A diez días de recibir la primera dosis de la vacuna Sputnik V contra el coronavirus, trabajadoras y trabajadores de salud de los hospitales Argerich, Posadas y San Martín de La Plata, no tuvieron efectos adversos graves, expresaron sentir mayor protección a la hora de trabajar y aseguraron que su ejemplo sirvió para que pacientes y otros colegas decidieran vacunarse.
“Me sentí súper bien, sólo tuve un poco de sensibilidad en el sitio de inoculación como pasa algunas veces con la vacuna de la gripe, pero ningún otro efecto”, contó a Télam Fabiana Geliberti, una médica clínica de 51 años y una de las cinco primeras personas vacunadas contra el coronavirus del Hospital Argerich el día que comenzó la campaña nacional.
Geliberti aseguró que “lo mismo sucedió con la mayoría de mis compañeros, alguno tuvo un poco de fiebre, que se pasó con un antitérmico común, un poco de cefalea, pero nada distinto a lo que pasa con la vacuna de la gripe”.
Fabiana, también gerontóloga y especializada en cuidados paliativos, relató sentirse “mucho más protegida y realmente aliviada” mientras está en su puesto de trabajo en la guardia del hospital porteño.
Pero más allá de lo individual, la médica destacó un “efecto contagio” de las imágenes que replicaron varios medios con ella vacunándose: “Muchos pacientes me llamaron y me dijeron que cuando vieron que me había vacunado se sentían más confiados y que cuando estuviera disponible para los mayores de 60 se iban a vacunar”, señaló.
El 29 de diciembre, cuando Argentina comenzó a vacunar contra el coronavirus, Geliberti aseguró a Télam que al comienzo de la pandemia, su miedo era que sucedieran en Argentina “las (mismas) imágenes de las terapias intensivas en Italia o de las calles de Ecuador”.
“Pensaba que podía llegar a tener que elegir a cuál paciente mandar a terapia y a cuál no y me aterraba. Por suerte, eso nunca sucedió gracias a la respuesta rápida del Estado nacional, a la cuarentena temprana que tuvimos que permitió al Gobierno poder reconstruir un sistema de salud que había sido devastado”, enfatizó.
Testigo y protagonista del sufrimiento por la enfermedad y la muerte causada directa pero también indirectamente por el coronavirus (por ejemplo, muchos familiares no pudieron despedir a sus seres queridos aunque no hubiesen contraído la Covid-19), Geliberti destacó la importancia de que “las personas tengan confianza en la seguridad de las vacunas que brindan un principio de horizonte para poner fin a la pandemia”.
“El momento de la vacunación, un hecho tan cúlmine en el contexto de la pandemia que estamos viviendo, generó un efecto en aquellas y aquellos compañeros que dudaban”, aseguró por su parte la enfermera Juliana Torquati (38 años), del hospital platense San Martín, quien fue la primera persona del país en recibir la dosis de la vacuna Sputnik V el martes 29 de diciembre.
“Entonces -continuó- al ver que algunos ya nos vacunamos y que somos cada vez más, muchas personas se replantearon las versiones que les llegaban o los prejuicios que tenían y hoy se quieren vacunar”.
Torquati informó que “a las 40 horas que me vacunaron tuve un moderado dolor de cabeza, decaimiento y sueño; me tomé un paracetamol de un gramo, hice dos horas de reposo, me bañé y ya me sentía bien y no volví a tener ningún síntoma; lo mismo o menos le sucedió a mis compañeros”.
La enfermera, que trabaja en el área de terapia intensiva, indicó que “a medida que van pasando las horas y los días es inevitable no sentirse un poco más aliviada, sobre todo trabajando en un área crítica; aunque falta otra dosis, uno sabe que la vacuna está haciendo su trabajo a nivel celular y eso brinda una sensación de más seguridad”.
El médico de terapia intensiva Francisco Traverso (37 años), el primer vacunado del Hospital Posadas, no sintió más alivio porque nunca se había sentido “inseguro”: “Nunca me sentí inseguro trabajando, tuvimos la suerte de tener todos los elementos de protección disponibles y fuimos muy rigurosos con el uso; pero además nunca tuve miedo por mí, sí por personas cercanas que tienen comorbilidades”, afirmó.
Traverso describió que no tuvo ninguna reacción adversa: “Lo único que sentí es un poco de molestia en el brazo el segundo día, inclusive menos que lo que me pasa con la vacuna contra la influenza; otros compañeros tuvieron un poco de fiebre, que es algo esperable”.
Al tratarse de personal de salud activo, como en el caso de las otras dos entrevistadas, el médico intensivista describió que “el seguimiento de la vacuna se da en el propio hospital”, donde tenían que notificar los efectos adversos que se registran en el Sistema Integrado de Información Sanitaria de Argentina (SIISA).
De acuerdo al Segundo Informe de Vigilancia de Seguridad en Vacunas, realizado por el Ministerio de Salud en conjunto con la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas, el 99,3% de los 1.088 efectos adversos -eventos supuestamente atribuidos a vacunas e inmunizaciones (ESAVI)- registrados en el SIISA tras la aplicación de la primera dosis de la Sputnik V fueron “leves o moderados”.
Al día de hoy, Argentina lleva vacunadas con la primera dosis de la vacuna desarrollada por el Centro ruso de Investigaciones Gamaleya cerca de 40 mil personas, la mayoría trabajadores de salud de acuerdo al Plan Estratégico para la Vacunación contra Covid-19.
“Que exista hoy una vacuna, que haya llegado a la Argentina más allá de que falta la segunda dosis, para el personal sanitario es una herramienta muy importante y la estábamos esperando desde que todo comenzó; también estamos más instruidos y conocemos mejor cómo cuidarnos y cuidar a los demás y a pesar del agotamiento, estamos dispuestos a seguir dando pelea hasta que todo esto se acabe”, concluyó Torquati.
Fuente: Telam