Hay dos fotos sobre las que basa su diagnóstico el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, cuando explica las nuevas medidas que está a punto de anunciar sobre cómo se manejarán de ahora en más las intervenciones frente a personas viviendo en situación de calle. La primera es la que ve el ciudadano común cuando recorre las calles de la Capital: hay más gente viviendo y durmiendo en la calle. La segunda: también hay un incremento de situaciones violentas vinculadas con esta nueva realidad. Parte de la explicación es que, según los datos del último censo de personas durmiendo en la calle que hizo la Ciudad, seis de cada diez personas en situación de calle tienen consumos problemáticos de sustancias o atraviesan algún trastorno psicológico severo.
Por eso, explica Macri, a partir de ahora la intervención de los equipos del Ministerio de Desarrollo Humano serán distintos. Los números del censo, que se realizó recientemente, apuntan que en la ciudad hay unas 3560 personas que duermen en la calle. El relevamiento contabilizó en una misma jornada a todas las personas que pernoctaban en los paradores públicos, además de las personas durmiendo en veredas y plazas (si se hubiera utilizado la metodología anterior, la cifra alcanzaría a 4009). Sin embargo, el número podría ser mayor, ya que también hay muchas personas que durante el día se encuentran en situación de calle, es decir, dando vueltas, durmiendo en bancos o plazas, pidiendo, que después paran en algún otro lugar.
El gran problema con el que se encontraron al abordar el tema es que, a pesar de que existía un programa de intervención y atención para personas en esta condición, muchas veces estas se negaban a trasladarse a los paradores, por distintas razones. Entre ellas, porque estos lugares solían albergar personas en condiciones muy distintas. Algunos temían que les robaran sus cosas; otros, si eran una familia, se negaban a que los separaran en pabellones de hombres y mujeres; y otros sufrían allí dentro el acoso de personas con consumos problemáticos o problemas psiquiátricos y preferían ante esta situación la calle. Por supuesto, también rechazaban la ayuda aquellos que tenían una adicción y sabían que allí dentro no se les iba a permitir consumir.
Es por eso que el gobierno de Macri decidió finalizar el programa Buenos Aires Presente (BAP), que tenía más de 20 años de historia, y reemplazarlo por uno que se llama Red de Atención, que está a cargo de Gabriel Mraida, ministro de Desarrollo Humano. A partir de ahora, en total habrá unos 47 paradores, con capacidad para albergar a 3300 personas. Los paradores se llamarán ahora Centros de Inclusión Social; son unidades más pequeñas y están segmentados. Así, a los centros que ya estaban en el sistema se les sumaron nuevas instalaciones que alojarán de forma diferenciada a personas que tienen adicciones, a aquellos que tienen problemas psicológicos o psiquiátricos. También habrá varios centros destinados exclusivamente a familias. Allí habrá habitaciones individuales para el grupo familiar y áreas para que los chicos puedan estudiar o compartir actividades, de lo que en el Ministerio de Desarrollo Humano llaman resocialización.
Según se explicó, se está trabajando en conjunto con distintas organizaciones sociales para promover este tipo de actividades.
“Este incremento que se percibe en la cantidad de personas en situación de calle tiene varias explicaciones. Por un lado, están aquellos crónicos, que viven hace mucho tiempo y van y vienen de los paradores. También están los emergentes, aquellos que se desgranaron del sistema como consecuencia de la crisis. Personas que quedaron sin trabajo, que no pudieron pagar la pensión y como consecuencia de esto están viviendo en la calle”, explica Macri, en un encuentro con periodistas. “También están aquellos que la sociedad percibe como peligrosos, donde se forman ranchadas, hay consumo de distintas sustancias y aumenta la conflictividad”, agrega. Hace algunas semanas, el jefe de gobierno subió a sus redes sociales dos fotos: una donde dormía una persona en un banco de plaza y la otra, después de que esa persona se fuera y se hubiera limpiado el lugar. El comentario no cayó bien y el mandatario decidió borrar ese mensaje y pedir disculpas.
“Es la misma política con un mal abordaje, por eso me disculpé”, dice. “Pero fue una mala comunicación de la política que estamos buscando llevar adelante, proactivamente, no para sacar o correr a la gente de la calle. Entendemos que la calle no es un lugar para dormir, queremos ofrecerles algo mejor. Y para eso, nos permitimos preguntarnos por qué lo que estábamos ofreciendo no funcionaba. Y en ese sentido queremos mejorar nuestra propuesta”, aclara.
“Hoy, con la ampliación de la capacidad de los centros, tenemos lugar prácticamente para que todas las personas en situación de calle duerman bajo techo y empiecen su reinserción social. La calle no es un lugar para dormir, para nadie. En estos días escuché testimonios muy terribles, como el de una madre que decía que no podía pegar un ojo, durmiendo en una plaza, y dormía con la mano apoyada sobre los hijos por miedo a que se los quieran sacar. Otro hombre contó que a la segunda noche, que pasó en la calle empezó a consumir, porque en la calle no se podía dormir. Es muy terrible”, cuenta Macri.
Nuevo impulso
Desde el gobierno porteño quieren darle un nuevo impulso a la intervención social ante estas situaciones. Lo primero, detalla Macri, es segmentar los centros o paradores, para que las distintas características de las personas que viven en la calle no sean un impedimento en la búsqueda de una forma de salir de la calle. Además de segmentar, añade Mraida, se desarrollaron distintos protocolos de intervención.
Así, por ejemplo, ante un llamado al 108 o un reporte vía el chat de BOTI, si se informa que la persona en situación de calle podría estar en una situación psicológica que amerite una intervención de especialistas, por poner en riesgo su vida o la de terceros, se habilita un protocolo del SAME Psiquiátrico: una ambulancia acolchonada, en la que acuden médicos que podrán tranquilizarlo y trasladarlo a un hospital para ser evaluado por un psiquiatra.
Por otro lado, si el reporte que reciben (son unos 800 al día) involucra a un menor de edad, se da intervención a un protocolo especial que involucra la presencia de menores y se realiza con la asistencia del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes.
Los nuevos centros que se habilitaron, se explica están en los distintos barrios porteños, hay algunos para mujeres solas, para hombres solos, para familias, para personas que presentan un alto grado de criticidad y otros que un nivel bajo.
Hace cinco años, según datos oficiales, había 2016 personas viviendo en la calle. “Más de la mitad asistía a los paradores, pero había un núcleo de unos 800 que resistían recibir esa ayuda. Hoy en total son más del doble y el aumento también se da en aquellos que no quieren recibir ayuda. Por eso, el trabajo tiene que ser muy específico y bien orientado. Hace unos meses, habíamos detectado unos 40 niños viviendo en la calle. Hoy quedan dos o tres, por situaciones puntuales con los padres, casos en los que se está trabajando junto al Consejo y a la Justicia”, afirma Macri.
“Hace unos meses hablé con el alcalde de Santiago de Chile y él me expresó la preocupación por algo que estaba ocurriendo en muchas ciudades del continente, y es que las personas en situación de calle terminan siendo utilizadas para el delito o como delivery de drogas. Esto incrementa la conflictividad y termina generando situaciones en las que las personas en calle terminan siendo víctimas o victimarios de la violencia. Tenemos que tomar medidas a tiempo para que esto no ocurra”, concluye el jefe de gobierno.
Fuente: La Nacion