Marina Cardelli es la primera presidenta mujer de Cascos Blancos, el organismo dependiente de la Cancillería que se encarga de diseñar y ejecutar asistencia humanitaria dentro y fuera del país. Cardelli tiene 34 años, se recibió de lingüista en la UBA y en 2017 ingresó como becaria en el Conicet para realizar un doctorado. Fue responsable de las relaciones internacionales de la organización social Movimiento Evita, donde realizó tareas de solidaridad internacional como brigadas solidarias y acciones de ayuda entre pueblos. “Este nuevo rol que me toca asumir es la continuación de una tarea que vengo construyendo, siempre organizada, en diferentes lugares”, dijo a Página12. La presidenta de Cascos Blancos contó las tareas que están desarrollando frente a la pandemia de Covid-19; la importancia que les dará a las cuestiones de género y al cuidado del ambiente durante su gestión.
— ¿Qué acciones están llevando a cabo ante el avance del coronavirus?
— Desde el 20 de marzo nosotros desplegamos un operativo en Ezeiza, en complemento con la estrategia de Cancillería para, en ese momento, repatriar argentinos. Las personas cuando llegaban a Ezeiza se encontraban con una presencia muy fuerte del Estado. Además de los Cascos Blancos, en representación de la Cancillería, estaban los ministerios de Salud, Seguridad y Transporte, en un operativo muy importante para garantizar la repatriación y también la mejor forma de llegar a casa, para que el inicio de la cuarentena fuera de la mejor forma posible. Ese trabajo incluyó una guardia consular de 24 horas en las que recibimos el llamado de miles de argentinos en el exterior y también los recibimos en el aeropuerto. Además de ayudarlos con las tareas de desinfección, los acompañamos durante las horas que estuvieron en Ezeiza y les ofrecimos traslado. En algunos casos hasta Aeroparque, porque muchos tenían que viajar en vuelos de cabotaje para llegar a sus hogares. Durante todos estos días les dimos capacitación para informarles por qué tienen que hacer la cuarentena obligatoria y por qué son personas que pueden ser riesgosas para la propagación del virus por venir de zonas de riesgo. Nuestro próximo objetivo es contribuir en los barrios en los cuales la cuarentena no se hace de la misma forma que en todos lados y donde las condiciones de vida son de más precariedad y de acceso a menos bienestar. Vamos a ir casa por casa de los barrios más carenciados y a los comedores comunitarios para dar capacitación a las personas sobre estrategias sanitarias de prevención del virus.
— ¿Cuál es la importancia de que por primera vez Cascos Blancos esté presidido por una mujer?
— Que haya muchas mujeres en el actual gobierno asumiendo tareas históricamente asignadas a varones es una marca de época y el resultado de la lucha de las mujeres. Muestra que también hay, por parte del Gobierno, una decisión de encarar una política diferente en términos de género, que se expresa en que hay mujeres en espacios de decisión; un ministerio específico para pensar la problemática y, sobre todo, voluntad de encarar políticas públicas con perspectiva de género. En esa línea, también hay voluntad de tener una política exterior sensible al género en Cancillería. Por eso, mi lugar acá es histórico. Pero que sea mujer no es suficiente. Si Cascos Blancos no encara una transversalización de la perspectiva de género en la conformación del cuerpo de voluntariado, en la paridad de todos los equipos de trabajo o si no incorpora la perspectiva de género con mucha fuerza en la ayuda humanitaria, entonces que sea mujer será insuficiente.
— ¿A qué se refiere cuando dice que hay que incorporar la perspectiva de género en la ayuda humanitaria?
— Cuando uno llega a un lugar que sufrió una tragedia –una inundación o un incendio–, hay vulnerabilidades estructurales que se profundizan. Las mujeres, poblacionalmente, somos las más afectadas cuando hay una crisis económica o un desastre socionatural por el tipo de tareas que está estipulado que tenemos que cumplir. Tener una ayuda humanitaria con perspectiva de género supone considerar el rol particular de las mujeres en esas circunstancias y tener una atención sanitaria, psicológica o humanitaria con éso como elemento central.
— ¿Cómo piensan abordar cuestiones vinculadas al cuidado del ambiente?
— De la misma forma que tenemos la decisión de transversalizar la perspectiva de género, tenemos la definición de trabajar el eje ambiental. Para eso estamos conformando equipos de trabajo que articulen con los organismos internacionales que abordan el tema para pensar estrategias conjuntas. Somos conscientes de que la ayuda humanitaria es necesaria, en muchos casos, cuando hay poblaciones enteras expuestas a desastres naturales y cuando las condiciones de ambientales en el mundo empeoran, los desastres naturales se incrementan. Si no encaramos un proceso de sensibilización respecto de cuál es la consecuencia del modelo de vida que tenemos, o de los modelos productivos que utilizamos, difícilmente trabajemos para prevenir esas tragedias. Estaríamos contribuyendo a intensificarlas. Para un organismo como Cascos Blancos no profundizar en la problemática ambiental es no vincularnos con las causas de muchas de las situaciones que luego tenemos que atender.
— ¿Piensan articular con otros ministerios, por ejemplo, con el de Desarrollo Social que estuvo, entre otras cosas, yendo a Salta por los problemas de las comunidades Wichís?
— Antes de iniciar la gestión estábamos al tanto de las intervenciones que hizo el Estado nacional en la provincia de Salta con el Ministerio de Desarrollo, los de Seguridad y Salud. Tuvimos la voluntad de sumarnos a acompañar pero desde que comenzamos la gestión se incrementó la situación del coronavirus. En cuanto termine la emergencia, vamos a sumarnos a todas las estrategias que despliegue el Estado en relación con el Programa contra el Hambre, por ejemplo, y otras iniciativas.
Fuente: Pagina 12