La respiración no es feminista ni machista, no es cristinista ni massista: nos sirve a todos para forjar una sociedad más justa y sin violencia.” Estas palabras, de la española Beatriz Goyoaga, coordinadora para América Latina y España de la Fundación “El arte de Vivir”, arrancan furiosos aplausos, especialmente pero no únicamente, porteños. Son miles, dos mil, tres mil, aunque algunos exageran la cifra y aseguran que decir cinco mil es poco. Están acá, domingo, calor en Buenos Aires, sol sobre Palermo, para meditar, pero también para festejar y vibrar con la música, para disfrutar de la comida y de la compañía, para bregar por la no violencia. El festival “Buenos Aires Medita 2013” es una celebración que une en matrimonio de amor a la filosofía y la espiritualidad indo-orientales con la música contemporánea y occidental. Apoyada no sin elegancia en un sillón blanco, sobre el escenario improvisado en los parques de Palermo (altura de Dorrego y Figueroa Alcorta), la señora Goyoaga completa su pensamiento: “La responsabilidad para una sociedad mejor no solo descansa en los funcionarios, ni en los docentes, ni en la prensa, sino en que lo hace cada uno, de manera individual, para producir un cambio colectivo”.
El escenario ya fue recorrido por bandas de música que, inexorablemente, exhortaron a la paz. Canción tras canción, las letras y melodías iban en busca de eso y generaron comunión en los presentes, hombres y mujeres, grandes y niños, familias enteras, que llegaron para meditar pero también para bailar con estas bandas. Se destacaron Los Exheverría, de Nicolás Cúneo; Indra Mantras, La Yoga Rave, Alfonso el Puintor y Darshan. En las pantallas, gigantescos videos insistían: “Por una Argentina sin violencia”, en la voz de estrellas de la tele y de gentes anónimas pero no menos bien intencionadas.
Los asistentes y participantes pueden ser acusados de palermitanos, de hippies de la nueva era, pero son de allí, sí, y son de allá, de la Ciudad y del Conurbano, padres y madres acompañados por sus chicos, adolescentes en grupo, amigos y amigas, mayores que se mueven por sus propios medios y también otros con ayuda, incluso de una silla de ruedas.
En el recuento a ojo, son más las mujeres. El verde de los parques está teñido de botellitas de agua mineral y de comida saludable: vengana, ayurvédica, crudívora, etcétera, la presentan. Sin embargo, los puestos de sándwiches de salame y queso, de bondiola o choripán no pierden un solo cliente. Hay para todos, se nota. La meditación no es exclusiva de los vegetarianos, como tampoco la pasión por los churros de estos vendedores ambulantes que sudan al caminar mientras despachan el contenido de sus canastos. Juan Carlos, empleado, de la sureña localidad de Lanús, sintetiza el ánimo de los “salames”: “Llegué medio obligado por mi mujer, que se volvió fan de esta onda: me hizo comer un sándwich de seitan con agua mineral, y encima quiso que le dijera que era algo exquisito”.
“Buenos Aires Medita” es parte de una campaña mundial que replican otras ciudades en más de 130 países. El año pasado logró convocar a mucha más gente aún, merced a la llegada a Buenos Aires de Sri Sri Ravi Shankar, promocionada en la Ciudad por el Pro, que entonces organizó diversos eventos que resultaron multitudinarios. La celebración busca ser federal, porque hubo y habrá celebraciones en Rosario, Córdoba, Salta, Ushuaia, Misiones, Mendoza, Bariloche, Neuquén, Mar del Plata, Entre Ríos, Corrientes, San Miguel de Tucumán, Resistencia y otras ciudades. El propósito es que miles de argentinos se unan para esparcir la paz y bregar a favor de una sociedad libre de violencia y de estrés, para dejar las diferencias de lado y disfrutar de los beneficios de una meditación masiva.
El tono apolítico (o de sumatoria política) del evento, que la propia Goyoaga se encarga de enfatizar en dialogo con Tiempo Argentino –”hemos querido que esté hoy la presidenta Cristina, y hemos trabajado en Tucumán con la mujer de Alperovich”– no consigue escamotear los bien estrechados vínculos de esta Fundación con el Gobierno de la Ciudad, con quien firmó un acuerdo, y cuatro años atrás un convenio para que docentes porteños realizaran obligatoriamente jornadas de “capacitación” que incluían ejercicios de meditación en aulas iluminadas con velas y aromatizadas con sahumerios.
RESPIRAN BUENOS AIRES. Promediadas las 18:30 hs, la reunión de meditación cierra con un masivo ejercicio dirigido por la propia Goyoaga. Minutos antes, la meditadora había presentado a representantes de tres de las religiones monoteístas con mayor presencia en nuestro país, Graciela Gringberg, Sheij Mohsen Alí, y Fernando Pugliese. Grimberg citó vastos pasajes de Torá que llaman a la paz, el iman Alí habló de que la “mayor arma de destrucción masiva era el individualismo”. El padre Pugliese recordó el precepto “que decían nuestras abuelas: la caridad comienza en casa” y citó la oración de san Fransico de Asís, preferida del Papa Francisco que este domingo oraba, sin embargo, también por San Lorenzo.
Goyoaga no quiere que queden dudas de que en esta reunión las religiones institucionales son solamente invitadas a un llamado de paz, comunicación que parte de esta Fundación. Teoriza la española con que el “om” respiratorio que evocó está en la base de las tres religiones. Que de ella derivan el “amen”, el “shalom” y el “amín”. Las miles de personas que todavía están ahí, que ya bailaron, que ya comieron, que ya meditaron, que ya hicieron yoga, que ya se abrazaron, celebran las palabras de Goyoaga, gritan y, en muchos casos, se abrazan para terminar con la jornada. Reflexión, paz interior, comida saludable, no violencia. Es lo que buscaron al llegar aquí, y con algunas calorías extra, se van contentos de haberlo elegido, y encontrado. «
“en un punto, la fundación tiene algo de elitista”
Alejandro Elías, histórico reportero gráfico, medita en Palermo mientras come un sándwich de bondiola y queso, uno de los que hicieron furor entre tanta “comida sana” que alimenta los cuerpos de quienes nutren su alma del arte de respirar. Entre bocado y bocado, le cuenta a Tiempo que “en este lugar es como que existen muchas líneas ideológicas, y en un punto es una fundación que tiene algo de elitista, porque los cursos no son baratos. Yo hice uno hace dos años y me costó unos 400 pesos. Pero más allá de eso, más allá de las líneas que separan a la gente en cuanto a las interpretaciones de las herencias de la espiritualidad india, rescato algo que es muy democrático, y que es la respiración”, explica Alejandro.
“A vos con la respiración te alcanza para modificar un montón de cosas. ¿Cuántas veces hay que hacer los ejercicios? Se recomienda una vez por día, y una media hora. Pero una vez que lo hacés el mundo cambia, comenzás a sentir olores, a dejarte incluir en el mundo que te rodea. Pero sobre todo te trae al presente y te otorga un equilibrio que venís perdiendo desde que nacés.”
“te sirve para bajar
un cambio en la vida”
Mara llegó con sus niños, Valentino y Franco, y con una amiga, Raquel. “Soy esteticista, me encargo de la estéticas y sus derivados, y si me preguntás qué hago acá la verdad es que no sé cómo empezar. Yo me enganché por una amiga pero hace muy, muy poco, dos meses más o menos. Puedo repetirte lo que habrás escuchado mil veces hoy, que esto te sirve para controlar el estrés, para bajar un cambio en la vida, para generar un entorno con la naturaleza. Pero lo interesante de esta fundación es que si no podés pagar los cursos que ellos ofrecen para que seas instructor, porque no se tiene dinero, se pueden hacer empanadas, como me dijeron los chicos. Te exigen un esfuerzo previo, que resulta necesario para que uno se tome las cosas en serio.”
“¿Te estás aburriendo?”, le pregunta Tiempo a Franco: “No tanto, me gustan la música y los grupos”.
el camino en busca de la paz interior
Gabriela, Darío y Vanesa son instructores del Arte de Vivir y llegaron a la fundación por caminos diferentes, pero confluyentes. Gabriela es la mayor, hace años que se encontró con “las bondades de esta fundación que une un proyecto individual, mejorar mi calidad de vida, con un proyecto general, forjar un mundo mejor”; Vanesa, 28 años, Técnica Superior en Turismo y actriz en la obra Noche de Reyes, de Shakespere que se presenta por estos días en el IUNA, dice que lo suyo “fue una cuestión personal: bajar el nivel de estrés. Trabajaba en hoteles y el trato con los turistas me estresaba mucho, pero también me sirve para actuar. Medito y todo me sale mejor”; Darío es el segundo instructor salido de una cárcel argentina: “Estuve 12 años preso hasta que realicé un curso en la Unidad 48 de San Martín. Eso me sirvió para enfrentar la libertad, y la verdad que esto no lo dejo por nada”.
no estallar, como objetivo
Sara se enciende. Habla y habla, no se detiene por un instante, quejas y lamentos, pero en el fondo asoma la paz, lo que busca, el motivo de todo esto. “Estoy acá por muchas razones. Soy comerciante y vengo sufriendo desde hace cinco años todo tipo de calamidades, robos con armas, robos en que me tomaron de rehén, enfermedades mías y de mis familiares. Mi comercio queda en Belgrano y Boedo, y esto de hoy lo tomo como un medicamento, porque ya no quiero tomar pastillas. Además, me traje a mi amiga porque hoy recorrimos 17 farmacias y no encontramos la medicación que ella precisa, así que le dije: ‘Vení conimgo porque si no vas a explotar'”. Al final Sara, que vive en Villa Urquiza, y llegó con su hija Sofía, de 23 años, y con Susana, la amiga, termina el monólogo. Respira, baja los ojos, vuelve a ensayar una protesta y acaba por emprender el camino por el que llegó hasta Palermo: la meditación, la no violencia, la serenidad.
Fuente: Tiempo Argentino