“He tomado la decisión de renunciar a mi cargo como Co-Secretario General de la Confederación Federal del Trabajo, al no coincidir con las decisiones tomadas por la llamada ‘mesa chica'”, reza –lacónica– la nota de renuncia que envió Pablo Moyano al consejo directivo de la CGT. La renuncia, según trascendió, se limita exclusivamente al secretario adjunto del gremio de Camioneros y no generó una seguidilla de dimisiones de otros dirigentes gremiales que son parte del universo Moyano. Por ahora no hay peligro de fractura en la central obrera, dicen algunos integrantes del consejo directivo. Advierten que esto es parte de una crisis entre el padre (Hugo) y su hijo Pablo. De todas formas, la salida del camionero desnuda aún más el perfil excesivamente dialoguista del resto de la conducción cegetista. Ante un escenario de salarios a la baja y la caída de empleos (trabajadores y/o afiliados) que también afecta a las estructuras de los dirigentes sindicales, pero que parecen sentirse más cómodos con el traje dialoguista que con la ropa de calle.
Moyano hijo se va. Deja el asiento del triunvirato que, advierten, le corresponde al gremio que representa. No está claro quién lo reemplazará. Pocos son los que creen que será el mismísimo Hugo Moyano, a sus 80 años, el que retorne a la conducción formal de la CGT. Ya suena el nombre del secretario de Políticas de Transporte de camioneros, Omar “Manguera” Pérez que ya representa al gremios en la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT). Es uno de los hombres de mayor confianza de Hugo, indican y subrayan en el sindicato para diferenciarlo de Pablo.
Padre e hijo
Las diferencias entre padre e hijo son históricas. Algunas fueron reales. En cambio otras, la mayoría, no tanto o al menos así lo señalan varios dirigentes gremiales que los conocen. “Las supuestas diferencias entre ellos le dieron más réditos de lo que uno se imagina. Muchas veces jugaron al sindicalista malo y al bueno”, recuerdan algunos dirigentes que los conocen desde hace décadas.
Ahora bien, en septiembe de 2022 –gobierno de Alberto Fernández–, Pablo avisó que renunciaba a la conducción de la CGT. La tensión había ido creciendo entre Moyano y los otros triunviros, Héctor Daer y Carlos Acuña. Sentía que lo raleaban de las decisiones y un día dijo basta. Su padre no estuvo de acuerdo, calmó las aguas y tras una larga charla, Pablo desistió de enviar la nota de renuncia y continuó en el triunvirato. Esta vez parece que el llamado conciliador del padre no se produjo.
El lunes pasado, Pablo habló de la necesidad de repetir el paro de la Mesa Nacional del Transporte, sumar esta vez a la CGT para que la huelga sea total y para ello había entablado una serie de encuentros con gremios que no están en CGT pero que combaten al gobierno, como ATE nacional.
El martes se reunió la mesa chica en UPCN y sin diferencias gordos e independientes (representados por Daer) y los barrionuevistas que están con Acuña, descartaron de plano el intento de Pablo Moyano de convocar movilizaciones o un paro nacional para diciembre para repudiar el plan económico de Javier Milei junto a movimientos sociales, organizaciones estudiantiles y las dos CTA.
No solo no compartieron la propuesta, advirtieron que han optado por la negociación. Hugo Moyano también. El secretario general de camioneros llamó a los participantes y les confió que no compartía la estrategia de su hijo y se sumó al diálogo que han entablado con el gobierno nacional. Este sector coincide en que las negociaciones les está permitiendo flexibilizar la reforma laboral que incluye la Ley Bases y festejan el freno al proyecto de “democratización sindical” que impulsa un sector de la UCR y que el oficialismo se encargó de desactivarlo.
Pablo sabía lo que se venía y no participó del encuentro. El judicial Julio Piumato escribió en sus redes sociales: “Camioneros no se va. La CGT sigue firme en unidad más allá de actitudes personalistas que no responden y resientan a sus propias organizaciones sindicales”.
Para ese entonces Pablo Moyano ya le había avisado a los dirigentes más cercanos de su decisión. La nota la envió este viernes sabiendo que no había margen para reconsiderar la postura.
Poco después, se conoció una entrevista donde el líder de UPCN, Andrés Rodríguez, afirmaba que “en este momento no hay un clima apropiado para que una medida de fuerza pueda desarrollarse con éxito”. Es más, afirmó que “el sindicalismo no puede embanderarse en una lucha sin cuartel” y agregó que “logramos mucho más nosotros con planteos sectoriales y luego negociación más que con un conflicto generalizado”.
Crisis y después
Hasta anoche no estaba definido el nombre del reemplazo de Moyano hijo. Se hablaba de Omar Pérez, pero eso lo definirá Hugo Moyano. Lo cierto era que se había decidido respetar el viejo precepto que dice que el cargo es de la organización sindical y no del dirigente que ocupaba tal o cual secretaría de CGT. Eso no quita que la renuncie no genere una crisis hacia el interior de la central obrera.
Si bien Mario “Paco” Manrique del Smata había renunciado a la secretaría gremial de la CGT, si dimisión no generó un cimbronazo. Diferente es el caso del camionero.
Ahora bien, hay dirigentes cegetistas de gremios importantes que están más cerca de Pablo Moyano que de los gordos e independientes, que no están conformes con la renuncia. Afirman que aporta más desorden al desorden que tiene la CGT, pero también el peronismo e incluso el resto de la oposición.
“Es preciso avanzar en la construcción de un eje que nos permita generar una masa crítica con la que confrontar con el gobierno nacional”, indicó uno de esos dirigentes a este diario. Agregó que la renuncia de Moyano no ayuda a esta construcción porque su salida “no modifica nada hacia el interior de la CGT. Lo que hay que hacer es generar una potencia que nos permita proteger la industria nacional, los puestos de trabajo”, aseguró.
Consideran que esa potencia se había comenzado a lograr a principio de año cuando se realizó el paro y movilización de enero. “En aquel entonces se logró doblegar a los que se resistían a pelear en la calle el ajuste y la devaluación”, reconocen referentes de estos sindicatos y dicen que los que más se negaban a las medidas de acción directa eran Rodríguez de UPCN y el titular de la Uocra, Gerardo Martínez. Ahora, dicen, son los dos que convencieron a Daer y Acuña de retomar la senda dialoguista.
De todas formas en los mentideros sindicales dicen que por ahora la CGT no corre peligro de fractura, pero advierten que tampoco se debe jugar con fuego. El exceso de diálogo no es lo más conveniente porque “la situación de los trabajadores se está deteriorando cada vez más. La producción nacional está por el suelo y todo puede ser peor con la apertura indiscriminada de las importaciones”, señalan.
Fuente: Pagina 12