Representantes de más de 70 países, entre ellos todos los componentes del Consejo de Seguridad de la ONU, se reunen el domingo en París para tratar de relanzar el proceso de paz en Medio Oriente e insistir en que la solución de dos Estados, uno israelí y otro palestino, es la única salida pacífica a la crisis.
Organizado por iniciativa de Francia, el encuentro se produce en un momento delicado, cuando el gobierno de Israel ha mostrado sus distancias con la comunidad internacional tras una una resolución que condena los asentamientos judíos en los territorios ocupados y a pocos días de que se produzca el relevo en la presidencia de Estados Unidos.
Pero los impulsores del proyecto consideran que la situación actual se está degradando en la región, como ponen de manifiesto el incremento de la frustración entre la población, sobre todo en los territorios ocupados, lo que ha dado lugar a explosiones de violencia como el reciente atentado de Jerusalén.
Como ha recordado recientemente el canciller francés, Jean-Marc Ayrault, no hay que esperar a un nuevo rebrote de la violencia para impulsar el proceso de paz.
La eclosión de otras crisis regionales, como la de Siria o la de Libia, ha podido hacer olvidar un tanto el conflicto israelo-palestino, pero los impulsores de la cumbre consideran que no hay que olvidar que aún sigue latente.
En ese contexto, la cumbre de París quiere mostrar que una parte importante de la comunidad internacional apoya una solución a la crisis que pasa por la creación de dos Estados que se reconozcan mutuamente.
Al encuentro no han sido invitados representantes de Israel y Palestina. Esos dos países “serán bienvenidos” a conocer el resultado de la cumbre tras la misma.
Una propuesta recibida de forma desigual, pues mientras el presidente palestino, Mahmud Abba ha hecho saber que viajará a París tras su paso por el Vaticano -Estado que se dispone a reconocer al Estado palestino-, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó la cumbre de París de “impostura”.
Las condiciones reiteradas por el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, a finales del año pasado serán debatidas por los participantes en la cumbre, aunque no se debatirán de forma específica, según las fuentes.
París, impulsor de esta iniciativa que persigue relanzar el proceso de paz, no quiere que la cumbre sea vista como un intento de aislar a Netanyahu ni de imponer reglas previas a la nueva administración estadounidense, que tomará el relevo cinco días más tarde.
Pero considera importante que se constate el gran apoyo que entre la comunidad internacional recibe esta solución de dos Estados, tanto el gobierno israelí como para el planteamiento que adopte el presidente electo estadounidense, Donald Trump.
Francia es consciente de que en este momento no existe el clima de confianza necesario entre israelíes y palestinos para sentarse a la misma mesa, pero cree que una iniciativa de este tipo puede contribuir a restablecerlo. En cualquier caso, París ha renunciado a toda medida de presión contra Israel, la más reacia de las dos partes a sumarse a esta propuesta, aunque perseguirá que el documento final contenga “incitaciones” de diverso carácter para atraerles.
En un primer momento, el entonces canciller francés, Laurent Fabius, había dejado entrever que, en caso de que Israel no aceptara su iniciativa, Francia reconocería el Estado palestino.
Esta cuestión no está ahora sobre la mesa y el nuevo jefe de la diplomacia gala considera que el reconocimiento de Palestina debe ser “un instrumento que contribuya a la paz”, según reprodujo la agencia de noticias EFE.
Fuentes diplomáticas francesas señalaron que otros de los países impulsores de la iniciativa no se sentían cómodos con la amenaza relativa al reconocimiento del Estado palestino, cuestión que contribuía más a enquistar el problema que a solucionarlo.
Fuente: Cronista