Bajo el modelo híbrido de educación durante la pandemia, escuelas y universidades deberán seguir estrictos protocolos para la vuelta a las clases presenciales. Tomar la temperatura a los estudiantes es una de las medidas básicas para entrar a las instituciones educativas. En este sentido, ha crecido el interés por la instalación de cámaras térmicas para poder medir (no de forma exacta) la temperatura a los alumnos en forma grupal.
Las cámaras térmicas, una de las tecnologías que el año pasado empezó a utilizarse en aeropuertos, por ejemplo, son una solución que permite monitorear con precisión la temperatura manteniendo un ingreso de 1.000 personas en 10 minutos (esto puede variar según los equipos). También cuentan con reconocimiento facial, lo que permite detectar si los alumnos tienen colocado el tapabocas.
Este tipo de dispositivos no puede detectar la fiebre porque la imagen térmica es un método impreciso que no puede medir la temperatura corporal interna. Pero son útiles para la preselección, esto significa que una cámara térmica puede determinar que la temperatura de la piel de una persona es inusualmente alta. Y un termómetro de grado médico o un dispositivo infrarrojo sin contacto, pueden confirmar si esa persona tiene efectivamente fiebre.
Las cámaras térmicas tienen un alto grado de precisión, su margen de error de +/- 0.5 grados, y se monitorea a distancia, pudiendo medir en un rango de 0.3 hasta 1.5 metros en medio segundo. “Fueron un producto muy demandado en 2020, específicamente desde fines del año pasado detectamos un incremento en las consultas por parte de instituciones educativas para asegurar una vuelta a clases presenciales segura para los alumnos, docentes y personal auxiliar’ señala Juan Pablo Coletti desde Dahua Technology.
Si bien la mayor cantidad de consultas se centra en agilizar el ingreso de alumnos, las cámaras térmicas sirven para monitorear el tránsito dentro de las instituciones, incluso los recreos.
Hay diferentes modelos en el mercado de este tipo de cámaras, portátiles y fijas. Los dispositivos portátiles pueden operar a una determinada distancia (varía según fabricante y modelo) y las cámaras fijas pueden preseleccionar a las personas, en menos de un segundo. La velocidad de procesamiento también es un factor importante. Si se necesitan diez segundos para escanear a alguien en un área de gran volumen, eso podría crear un cuello de botella, entonces existiría una situación de riesgo.
Algunas cámaras requieren que una persona se detenga brevemente, mientras que otras pueden ver a un individuo en movimiento siempre que la persona mire hacia la cámara. Con este último, el software de inteligencia artificial destacaría a las personas con altas temperaturas y alertaría a los operadores.
En 2003, cuando estalló la epidemia de SARS, el aeropuerto de Singapur fue el primero en el mundo en equiparse con cámaras térmicas para rastrear a las personas con fiebre, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Es importante saber que las cámaras térmicas no detectan coronavirus. Solo miden la temperatura, y una temperatura alta o fiebre es solo un síntoma común del virus. Hay otros como náuseas, dolores de cabeza, fatiga y pérdida del gusto u olfato. Pero no todas las personas con el virus tienen fiebre alta y no todas las personas con fiebre alta están infectadas con coronavirus.
Por lo tanto, las cámaras térmicas por sí solas no detectarán a las personas infectadas con otros síntomas o sin ningún síntoma, lo que se conoce como falsos negativos. También identificarán a las personas enfermas con fiebre por otra razón, conocida como falsos positivos.
Gabriela Piovano, infectóloga del hospital Muñiz expresa a Infobae respecto de estas cámaras: “La tecnología no está mal, ya que si una persona tiene fiebre, es dable que no asista a la escuela, no solo por el coronavirus, sino por otro proceso. Si se trata de un cuadro respiratorio es contagioso, que también hemos estado evitando el desborde de parte de esas otras patologías que veíamos frecuentemente, a consecuencia de las clases presenciales”.
Agrega: “El hecho de que mucha gente sea asintomática, y transmite el virus, es lo que justamente nos impulsa a decir que no tienen que empezar las clases presenciales porque sino, todo el tiempo, lo único que estás haciendo es ir contra la gente que se infectó, pero cuando la gente da síntomas, ya pasaron unos días en los que está transmitiendo la infección”.
Fuente: Infobae