La basura y su responsabilidad frente a la tormenta

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La gran cantidad de desperdicios que se tiran en calles y veredas fueron también responsables de que los desagües tapados hayan impedido que las aguas fluyeran. La falta de limpieza está vez generó daños irreparables

La naturaleza a veces tiene manifestaciones incomprensibles a la razón humana, entre ellas, las consecuencias devastadoras que el propio clima puede causar. La ciudad de Buenos Aires y la capital bonaerense se vieron esta semana afectadas por fuertes tormentas, siendo esta última la más devastada.

En la Ciudad, al menos, hubo una protagonista poco curiosa que se vio por doquier y que nos convierte a todos un poco en responsables de que no se haya escurrido el agua por donde esto debería haber ocurrido. Ella es la basura.

Al respecto, opinó Lorena Pujó, coordinadora de la campaña de tóxicos de Greenpeace: “Desde hace años se están padeciendo las consecuencias de la mala gestión de los residuos, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires. Los vecinos deberían estar incluidos en un nuevo sistema, que apunte a la recuperación y el reciclado, tal como establece la ley vigente de Basura Cero. De esta manera, todos podrían separar los residuos y comprender la importancia de hacerlo, ya que no se trata de basura sino de recursos que deben recuperarse. Así, se cuida al medio ambiente y se evita el derroche de recursos y la contaminación”.

La propuesta de la organización ecologista es clara: que los vecinos acompañen la implementación de “este nuevo sistema para evitar las consecuencias del mal manejo de la basura”.

Pujó advirtió además que es necesario resaltar que los residuos “son importantes fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero” y detalló un panorama poco alentardor: “En Argentina, se registra una tendencia a la suba en la participación del sector desechos (residuos). Así es que este sector pasó del 4,1%, en 1990, a representar casi el 5% de las emisiones totales en el 2000”.

Considerando que esa emisión de gases proviene en buena parte de los desechos, muchos de ellos tóxicos, al entrar en contacto con el agua sus efectos llegan a ser altamente nocivos para la población humana y no humana. Es por ello que ya es el momento de pensar que antes de la gran montaña de basura del Cemase o de calles convertidas en ríos, también hubo un simple papel o una botella de gaseosa no reciclada cuyo destino fue el de convertirse en desperdicio.

“A modo de ejemplo –continuó la representante de Greenpeace– en el caso de los Estados Unidos, aumentar la tasa de reciclado y compostaje de residuos domiciliarios del 32,5% (tasa de reciclado en 2009) al 50% o 100% implicaría una reducción de 70/80 a 300 millones de toneladas métricas del equivalente de emisiones de dióxido de carbono anuales. El 32,5% implica una reducción de 160 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, según un informe de la Agencia Ambiental de los Estados Unidos”.

A pocas horas de las inundaciones, el secretario de Obras Públicas de la Nación, José López, apuntó contra la falta de limpieza de los ductos cuando aseguró que “las inundaciones en los barrios del norte metropolitano se debieron a la falta de mantenimiento en las bocas de tormenta”.

“El entubado del arroyo Medrano está en condiciones de absorber la cantidad de milímetros de agua que cayeron en la madrugada de ayer, por lo tanto la inundación en los barrios metropolitanos se debió a la obstrucción de las bocas”, había remarcado López.

Lo cierto es que todos hemos visto, al menos una vez, a gente tirando desechos en las veredas, en las calles. Las veces que se habló de alerta meteorológica o hubo paro de recolectores y se pidió que no saquen los residuos, ellos estaban ahí, como si nada.

A ello se sumó la reciente caída de hojas otoñales que nunca fueron barridas, hubo árboles podados, algunos hasta cruelmente cortados, que terminaron ocupando lugar en el asfalto. Ahora, los dedos acusadores apuntan a todos lados.

Fuente: Infobae

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