Ciudad: Con la participación de unas 10.000 personas, se celebró el tradicional Festival de las Colectividades

L legó el día. La Ciudad volvió hoy a organizar un evento masivo en el espacio público en el contexto de la pandemia del coronavirus. Por la tarde, la Avenida de Mayo, entre el Cabildo y la 9 de Julio, se transformó en una pasarela de miles de personas curiosas por participar del tradicional Festival de las Colectividades. Durante el evento, según el protocolo previsto, la gran mayoría de los presentes llevó tapabocas. Solo se contrariaron las medidas de prevención en ciertas filas para comprar las comidas regionales, en las que no se observó distanciamiento.

“Está organizada la feria”, dijo, satisfecha, Vanesa Gatica luego de degustar un plato de paella. La joven pidió disculpas a LA NACION porque se había quitado el barbijo para comer, pero destacó que, salvo para ese momento en particular, todas las personas que había visto llevaban cubiertas su boca y nariz.

“El único temita es la fila para comprar la comida. Ahí no se respeta mucho la distancia”, reflexionó. Efectivamente, en aquellos stands donde los comensales más pugnaban por obtener un plato de comida típica, como ocurría con los puestos de las colectividades armenia y haitiana, la gente esperaba su turno en una fila común, uno detrás de otro. “Es que no hay tanto lugar”, se justificó un joven parado justo detrás de una mujer, a escasos centímetros.

Tras un año y medio de paralización, la Ciudad finalmente anunció nuevas flexibilizaciones y hoy montó el festival, del que participaron unas 30 colectividades. A diferencia de otras ediciones, esta vez se decidió disponer de dos escenarios para desconcentrar el público y que hubiera más circulación.

Más cuadras

Como otra medida de prevención ante la pandemia, se incrementó el número de cuadras abarcadas: en lugar de tener 200 metros de largo, como se hacía entre Bolívar y Chacabuco, se duplicó el área peatonal para la feria.

Yesica Obregón suele asistir a este tipo de eventos y notó la diferencia de organización respecto de otras oportunidades. “Pusieron todos los stands [alrededor de 60] en un único lado de la vereda para que no se acumule gente en el medio. Fue una buena idea”, destacó la mujer, de 43 años. Esta vecina del barrio de Balvanera ya había disfrutado junto a su familia de tacos mexicanos y algo de comida japonesa.

En varias oportunidades, el animador del festival informó a los presentes que la feria era una especie de prueba y que “estaba saliendo bárbara”. Y exhortó: “No estemos pegoteados. Mantengan la distancia, por favor”.

Algunas de las personas que disfrutaban de los bailes típicos que se desarrollaban en uno de los escenarios estaban sentadas en sillas separadas. El recorrido del paseo estuvo además vallado para regular el número de participantes.

Pamela Malewicz, subsecretaria de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la ciudad, hizo un primer balance tras el cierre del evento. “Resultó excelente. Pudimos respetar el aforo de unas 4000 personas, máximo para un mismo momento, y se notó la necesidad de la gente de volver a disfrutar del espacio público”, indicó a LA NACION. Según las primeras estimaciones, más de 10.000 personas visitaron la feria a lo largo de la jornada.

“Siempre hay cosas por corregir”, respondió, ante la consulta sobre la gente que a veces no respetaba la distancia en las filas. “Cuando veíamos que pasaba eso, un grupo de concientizadores recordaban la importancia de respetar las medidas de cuidado”, agregó.

Atento a lo que ocurría en el festival, Oscar Pigazzi disfrutaba de la música griega. “De a poco, hay que volver a la normalidad. Esto se extrañaba”, admitió.

Pablo Álvarez y su familia viajaron especialmente desde Florencio Varela para estar en el festival. “En algún momento hay que empezar a volver a la normalidad. Está bien que comiencen a hacer estas pruebas”, opinó el hombre.

Fuente: La Nacion

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