HSBC, en la mira por lavado de dinero de grupos narcos y terroristas

La demanda por asociación ilícita y evasión fiscal que la AFIP le acaba de iniciar al Hong Kong and Shanghai Banking Corporation (HSBC) es similar a una acusación reciente que enfrentó ese mismo banco en Estados Unidos. Página/12 accedió al informe del Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado estadounidense, donde se detalla cómo el banco diseñó una estrategia destinada a lavar dinero proveniente del narcotráfico y el terrorismo a través de su filial HSBC Bank USA National Association. Las evidencias fueron tan contundentes que la entidad aceptó pagar una multa de 1900 millones de dólares para poner fin al pleito. La hipótesis que sustenta la acusación de la AFIP es que los tres mil millones de dólares fugados por 4040 individuos y grandes empresas requirieron de los servicios activos del mismo HSBC Bank USA National Association y el HSBC Suisse para establecer sociedades fantasma utilizadas para opacar la canalización de los fondos a su destino final en el paraíso fiscal europeo.

El banco HSBC desembarcó en Estados Unidos en 1980 al comprar el 51 por ciento de las acciones del Marine Midland Bank, que operaba en el estado de Nueva York. A través de esa entidad adquirió sucursales en diferentes regiones de ese país, pero conservó el nombre hasta 1998, cuando finalmente adoptó la denominación que hoy utiliza alrededor del mundo: HSBC. La incursión en el sistema bancario estadounidense no apuntó a competir por la captación de depósitos o el negocio de los préstamos personales sino que privilegió el desarrollo de un canal de acceso para los clientes de la entidad alrededor del mundo a la plataforma financiera estadounidense. El HSBC Bank USA National Association se convirtió en un laxo nodo central para operaciones internacionales del holding asiático-británico que facilitaron el lavado de dinero proveniente del narcotráfico y del terrorismo.

A través de su filial HSBC Bank USA National Association, esta multinacional facilitó el ingreso a Estados Unidos de más de siete mil millones de dólares en billetes provenientes de bancos mexicanos vinculados con lavado de dinero del narcotráfico entre 2007 y 2008, permitió la apertura de más de dos mil cuentas a compañías conformadas con acciones al portador, volviendo imposible identificar a sus propietarios, y eludió las sanciones del gobierno estadounidense contra Cuba, Irán y Corea del Norte, entre otros, al canalizar operaciones bancarias provenientes de esos países por 19.700 millones de dólares durante el período 2001-2007. Las diferentes transacciones financieras irregulares que también incluyeron la oferta de servicios al principal banco privado saudí Al

Rajhi Bank, señalado por la CIA como financista de diferentes organizaciones terroristas entre las que figuraba Al Qaida, fueron identificadas y sistematizadas en un informe del Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado de Estados Unidos en 2012.

El documento, titulado “Vulnerabilidades de Estados Unidos frente al lavado de dinero, las drogas y el financiamiento de actividades terroristas: el caso del HSBC”, apuntaba a identificar debilidades en los sistemas de supervisión bancaria sobre lavado. El reporte de 339 páginas, complementado con miles de actuaciones de las diferentes autoridades regulatorias, así como reportes internos, mails, transferencias y entrevistas con directivos del banco, fortaleció y legitimó las investigaciones por operaciones irregulares que en ese momento estaban realizando el Departamento de Justicia y distintos organismos de supervisión financiera, como la Oficina del Contralor de la Moneda de ese país. El equipo investigador del Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado de Estados Unidos, encabezado por el legislador demócrata Carl Levin, identificó diferentes áreas donde el accionar del HSBC dejaba en evidencia “las vulnerabilidades del sistema bancario” de Estados Unidos.

1. Apertura de cuentas de corresponsalía a subsidiarias extranjeras del grupo consideradas de alto riesgo por sus laxos controles internos. Y, por instrucción de la casa matriz en Londres, permitirles operar normalmente sin realizar los chequeos requeridos por la regulación estadounidense.

2. Elusión de las prohibiciones vigentes para las transacciones bancarias dispuestas para bloquear operaciones realizadas por terroristas, narcotraficantes y países sancionados/demonizados por Estados Unidos como Irán o Corea del Norte.

3. Oferta de cuentas bancarias a bancos extranjeros con vínculos al financiamiento del terrorismo.

4. Aceptar y canalizar cientos de millones de dólares en cheques de viajero, a pesar de su origen sospechoso.

5. Permitir la apertura de cuentas de acciones al portador, un mecanismo de opacidad financiera que permite ocultar la identidad del titular de los fondos.

Luego de una negociación, el holding acordó pagar una multa de 1900 millones de dólares por violaciones a la ley de secreto bancario, la legislación que prohíbe “comerciar con el enemigo” y la International Emergency Economic Powers Act. Con ese desembolso record, cuestionado por su “benevolencia”, la compañía logró cerrar el caso, eximiendo a todos sus funcionarios de potenciales causas penales. “Aceptamos la responsabilidad de nuestros errores del pasado. Estamos profundamente apenados por ello. Hoy somos una organización diferente de la que cometió esos errores”, admitió aliviado en 2012 el presidente ejecutivo del HSBC Inc., Stuart Gulliver.

El billete verde cruza la frontera. Frente a las dificultades para colocar directamente las ganancias por la venta de drogas en el sistema bancario estadounidense, un popular mecanismo entre las organizaciones narcotraficantes consistía en contrabandear los billetes hacia México para depositarlos en bancos y casas de cambio como Casa de Cambio Puebla y Sigue Corporation. Al sur del río Grande, la mayor parte de los fondos eran depositados en las cuentas que esos bancos tenían en la subsidiaria mexicana del HSBC. El paso siguiente de la maniobra consistía en transportar los billetes en camiones blindados o aviones hacia una sucursal del holding en Estados Unidos, aprovechando la cuenta de corresponsalía, hasta que finalmente los fondos se depositaban blanqueados en la cuenta deseada y listos para ser utilizados. Si bien otros bancos estadounidenses, como el Wachovia Bank, también fueron denunciados por recurrir a ese mecanismo, el HSBC mexicano se convirtió en uno de los principales exportadores de billetes estadounidenses: trasladó siete mil millones de dólares en papel entre 2007 y 2008. Los mails y reportes que acompañan la investigación evidencian que la operatoria era conocida no sólo por los directivos del banco en México y Estados Unidos sino también por las autoridades regulatorias de ambos países.

Toraberazuchekku (“cheques del viajero”, en japonés). Sin hacer preguntas, entre 2005 y 2008, el HSBC USA cambió 290 millones de dólares en cheques de viajero para el Hokuriku Bank of Japan. La entidad nipona depositaba rutinariamente en el banco estadounidense cheques de viajero de 500 y 1000 dólares a un ritmo de 500 mil dólares por día. Los cheques que llegaban siempre estaban a nombre de una misma persona que poseía una firma prácticamente ilegible. Los beneficiarios de los cheques eran clientes del Hokuriku Bank, pero los papeles eran adquiridos en algún banco en Rusia. En total eran 30 empresas e individuos rusos, siempre vinculados con el negocio automotor, totalmente desconocidos por la entidad japonesa. “El HSBC USA permitió a un número de rusos involucrados en actividades sospechosas utilizar un pequeño banco japonés con pobres controles para hacerse de más de 290 millones de dólares en menos de cuatro años”, lamenta el informe. El Hokuriku Bank admitió desconocer a sus clientes rusos, eludió los pedidos de información de las autoridades estadounidenses y, al menos hasta 2012, seguía pasando cheques de viajero a subsidiarias del HSBC en otros países.

Anonimato garantizado. Durante una década, la subsidiaria estadounidense permitió a dos mil clientes abrir cuentas a nombre de corporaciones estructuradas a través de acciones al portador, un instrumento utilizado para ocultar la identidad de los dueños de las empresas. La oficina de banca privada internacional de Miami llegó a tener 1670 cuentas con activos por 2600 millones de dólares que resultaban en ingresos anuales para el banco por 26 millones de dólares. La documentación recolectada por los organismos de control evidencia que los verdaderos propietarios de los fondos recurrían a esa entidad para que los ayude a ocultar su identidad.

Dos de las cuentas en Florida eran utilizadas por los Cohen, una familia de desarrolladores hoteleros de Miami Beach, que fueron condenados a 10 años de prisión y multas de 17 millones de dólares por evasión fiscal al ocultar 150 millones de dólares en activos a través del HSBC USA. El banco logró cubrirse ya que, obligado, avanzó en un proceso de cierre o registración de esas cuentas. Cuando un directivo de la entidad en Florida le indicó a Cohen que las acciones al portador debían quedar registradas a su nombre, el empresario respondió: “Pero… no puedo poner eso. Si lo hago, ¿tengo que declararlas en Estados Unidos? No puedo hacerlo, no quiero declararlo… Voy a cerrar las cuentas con ustedes e irme a Ginebra”. Una opción difundida entre los argentinos.

Fuente: Página 12

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