El 2021 comenzó agitado en Estados Unidos. Durante la tarde del miércoles 6 de enero, gran parte del mundo contuvo la respiración frente a los televisores. Las señales de noticias mostraban imágenes de película, pero en la vida real. Un grupo de vándalos irrumpía en el senado norteamericano en medio de una importante sesión. Entre sus muros, se llevaba adelante el paso final para que el presidente electo, Joe Biden, sea certificado como presidente electo de la nación.
En resumen, lo que sucedió fue que partidarios del presidente saliente, Donald Trump, atacaron el Capitolio de Estados Unidos en Washington DC. Allí las dos cámaras se reunían para certificar los votos electorales que reafirmarían la victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones presidenciales de noviembre. Cerca de las 14:00 PM, la movilización se tornó violenta y los manifestantes entraron al recinto legislativo, un hecho inédito en la historia política estadounidense reciente. Recién tres horas más tarde las fuerzas de seguridad desplegaron el operativo que finalmente logró controlar la situación.
El saldo de esta extraña jornada fue la muerte de una mujer, herida dentro del palacio legislativo. El jefe de la policía de Washington, Robert Contee, informó en rueda de prensa que se abrió una investigación, sin dar ningún detalle sobre las circunstancias de la tragedia.
La violenta jornada dejó situaciones extrañas para analizar
Por las redes sociales circularon varias imágenes que despertaron la suspicacia de la opinión pública. La más impactante muestra cómo la policía abre las vallas para dejar entrar a los manifestantes a la explanada del palacio legislativo. A partir de ese momento, los vándalos avanzan hacia el edificio y se empiezan a infiltrar hacia el interior del edificio. Los trumpistas comenzaron a trepar sobre las paredes, rompieron ventanas y avanzaron sobre el equivalente del argentino Salón de los Pasos Perdidos.
A partir de ese momento, los legisladores, presas del pánico, desalojaron el recinto con máscaras antigás y se vieron obligados a escapar por túneles de emergencia. Las fuerzas de seguridad, sobrepasadas por la situación, trataron de controlar la situación, pero no lo lograron.
Durante largos minutos, los vándalos se apoderaron de la cámara de representantes. Y en las redes sociales circularon imágenes donde los manifestantes se llevaban objetos del palacio y el personal del senado hacía barricadas con muebles en los pasillos. Otra situación que llamó la atención, por la implicancia histórica, fue que varios portaban la bandera confederada, símbolo esclavista de la guerra de secesión norteamericana del siglo XIX.
La postal escalofriante fue la nota que dejaron sobre el escritorio de la oficina presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, en la que se leía: “No vamos a echarnos atrás”. La legisladora tiene un alto perfil por ser la enemiga política más fuerte del presidente Trump dentro del palacio legislativo. Fue ella la que impulsó el fallido impeachment contra el saliente presidente a principios del 2020.
La jornada deja planteado un inquietante interrogante político para las democracias modernas: cómo reducir la fuerza de los extremismos políticos en Occidente. Lo sucedido el miércoles en Estados Unidos marca la tendencia de lo que sucederá en el resto del mundo, así como los sucesos de septiembre de 2001 fueron el punto de partida de la lucha con el terrorismo internacional y un nuevo orden mundial. Hoy renacen en Europa movimientos de extrema derecha como VOX en España o Alternativa para Alemania en el país teutónico. En Latinoamérica, el fenómeno Jair Bolsonaro aún tiene vigencia y en Argentina fanáticos se rearman atrás de causas como los anitivacunas, los defensores del aborto ilegal y la intolerancia política.
Fuente: Minuto Uno