Luis Zamora, otra vez en carrera

Fue dos veces diputado, impulsó el “que se vayan todos” y ahora vuelve al ruedo

Luis Zamora vuelve otra vez al ruedo electoral con su partido Autodeterminación y Libertad (AyL), que lleva un programa anticapitalista y contrario a la democracia representativa.

Fue el primer diputado trotskista cuando llegó al Congreso en 1989 con el MAS. Se forjó una reputación de honestidad cuando renunció a la jubilación de privilegio y trabajó vendiendo libros tras dejar la banca. En 2001 fundó AyL y ganó dos bancas. Pese a su popularidad, declinó la candidatura presidencial en 2003 y se postuló para jefe de gobierno de la ciudad. Superó el 10% y llevó a la Legislatura un bloque que terminaría con un pase en masa a otros partidos. Sobre aquel período admite: “Cometimos errores, fue algo muy apresurado” . A pesar de que muchos creen que se retiró de la política, se ha presentado con AyL -integrado por una mayoría de jóvenes- en todas las elecciones nacionales, a excepción de la de 2007.

Hasta hace poco, podía presumir de no haber sido nunca insultado en la calle: “Un día hubo una marcha contra el macrismo. Yo volvía solo y de repente escuché insultos. Miré y uno me dijo: «Sí, soy yo». Entonces me acerqué, eran unos muchachos de La Cámpora. Me puse a debatir: «¿Por qué me insultaron?». «Porque usted está contra Cristina», me respondió. Entonces le dije: «No es una razón para que me insultes, vos sos un militante político y yo también. ¿Por qué no discutimos ideas?». No cambiaron de ideas, pero les dije que este gobierno no cambió la matriz productiva del país, y se dio un diálogo interesante, fue algo muy enriquecedor”.

-¿Su idea de la democracia directa no es utópica?

-Nosotros la estamos explorando porque ya examinamos otras ideas. Vemos que los pueblos la están buscando, aunque sea de una forma aún embrionaria. Si la respuesta viene con un nuevo líder como el Che Guevara, es que estamos equivocados.No queremos tener un partido que dirija, apoyamos que el pueblo se autodirija y vemos con simpatía los fenómenos de los indignados, lo de Brasil o Turquía.

-En 2001 decía lo mismo sobre las asambleas en la Argentina…

-Nosotros creemos que lo que pasó en 2001 no se ha diluido. La brecha entre representantes y representados sigue abierta. Y creció. En la Argentina, si alguien enreja una plaza, enseguida se forma una asamblea: hay lecciones que quedaron. Lo mismo pasa con la resistencia ambientalista en Famatina. Es minoritario, sí, pero no se ha diluido.

-¿Para qué construir un partido?

-Para defender este tipo de manifestaciones. En 2001, iba el ibarrismo con los empleados de la ciudad y decía: “¿Por qué no vienen al CGP?”. Venían los partidos y copaban las asambleas o las dividían. Iba la CTA y hacía lo mismo. Nosotros aprendimos mucho de ese proceso.

-¿Por qué la izquierda siempre está dividida?

-La izquierda no está divida por las diferencias, sino por las coincidencias. Cada uno coincide en verse a sí mismo del modo en que se ve el otro: “Si la gente sigue nuestro partido, resolvemos todos los problemas”.

-¿Buscó alianzas antes de estas elecciones?

-El Partido Obrero nos ofreció unirnos y presentar la propuesta al frente que integran. Dejemos de lado las diferencias, dijeron. Nosotros les respondimos: “Hagamos lo contrario. Discutamos”. Ellos creen que una experiencia como la de Brasil va a fracasar sin la guía de un partido. Nosotros creemos que la guía de un partido la puede hacer fracasar.

Fuente: La Nacion

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