Venezuela: Aumenta el apoyo político a Guaidó pero la ayuda económica y social no llega

La promesa sigue en pie, pero también las dudas sobre si podrá cumplirse.

Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional venezolana, ha prometido que en los próximos días pondrá en marcha una gran operación de entrega de ayuda humanitaria con apoyo internacional para hacer frente al sufrimiento de los venezolanos, cuyas condiciones de vida se han deteriorado como consecuencia de la larga crisis económica que afecta al país.

No será fácil. Y el primer obstáculo ha quedado patente: militares venezolanos bloquearon un puente fronterizo con Colombia por el que podría empezar a llegar la ayuda desde el país vecino.

El presidente Nicolás Maduro rechaza la ayuda, niega que en Venezuela exista una emergencia humanitaria y asegura que el plan de Guaidó no es más que “un show” de la oposición.

La polémica en torno a la prometida ayuda es la última batalla entre Maduro y Guaidó por el poder.

Asegura que la Constitución le faculta para ello dado que Maduro es un gobernante ilegítimo, una postura que respaldan Estados Unidos y la mayoría de países de Latinoamérica y de la Unión Europea.

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Maduro, que cuenta con el apoyo de Rusia y China entre otros, acusa a Guaidó de actuar al servicio de Estados Unidos y de estar liderando un golpe de Estado.

¿Pasará la ayuda?
El plan de Guaidó es que la ayuda se concentre en Cúcuta (Colombia), Boavista (Brasil) y un tercer lugar aún sin desvelar desde el que los insumos, en un primer momento material terapéutico, serían enviados a Venezuela.

Pero para atravesar la frontera se necesitará la colaboración de las fuerzas de seguridad. Y, por el momento, eso no sucede. Militares venezolanos bloquearon el martes el puente de Tienditas, que une Cúcuta con la localidad venezolana de Urena, utilizando un camión cisterna y un contenedor de carga.

Los expertos creen que Guaidó no cuenta con los “mecanismos de coerción”.
Miguel Pizarro, diputado opositor encargado del operativo de la ayuda, ha pedido a los militares que permitan su ingreso en el país, pero ha reconocido que “hasta que no salgamos de la usurpación es imposible la implementación de un mecanismo de ayuda a gran escala.

Maduro ha rechazado todas las peticiones anteriores de autorizar la llegada de ayuda internacional al país y no ha dado muestras de que vaya a cambiar de opinión, pese a que el sufrimiento de los venezolanos es cada vez más evidente en las calles y en las pocas estadísticas disponibles.

Maduro sostiene que la ayuda humanitaria sería el precursor de una invasión encabezada por Estados Unidos e insistió en que “no entrará nada, ni un soldado invasor”.

Ivan Briscoe, experto en Latinoamérica y el Caribe del International Crisis Group, una ONG especializada en conflictos, cree que el equipo de Guaidó se enfrenta “al problema de que no controla los mecanismos de coerción”.

El analista cree que también hay motivos para dudar de que las autoridades locales vayan a cooperar.

Y si pasa, ¿será suficiente?
Ante las expectativas creadas en el país, Cáritas, organización benéfica vinculada a la Iglesia a la que la oposición ha pedido colaboración, recordó en un comunicado que “la ayuda humanitaria no resuelve los problemas del país. Solo mitiga los impactos sobre la gente más pobre”.

Guaidó aseguró que con los primeros contingentes de ayuda que se dispone a introducir se podrán abastecer cuatro hospitales durante un mes.

Para alcanzar ese objetivo, cuenta con las aportaciones que realizarían entidades privadas, los US$20 millones prometidos por Estados Unidos y los US$40 millones prometidos por Canadá.

También Colombia y países europeos como Alemania o España se han mostrado dispuestos a movilizar recursos.

Pero las cantidades que se manejan parecen lejos de cubrir las necesidades de la población en el contexto actual.

Briscoe asegura que el dinero prometido por Estados Unidos “equivale a menos de un dólar por persona”.

El experto recuerda que “la petición de ayuda para atender solo a los tres millones de refugiados e inmigrantes venezolanos en el exterior era de US$750 millones en un año. Ahora para los 27 ó 28 millones que sufren gravísimas deficiencias dentro de Venezuela se prometen US$20 millones”.

Se estima que más de tres millones de venezolanos han abandonado Venezuela desde que comenzó la crisis.
Hay otros motivos para dudar del impacto real de la ayuda en un país del que más de tres millones han huido en los últimos años, como la falta de concreción de la ayuda prometida por los países europeos.

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, anunció su intención de impulsar un plan de ayuda para Venezuela dentro de la Unión Europea, pero ese plan no tiene aún ni cifras ni fechas.

Alemania también prometió que entregaría 5 millones de euros, pero ese dinero llegaría solo “cuando las circunstancias lo permitan”.

Briscoe cree que lo anunciado “va a ser una gota en el océano, sobre todo teniendo en cuenta que las finanzas nacionales están destruidas por el efecto de las sanciones, especialmente las introducidas contra PDVSA”.

Para él, las sanciones siempre tienen un impacto sobre la población y “va a ser mucho más profundo y duradero que el de la ayuda humanitaria con que se quiere compensar”

¿Se tiene la información adecuada?
Que la ayuda pase la frontera no garantiza que su reparto se vaya a llevar a cabo de una manera ordenada.

Los expertos en la materia señalan que para dar respuesta a una emergencia humanitaria lo primero es establecer una relación de prioridades.

Briscoe dice que “en Venezuela no se ha llevado a cabo el estudio de cuáles son las necesidades”.

¿Qué problemas pueden presentarse?
Si la ayuda logra cruzar la frontera, son otros muchos problemas los que pueden plantearse.

Venezuela tiene una red de transporte pobre y mal conservada, y pese a ser un país rico en petróleo, en amplias zonas del país, escasea la gasolina.

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Es imposible mover grandes cargamentos humanitarios sin ella.

Luego está la cuestión de la seguridad, especialmente en los estados fronterizos.

“Estados como Bolívar o Amazonas son grandes bolsas de pobreza y violencia, y en ellos operan grupos armados afines al gobierno; cuesta imaginar que vayan a mostrar una actitud acogedora hacia la ayuda”.

Sin un operativo de seguridad sobre el terreno, es probable que la ayuda sencillamente se evapore al llegar a las zonas controladas por los grupos criminales.

Brescoe indica que “los grandes grupos humanitarios saben manejar estos escenarios y a los grupos que controlan el territorio cuando funcionan con el consentimiento de los gobiernos, pero para ello debe tratarse de una ayuda neutral y apolítica”.

Uno de esos grandes grupos humanitarios, la Cruz Roja, aseguró este lunes que no participará en el reparto de la ayuda promovido por Guaidó para mantener sus principios de “imparcialidad, neutralidad e independencia”.

También Cáritas subrayo que la ayuda debe mantenerse al margen de “intereses políticos”.

Fuente: El País

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