La guerra contra el vandalismo en las paredes es una cuestión mundial y por eso los vecinos del barrio de Recoleta en Buenos Aires acudirán al sistema al que hace más de 30 años recurrieron con éxito los vecinos de Nueva York.
La comuna 2 de la Ciudad, que comprende el barrio de Recoleta, está decidida a combatir las pintadas separando entre “graffitis vandálicos” y aquellos otros considerados arte callejero o muralismo.
Ante la premisa de que quienes realizan estas inscripciones informales, que van desde mensajes de amor, peleas entre hinchadas o nombres de bandas de rock, es darse a conocer o dar a conocer un mensaje particular, se cree que si la inscripción dura menos de 48 hs., eso desalentará significativamente a nuevas intervenciones.
Algunas de las fuentes que llevan adelante la propuesta señalaron que es muy importante la participación de los vecinos, informando inmediatamente cuando aparezcan nuevas pintadas. Para esto se dispuso la casilla de mail reclamoscomuna2@buenosaires.gob.ar, a donde los vecinos pueden enviar sus denuncias.
La cuadrilla a cargo de la remoción está compuesta por tres personas que utilizan una hidrolavadora y un removedor de pintura, para una vez que la fachada está limpia, aplicar otro producto que impermeabiliza y dificulta el trabajo a quien quiera hacer un nuevo graffiti en ese mismo lugar.
Ya fueron identificados en Recoleta 2523 frentes pintados que comenzaron a limpiarse y el costo anual del programa será de $650 mil.
La campaña se basa en la teoría sociológica de “Las Ventanas Rotas”, por la que el vandalismo que no se repara inmediatamente manda un mensaje de desinterés e indiferencia que incentiva a que los hechos delictivos se repitan. Se aplicó con éxito en los 80 en el subte de Nueva York, donde el entonces gobernador Edward Korch, decretó que no circularía ningún vagón que estuviera pintado.
Fuente: Minuto Uno