La extensión de la cuarentena hasta el fin de semana santa comenzó a desnudar algunas falencias estructurales en el sistema de asistencia alimentaria de la Ciudad de Buenos Aires. En este caso, las comunidades educativas de los barrios más pobres del sur porteño denunciaron que la provisión de alimentos que ya era deficitaria en cantidad y calidad, ahora es insuficiente ante la necesidad de los alumnos de obtener más comida ante la ausencia total de ingresos de sus familias por el aislamiento social obligatorio.
“Lo que están entregando en las escuelas no es ni más ni menos que lo que entregaban antes, pero en esta situación de crisis lo poco que recibíamos no alcanza. Lo entregan para dos semanas y a pesar de nuestros reclamos, al día de hoy todos los presupuestos previstos para servicios de comida en distintos programas, no se están ejecutando”, explicó a Tiempo la docente Jordana Secondi, directora de la Escuela de Educación Media N°6 del barrio Zavaleta, en Barracas.
A pesar de las consultas de este medio para conocer el punto de vista del gobierno porteño, y de la ministra de Educación, Soledad Acuña, sus voceros eligieron el silencio. Sin embargo, fuentes legislativas del oficialismo reconocieron que hasta el momento no se han ejecutado las partidas para alimentos de los programas “Orquestas Juveniles de Jóvenes”, “Jornada Extendida”, “Clubes Infantiles” y “Clubes de Ciencia”, entre otros. El primero aporta un refrigerio diario y el segundo desayuno y almuerzo, pero esos recursos no fueron activados por la comuna que esta semana, en vez de enviar las provisiones diarias, mandaron bolsas para las próximas dos semanas con las mismas raciones y un detalle de racionamiento que angustió a los docentes.
Si esos presupuestos fueran ejecutados, las escuelas podrían atender la demanda creciente de los alumnos, que recurren a sus escuelas con una mayor necesidad alimentaria porque en sus hogares no hay ingresos y las posibilidades de conseguir fiado comienzan a anularse. “Hemos reaccionado con sorpresa porque ante esta situación, teníamos la expectativa de recibir más alimentos porque a partir del aislamiento social muchas familias de nuestros alumnos perdieron la posibilidad de generar su sustento, porque en su mayoría son trabajadores informales que no tienen un sueldo garantizado”, explicó Secondi.
“Lo unico que cambió, por suerte, es que los alumnos tenían que ir diariamente a la escuela, y ahora mandaron el presunto equivalente para diez días, pero con esta necesidad, lo que recibimos alcanza para tres días”, se lamentó la docente y ejemplificó el alcance del racionamiento: “Antes teníamos un pebete con paleta y quedo con una barrita de cereal. Ahora eso fue reemplazado por dos litros de leche. Esto se repite en todas las primarias y secundarias del sur. Las escuelas que tienen servicio de comedor aplican lo mismo. Hacen la cuenta de diez días hábiles, hacen el equivalente y se lo dan, pero saben que no alcanza en esta situación”. La cuenta del gobierno porteño para diez días incluyen cinco saquitos de té y cinco de mate cocido entregados en una bolsita.
La trama desconocida del “sandwich de jamón y queso” que angustió a los docentes
La escasez por la cuarentena incrementó las fallas que ya tenía la provisión de comida a las escuelas porteñas. Tan grande es la preocupación, que toda la comunidad educativa de esa escuela secundaria advirtió la situación que se repite en todos los establecimientos públicos de las comunas 4 y 8. “Consideramos repudiable que desde el Gobierno de la Ciudad se promueva la ruptura del aislamiento para el retiro de la canasta que no llena la mesa de nuestros estudiantes ni alcanza para alimentarse quince días”, advirtieron en un comunicado.
Dicen que resolverlo “implica dar ejecución a presupuesto ya asignado, que al desayuno con refrigerio se le incluya el presupuesto ya asignado de lo que se brindaba en el formato de Jornada Extendida: almuerzo dos veces por semana para primeros años y una vez por semana para los segundos”. También recordaron que la gestión de Acuña “es la misma que redujo porciones y calidad nutricional de comedores escolares durante el ciclo lectivo 2018-2019, cuando por ejemplo, retiraron el pan de la mesa”. Ahora, advirtieron los docentes, “quieren ahorrarse el presupuesto ya asignado para Jornada Extendida, y no añadir alimento nutritivo y saludable para un contexto complejo y de excepción como el que se transita en la ciudad en general y en la Villa 21-24 y Zavaleta en particular”.
Ése es el contexto necesario para comprender los reclamos de los vecinos del sur sobre la vergonzante provisión de sándwichs de jamón y queso en lugar de comida con verdadera capacidad nutritiva. “Ante el aislamiento, producto de la pandemia, reemplazaron los alimentos por una vianda (sándwich de jamón y queso) todos los días. No sólo era insuficiente, sino que en muchos casos llegaron en pésimo estado”, explicaron los docentes.
Gracias al reclamo “de toda la comunidad educativa se consiguió que se entreguen bolsones de alimentos”, pero su entrega es caótica porque hay un problema crítico en la distribución: “En muchos casos solo se tomó en cuenta a quienes pudieron inscribirse al comedor este año y muchas familias quedaron afuera, pero por otra parte, no se sabe que ocurrirá con los miles de estudiantes que hasta antes del inicio del aislamiento no tenían vacantes”. Eso no es todo porque las familias ahora tienen que acercarse a las escuelas a retirar el bolsón en medio del aislamiento. Eso expone a las personas en filas extensas que son atendidas por los trabajadores de la educación, que no dan abasto.
Fuente: Tiempo Argentino