En otra noche llena de tensión, las principales ciudades de Chile vivieron en carne propia el despliegue de los militares y múltiples enfrentamientos se sucedieron hasta la medianoche, en medio de la peor crisis social que sacude al país en los últimos 30 años.
El sobrevuelo de helicópteros y el sonido de los disparos alteraron el sueño de miles de chilenos que contemplaron por televisión un endurecimiento del gobierno en su tono, plasmado en una intervención del presidente chileno Sebastián Piñera que generó cierta sorpresa y elevó las críticas hacia su manejo del conflicto.
“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite. Vamos a ganar esta batalla”, dijo el mandatario, mientras las principales ciudades se encontraban en toque de queda y bajo un estado de excepción que se tradujo en una masiva presencia de uniformados.
Piñera, por primera vez, apuntó como autores de los hechos de violencia a un grupo criminal. “Estamos muy conscientes que tienen grados de organización, de logística”, dijo el jefe de Estado, flanqueado por el ministro de Defensa, Alberto Espina, y el general Javier Iturriaga, encargado de la defensa nacional.
Durante la noche hubo cortes en las rutas y nuevos saqueos en diversas zonas del país, que además de contemplar industrias también afectaron a zonas residenciales, lo que llevó a los vecinos a organizar rondas de vigilancia y armarse. El conflicto siguió escalando y se extendió a nuevas urbes y localidades rurales. La municipalidad de Olmué, ciudad ubicada en la Región de Valparaíso, sufrió un ataque incendiario que destruyó instalaciones de la municipalidad y un conocido anfiteatro llamado El Patagual.
Toque de queda y caos
Pese a la decisión de Piñera de dar marcha atrás con el aumento en las tarifas del subte, ayer se recrudeció la violencia en el país vecino con miles de chilenos que se volcaron nuevamente a las calles en otra jornada de protestas.
Si bien se trataba de un día no laborable y al despliegue de más de 9000 militares en las principales ciudades del país, luego de que el gobierno decretara el estado de excepción, las manifestaciones se sucedieron en varias regiones del país y provocaron inquietud a la espera de lo que sucederá mañana, cuando los chilenos intenten volver a sus trabajos en medio de un ambiente de evidente anormalidad.
Las autoridades decretaron un nuevo toque de queda en Santiago, Valparaíso, Coquimbo y Concepción, en medio de una crisis sin comparación en las últimas décadas y que ya registra diez muertos. Esta noche, Piñera disparó: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite”.
Si el viernes los desmanes se habían concentrado en las estaciones del metro, mañana el principal foco de ataque fueron los supermercados y las grandes cadenas de retail. Decenas de locales de las empresas Walmart, Cencosud (que agrupa a Easy y Jumbo) y Tottus fueron incendiados y saqueados a plena luz del día, lo que llevó a la intervención de las fuerzas militares y policiales.
La Fiscalía de Chile informó que a lo largo de todo el país pasó a audiencia de control de detención a un total de 1554 detenidos por desmanes, de los cuales 614 corresponden a la Región Metropolitana y 940, al resto de las regiones.
En el Palacio de La Moneda, el presidente chileno convocó a una reunión de urgencia con los representantes de los distintos poderes del Estado. En la cita participaron el presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, y los representantes del Senado, Jaime Quintana, y de la Cámara de Diputados, Iván Flores.
“Llamo a la unidad en estos momentos difíciles, a la unidad por nuestra democracia y por nuestro Estado de Derecho, y a cuidar nuestro país”, dijo el jefe del Estado, quien también se mostró más abierto a solucionar el problema de base que ha generado el estallido social: la desigualdad social plasmada en bajas pensiones, alza de los servicios básicos y montos inalcanzables para una sociedad chilena agobiada por el endeudamiento y problemas para acceder a salud y educación de calidad.
“El objetivo es conversar, coordinar, facilitar una solución a la grave solución de violencia y vandalismo que hemos conocido en los últimos días, pero también buscar caminos de solución para atender mejor y con urgencia las necesidades de nuestros compatriotas y reducir las desigualdades, abusos que existen en la sociedad”, añadió Piñera.
Por otra parte, el jefe de la Defensa Nacional, general Javier Iturriaga, adelantó el toque de queda en Santiago a las 19 y llamó a la población a mantenerse resguardada en sus hogares. Sin embargo, y al igual que ayer, decenas de manifestantes optaron por desafiar la medida y continuaron en las calles a pesar de la restricción de circulación horaria.
“Hay evidencia de que nuevamente el desorden está intentando tomar las calles, y es algo que debemos evitar”, afirmó Iturriaga. Y profundizó que el objetivo principal del toque de queda era “proteger la vida”.
“Esa es nuestra principal preocupación. No es intimidar, no es actuar en contra de nuestros compatriotas ni poner restricciones por ponerlas”, expresó el militar.
El hecho más grave se produjo en una bodega de vestuario de la comuna de Renca , que se incendió tras los saqueos y donde fallecieron cinco personas que quedaron atrapadas en el segundo piso de un galpón. El segundo comandante del Cuerpo de Bomberos de Santiago, Diego Velásquez, confirmó la tragedia.
Mientras tanto, el aeropuerto internacional de Santiago también experimentó muchísimos inconvenientes y decenas de vuelos debieron ser reprogramados, lo que provocó una ola de reclamos de pasajeros, que protestaron golpeando sus valijas.
Las aerolíneas Sky y JetSmart cancelaron una veintena de sus vuelos y Latam informó de la suspensión de la mayoría de sus viajes e instó a los usuarios a revisar su sitio web.
La inquietud por lo que sucederá mañana es evidente. El subte retomará su servicio de forma muy parcial, al igual que la red de colectivos. Se espera que miles de santiaguinos se vuelquen a las calles para dirigirse a sus lugares de trabajo, mientras que las principales escuelas y universidades continuarán con sus clases suspendidas.
Fuente: La Nación