para extranjeros que se realice en el lugar. Además de gente que viaja sola, también va gente del lugar para intercambiar experiencias. Te recomiendo que busques en el Meetup de la ciudad y también en Couchsurfing.
Frecuenta los mismos sitios. Si te vas a quedar en un lugar por un tiempo, intenta frecuentar las mismas cafeterías o restaurantes. La gente se familiarizará contigo y seguramente harás amigos.
Siéntate en la barra en los bares y pubs. Es mucho más social que en una mesa. El simple hecho de que seas extranjero llamará la atención. Si es de noche cuidado que no se malinterprete que estás buscando un ligue (si no lo buscas ;-)).
Sal de fiesta. Aunque te parezca raro o incluso peligroso, salir de fiesta solo es una de las formas más sencillas de conocer gente. En general las personas están cansadas de hablar de lo mismo con sus amigos y siempre les resulta emocionante conocer a alguien de fuera. Llega pronto al local y habla con la gente que haya en ese momento. Además de que estarán mucho más sociables que cuando el sitio esté lleno a rebosar, es posible que luego te puedan presentar a sus amigos. Pero no bebas demasiado. Quieres estar alerta en caso de que ocurra algo inesperado.
Usa tus contactos. Contacta con la gente que conozcas en el extranjero porque aunque no estén disponibles, quizás sus amigos sí. Hace poco una amiga brasileña vino a Barcelona cuando yo no estaba y le preparé un encuentro con un amigo para que le enseñara un poco la ciudad.
No tengas miedo a comer solo. Irónicamente, comer solo puede ser una experiencia muy social. Aunque hay mucha gente que sufre pavor ante esa idea (la fobia se llama solomangarefobia), no deberías acostumbrarte a comer en sitios de fast-food: te perderás un montón de nuevos sabores y es más fácil terminar hablando con la persona sentada a tu lado en otro tipo de restaurantes. Por cierto, ¿sabías que en ciertos países de Asia hay restaurantes en los que no puedes entrar si no vas acompañado?
Un comentario para las chicas
Aunque todo lo comentado es tan válido para las chicas como para los chicos, si eres mujer descubrirás que a menudo viajar sola tiene una paradoja: aunque os suele dar más respeto, en la mayoría de casos la gente del lugar te tratará mejor y se preocupará más por ti al entender (correcta o incorrectamente) que eres más vulnerable. Con ciertas precauciones, viajar sola puede resultar más fácil para una chica que para un chico.
Además existen webs dedicadas exclusivamente a las mujeres como Inviteforabite, donde chicas que viajan solas pueden quedar con otras del lugar para comer o realizar otras actividades. Meetup también tiene grupos destinados a chicas que viajan por su cuenta.
Una experiencia que deja huella
Viajar solo por primera vez puede atemorizar un poco, pero la mayoría de gente que hace su primer viaje sin compañía describe la experiencia como algo casi místico. La sensación de victoria y autosatisfacción después de terminar un viaje solo es incomparable. Y al estar tanto tiempo contigo mismo aprendes mucho de ti. Desde luego debería ser obligatorio en cualquier programa de desarrollo personal.
Fuente: https://viviralmaximo.net